Bienvenida

‘Dijo Elokim: Haya luz y hubo luz.’ Génesis 1:3

Que la gran luz del entendimiento ilumine nuestros cerebros y purifique nuestros corazones , a fin de que en un ambiente de intelectualidad y de perfecta fraternidad , nos entreguemos a buscar los senderos de nuestra propia superación. Eusebio Baños Gómez

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LA LUZ PRESTADA - El Espía de DIOS

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jueves, 14 de abril de 2011

¿Qué hacer para ingresar a la mas:.?

Paso 1: Debes informarte oportunamente acerca de lo que es y lo que no es la masonería. Puedes consultar enciclopedias, libros, páginas de Internet o si tienes oportunidad platica con un masón. Cualquiera de nosotros tendrá la disposición de escucharte y resolver tus dudas (por ridículas o exageradas que te parezcan) acerca de la Orden.
¿Dónde puedo obtener la mejor información acerca de la masonería?
  • De un masón
  • De una enciclopedia seria
  • De libros históricos
  • De logias regulares
¿Quiénes NO me pueden informar acerca de la masonería?
  • Libros, revistas o páginas esotéricas.
  • Libros, revistas o páginas sin objetividad política o religiosa.
Nuestra recomendación:
No puedes comprometerte con algo que no conoces o a lo mejor ni siquiera te interesa. De antemano te adelantamos:
Lo que SI es la masonería
  • Una fraternidad universal de hombres y mujeres libres y de buenas costumbres que luchan dentro y fuera de ella por lograr un mundo más humano, libre y justo para todos.
  • Un grupo de personas dedicadas a ejercer la caridad, fomentar el libre pensamiento, ayudar a los viajeros y defender las libertades sin buscar la fama, la fortuna o el aplauso de la sociedad.
  • Un conjunto de personas que siguen un viejo rito didáctico, basado en leyendas y símbolos, para protegerse y aprender a valorar la libertad, la igualdad, la fraternidad, el amor, el socorro, y la verdad.
Lo que NO es la masonería
  • Un grupo poderoso, infiltrado e influyente en las altas esferas del poder y las finanzas a nivel mundial.
  • Un grupo de estudiosos de la astrología y las ciencias ocultas.
  • Una red internacional de protectores de algún secreto que de revelarse provocaría el pánico generalizado.
  • Un grupo de choque ateo o antirreligioso.
A muchos les parecerá gracioso, pero existe gente que escucha este tipo de rumores y debemos ser bastante claros: no tenemos la más remota idea de cuándo se va a acabar el mundo, ni sabemos qué paso con el Santo Grial, no podemos infiltrar a alguien en algún lado, no sabemos si exista vida en otros planetas, ninguno de nosotros adivina, ni levita, ni se desaparece (¡salvo cuando nos piden prestado!), no matamos ni espiamos a nadie, no convertimos a nadie a alguna religión, no realizamos sacrificios de animales, humanos, etc., etc., etc.
Paso 2: Debes estar convencido acerca de lo que quieres y estar seguro de que la masonería te ayudará a alcanzarlo. Vas a tomar una decisión que te comprometerá de por vida y tienes que estar seguro de que la masonería realmente te conviene.
¿Para qué SI me puede servir la masonería?
  • Para aprender a valorar los más altos principios y crecer como persona.
  • Para vencer tu ignorancia y aprender de todos y cada uno de tus amigos y compañeros, desde los más humildes hasta los más destacados.
  • Para ayudar a los más necesitados de una manera directa, transparente y secreta.
  • Para luchar por una sociedad más justa y libre.
¿Para qué NO me sirve la masonería?
  • Para conseguir algún trabajo o posición.
  • Para aprender astrología u otra falsa ciencia.
  • Para conocer los secretos que se manejan en las altas cúpulas.
  • Para sustituir tu religión actual.
  • Para participar en algún movimiento rebelde.
Paso 3. Debes analizar qué estas dispuesto a dar por entrar y permanecer en la masonería. Es decir, qué vas a ofrecer a cambio de recibir.
Lo que SI te va a exigir la masonería
  • Que seas una buena persona con libertad de criterio.
  • Que tengas un deseo permanente de superación y aprendizaje.
  • Que ofrezcas siempre tu ayuda a los necesitados y a tu comunidad.
  • Que guardes el secreto de todo lo que ves y escuchas en la logia para proteger a tus compañeros y amigos en todo el mundo y evitar alguna represalia en su contra por alguna opinión o sugerencia vertida.
  • Que tomes en serio sus enseñanzas y mantengas en alto el nombre de la institución.
  • Que pagues tus cuotas oportunamente.
Lo que NO te va a exigir la masonería
  • Que cambies de religión.
  • Que te afilies o votes por algún partido político.
  • Que dañes o ataques a alguna persona o institución.
  • Que te hagas daño física, psicológica o emocionalmente.
Paso 4: Debes ir a una logia cercana a tu domicilio y externarles tu deseo de ingresar a la fraternidad. Es fácil distinguirlas por sus emblemas (una escuadra entrelazada con un compás encerrando una letra “G”),  o por sus colores casi siempre azules. Puedes asimismo buscarlas en el directorio telefónico o preguntando a la gente.
Ya estando ahí lo más probable es que te hagan algunas preguntas acerca de tus motivos, de tu forma de vida, de tu forma de pensar, etc. Si realmente observan un deseo sincero y desinteresado de tu parte por convertirte en masón entonces algunos de ellos se ofrecerán a apoyarte y te dirán los requisitos que deberás cubrir.
Los requisitos frecuentes son llenar una solicitud, algunas fotografías, acta de nacimiento, identificación oficial, carta de no antecedentes penales, comprobantes de tu empleo u ocupación, pago de la cuota, etc. Algunas logias te pedirán más cosas, pero la mayoría se conformará con eso o menos.
Paso 5: Preséntate con todo lo que te solicitan y espera a que te llamen o te vuelvan a citar. A partir de entonces decidirán si es conveniente que te integres a ellos o no. Recuerda que todavía tienes tiempo de arrepentirte y que no has formalizado ningún compromiso todavía, así que puedes llamarles para retirar tu solicitud. Si te aceptan te llamarán para la iniciación (un rito y proceso obligatorio que les mostrará la seriedad de tus objetivos) o en caso contrario te regresarán la solicitud y todo sigue como antes.
Recuerda que un juramento masónico es vitalicio y exige estricto cumplimiento. Analiza con calma tus prioridades y decide lo mejor para ti

domingo, 10 de abril de 2011

La Historia De Los Templarios. ¿Hasta HOY?

Templarios
La mayor parte de las personas piensan que los Templarios se acabaron con la muerte de Jacques de Molay. Eso es falso. como dice el libro de M.N. Piobb: “Revelación”, en 1318, se reunió en salón de provenza un gran cónclave de los Templarios, y ellos decidieron quedar en sueño hasta el advenimiento de un gran maestre 600 años después.
INICIOS:
Llamamos ORDEN DE LOS TEMPLARIOS a la Orden fundada en 1118 por Hughes de Payens, de origen flamenco.
La Orden Nació en Jerusalén con el nombre de ORDEN DE LOS POBRES CABALLEROS DE CRISTO. Hugo, junto con otros 8 Caballeros, pidieron al Rey de Jerusalén, descendiente de Godofredo de Bouillon, un lugar donde reunirse y asentarse. El rey les concedió como donación las ruinas del TEMPLO DE JERUSALÉN, y por eso, se les comenzó a llamar CABALLEROS DEL TEMPLO DE JERUSALÉN o CABALLEROS TEMPLARIOS. Fueron convocados a las Cruzadas, al igual que los Caballeros Hospitalarios; pero, a diferencia de estos últimos, no sólo eran guerreros, sino que tenían una agrupación de carácter monacal. Tan es así, que Bernard de Clairvaux (BERNARDO DE CLARAVAL) presentó ante el Papa reinante las Reglas de la Congregación Templaria, en 1127.
Los siguientes años, encontramos a los Templarios en las Cruzadas, y pelearon en Los Cuernos de Hattin en la Tercera, al lado de los Hospitalarios.

Empero, al terminar la Tercera Cruzada, pasaron a Arabia, conocieron al Anciano de la Montaña y a los Ashashins, quienes compartieron enseñanzas; los árabes derviches les enseñaron el Sufismo y los Templarios les enseñaron la Sabiduría Occidental. También viajaron algunos a India, China, Tibet y hasta Japón.
Aunque no fueron los primeros que lo hicieron, promovieron el comercio de las especias o aliños.
Ya en las Cruzadas promocionadas por Luis IX, al quedar apresado este Rey por los árabes, pidió ayuda para el rescate a los Templarios.
Debido a que muchos nobles los contrataban para defender sus tierras, llegaron a tener un gran caudal monetario. Y le prestaron ayuda económica a varios reyes.
Al prestarle a Felipe el Hermoso, rey de Francia, éste, que había ayudado a Clemente IV a ser Papa. los acusó de herejía, de ser sodomitas, de ser idólatras.
(1307-1318)
En 1307, siendo Gran Maestre Jacques Molay, fueron apresados muchos templarios. Fueron torturados, mediante sistemas medievales y obligados a confesar cosas que no eran verdad.
Se condenó a la hoguera a Jacques Molay, al Conde de Angulmois, a Hughes de Peraldes y a Geoffroy de Gonneville. Sin embargo Jacques de Molay y el Conde de Angulmois se retractaron de lo que habían sido obligados a decir bajo tortura. Por tanto, ellos fueron acusados de relapsos. Y, en forma que nadie sabe hasta hoy, quedaron en libertad Peraldes y Gonneville. Estamos en 1313-1314 (Juliano y Gregoriano).
Ya en 1318, Gonneville y Peraldes convocaron a un Congreso Templario, y acudieron muchos templarios. Estaban indignados y quisieron venganza. Pero Gonneville los apaciguó. Se hizo un equipo de trabajo y el resultado fue:
1) Se hizo el documento llamado de “NOSTRADAMUS” .
2) Se hizo otro documento llamado de “MALAQUÍAS“.
3) Se hizo una agrupación de alquimistas llamada: LOS R + C = LOS RESPETABLES CABALLEROS quienes ahora se les conoce como los Rosa Cruces.
4) Se organizó otra agrupación, llamada LOS FM (CONSTRUCTORES LIBRES). Ahora conocidos como Masones o Francmasones.
En esta verdadera historia de los Templarios, quedó oculto por un tiempo que el Gran Maestre Interno (o sea, el que dirigía a los monjes) era DANTE ALIGHIERI. Él formó los FIELES DE AMOR, grupo Illuminati medieval.
DESDE 1318 HASTA NUESTROS DÍAS
Aunque ciertas enciclopedias de internet propagan la noticia de que no se puede probar QUE SEA VERDAD que haya templarios actualmente; debido a que Dante sí fue Templario, podemos formar ahora la historia desde 1318 hasta nuestros días.
Después de Dante, se comienza a tener las célebres GUILDAS.
Se formaron en España y Portugal, dos Órdenes para encubrir a los Caballeros Cruzados:
La Orden de Calatrava en España, y
La Orden de Cristo en Portugal.
Llega el Renacimiento. Hay grupos de 3 personas que ya no se conocen como Templarios. El riesgo era enorme, debido a la Inquisición.
En Italia trabajan:
Leonardo da Vinci,
Michelangelo Buonarroti, y
Raphaelo Sanzio Da Urbino como líderes de ese grupo (Priorato Italia), en el cual está estudiando Jacoppo dei Barbari.
En Alemania:
Johannes Trithemius ofrece estudios a:
Paracelso,
Cornelius Agrippa, y a
Albrecht Dürer (que ya había estudiado con Jacoppo dei Barbari). (Priorato Alemania).
En Inglaterra:
Robert Fludd,
Francis Bacon, y
Michael Maier, que formaron también otro grupo: Los AMIGOS DE LA VERDAD:
Filaleteo,
Valentín Andrea, y
Arnold de Villeneuve (alquimistas) .
En Francia:
Arnold de Villeneuve da enseñanzas a grupos, y de estos, surgieron Rabelais, Moliere y Racine.
En España:
Cervantes, Lope de Vega y Calderón de la Barca.
En el siglo XIX, surge el célebre escritor esotérico, que fue sacerdote, Alphonse Louis Constant, quien escribió DOGMA Y RITUAL DE LA ALTA MAGIA, con el pseudónimo de ELIPHAS LEVI.
Luego, EL Dr. Gerard Encausse (PAPUS) hace la agrupación martinista, y escribe muchos libros, tales como: Tratado de Magia, Tratado sobre Ciencias Ocultas y otros. En esa época se asocia con ocultista como Saint Yves De Alveidre (EL ARQUEOMETRO es su obra principal y otras como LAS MISIONES…) , y Stanislas de Guaita, quien vive poco, pero deja escritos muy valiosos (LA SERPIENTE DEL GÉNESIS entre otros).
Ya en 1908, el Conde francés PIERRE FRANÇOIS XAVIER VINCENTI DEI PIOBBETA, publica LOS MISTERIOS DE LOS DIOSES, con una primera entrega: “VENUS”. Y revive de esta forma la GNOSIS TEMPLARIA, dándole el nombre de ORDEN SUBLIME DEL TEMPLO. Escribe muchos libros (FORMULARIO DE ALTA MAGIA, EL SECRETO DE NOSTRADAMUS, LA CLAVE DE LAS CIENCIAS SECRETAS, LAS PROFECIAS DE SAN MALAQUÍAS y otros). Fué un gran periodista y un gran esoterista. Conoció en forma profunda las Profecías de Nostradamus y San Malaquías, Devolvió a las Ciencias Secretas su lugar científico, el cual había perdido con personas que desconocieron el valor de la Geometría, y se dieron a sueños y divagaciones sobre la escasa profundización de los Textos Sagrados Orientales y Occidentales.
A América llegó, por instrucciones de PIERRE PIOBB, el Arquitecto Jules Federick Capt-PIOBB, el cual conoció a otro buscador de la Verdad, llamado Maurice Francis Nouveau-PIOBB. Ambos le entregaron al Sucesor del Gran Maestre PIERRE PIOBB las enseñanzas templarias y él, un Profesor Universitario de Matemáticas y de Filosofía, estudió con ellos durante 22 años, desde 1967 hasta 1989, la Sabiduría Templaria en toda su extensión, no sólo en su forma histórica, sino en sus 5 ramas de:
1.- Física Desconocida,
2.- Ley de los Grandes Números,
3.- Evolución Humana,
4.- Ciencia de las Religiones, y
5.- Simbolismo Geométrico del Arte.
Bajo las leyes de las Correspondencias, en 1993, tomó posesión de su cargo, el cual ejerce hasta hoy.
Por tanto, sí se puede hablar de Templarios hoy en día. Sólo que habemos pocos y estamos prudentemente detrás de bastidores, pero ayudando al planeta en forma adecuada y sin buscar ni fama ni poder material.
la directiva internacional radica ahora en América, de acuerdo al carácter sinistrófilo de la evolución humana. Y, voy a decirlo en forma adecuada. No se trata aquí de probar mediante documentos -que pueden ser amañados- la sucesión de los nuevos Grandes Maestres. Se trata, más bien, de saber impartir en forma pedagógica y científica y en forma exacta LA VERDAD Y EL AMOR, PARA LLEGAR A LA LUZ ETERNA DE LA SABIDURÍA CÓSMICA.

SALUDOS, TOCAMIENTOS Y BATERÍAS,

 Nosotros creemos que la Humanidad ha conseguido afianzar su estabilidad, aplicando los Sistemas contenidos en la Ciencia que trata de la ÉTICA SOCIAL; además de que en su afán de llegar hasta el más alto nivel Moral en sus relaciones de Amistad, de Armonía y de estrecha Unión Individual y colectiva, ha inventado lo que podemos llamar SALUDO, mismo que se manifiesta por medio de la Palabra o a base de Ademanes y Demostraciones de AFECTO, de CARIÑO y de RESPETO, las que por lo regular se ejecutan con la Mano Derecha.

En igualdad de circunstancias, la Masonería  ha adoptado a su vez, dentro de sus prácticas Ritualísticas correspondientes a la SANA MORAL, esos mismos ademanes y demostraciones de AFECTO, de RESPETO, de FRATERNIDAD y de UNIÓN, como factores indispensables, que lo mismo sirven para llevar a efecto el reconocimiento entre hermanos, como para poder distinguir sus diferentes Categorías y los Grados Simbólicos en que trabajan los Masones; estos Sistemas de Lenguaje Figurado, dan a conocer a los Iniciados el ambiente en que suelen encontrarse y se interpreta por medio de Palabras, Tocamientos, Signos, Saludos, Baterías, etc., mismos que se ejecutan de Viva voz, con las Manos y con los Pies, en la forma que ya nos es conocida.

Desde luego podemos hacer notar que el ejercicio de nuestro Talento, durante las constantes actividades físicas a que nos dedicamos, dentro y fuera de nuestros Templos; nos obligan a aceptar a la inmensa mayoría de dichos ademanes y demostraciones de AFECTO, de CARIÑO y de RESPETO, ejecutándolos con la Mano Derecha, puesto que también debemos advertir, que Científicamente está demostrado que nuestras facultades físicas, son dirigidas por el Cerebro Humano, imprimiendo mayor energía a los músculos del brazo derecho, lo que viene a constituir un acto en que la FUERZA material del hombre, queda subyugada por su propia inteligencia; ya que como dijimos antes, todos nuestros ejercicios físicos y nuestras acciones, obedecen siempre a esa facultad, la que indudablemente obra de acuerdo con el DESEO, con la VOLUNTAD y con la ENERGÍA del hombre, al llevar a la práctica todos nuestros actos, haciendo uso de la Mano Derecha.

En vista de lo anterior expuesto, parece que en forma sistemática, ejercemos todo aquello que se califica como lo más JUSTO y RAZONABLE en nuestro concepto; o lo que se lleva a la práctica con más o menos PERFECCIÓN; igual cosa podemos asegurar respecto a las ACCIONES u OBRAS materiales, puesto que no cabe duda que todos esos actos los llevamos a su ejecución, con la Mano Derecha por ser esta extremidad a la que consideramos, como la más FIEL intérprete de la VOLUNTAD Humana, a la vez que el conducto por el cual, opera o se manifiesta el CRITERIO y la INTELIGENCIA del Hombre, factores que le obligan a realizar práctica, teórica y técnicamente, todas aquellas Labores o Trabajos Materiales, de acuerdo con las Reglas de la ESTÉTICA o sea la PERFECCIÓN de toda OBRA.

Pero también se nos presenta el fenómeno de los ZURDOS, como un caso digno de estudio, y como un factor que se debe a ciertas lesiones Cerebrales en el individuo, sean de origen natural o a consecuencia de golpes o derrames sanguíneos, que son las causas que motivan dicha anormalidad física, pero en ocasiones la referida costumbre suele adquirirse a consecuencia del constante ejercicio a que se somete a la extremidad izquierda, aunque esta afección tiende a impedir en el hombre la libre práctica y el pleno desarrollo de sus facultades físicas, de conformidad con su Sistema Orgánico, y por ese motivo, observamos también el caso de los MUDOS, los SORDO-MUDOS, y aún hasta de los CIEGOS, puesto que generalmente estos individuos buscan el adiestramiento de las facultades de sus otros Sentidos, para substituir a los que les faltan; con los resultados de que una vez que han logrado determinada PERFECCIÒN, se hacen entender por medio de Señales o de Ademanes, para manifestar sus DESEOS o hacer su VOLUNTAD con suma facilidad; pero esto no quiere decir que todas esas circunstancias o situación en que los afectados se ven obligados a proceder, constituya una perfección adquirida por NATURALEZA.

De la misma manera podemos juzgar a quienes se dan el título de AMBIDEXTROS, o sean las personas que pueden ejecutar fácilmente con ambas manos y con la misma PERICIA, cualquiera de sus actividades u ocupaciones mecánicas; puesto que ya sabemos que es el ejercicio y la costumbre de utilizar los dos Brazos y las dos Manos, lo que viene a constituir ese hábito, pero que finalmente les permite adquirir también una práctica que por todos conceptos se considera fuera de lo NORMAL y NATURAL en sus funciones; en consecuencia, a esos individuos los podemos conceptuar como ANORMALES, si tomamos en consideración que sus facultades orgánicas, han sido expuestas a los ejercicios constantes de un entrenamiento físico, fuera de lo que regularmente deben aplicárseles.

Ahora bien, si tomamos en consideración los argumentos anteriormente expuestos, para compararlos con la COSTUMBRE UNIVERSALMENTE impuesta por la educación y las enseñanzas Morales y filosóficas del hombre; la masonería considera a la MANO DERECHA, como uno de sus más fieles intérpretes, para propagar el Lenguaje Simbólico, seguramente porque en dicha extremidad, existe el punto principal de la sensibilidad humana, o sea el Sentido del TACTO tan necesario y tan profundamente aplicado en el Lenguaje MUDO adoptado por nuestra Institución.

En efecto, el Léxico Masónico Universalmente conocido, se lleva a la práctica a base de medios de reconocimiento, apreciando en primer término, las PALABRAS; y enseguida figuran los Signos, los TOCAMIENTOS, los Saludos, Las Señales, las Baterìas, etc., que por lo regular, la inmensa mayoría se ejecutan con la Mano Derecha, y se les considera como demostraciones y ademanes propios del simbolismo y de sus enseñanzas; pues debemos tener siempre presente, que cada una de esas demostraciones, tiene SIETE INTERPRETACIONES PRINCIPALES Y CUARENTA Y NUEVE SECUNDARIAS, pero en el presente caso, sólo nos ocuparemos de interpretar las que corresponden al Primer Grado, en el que figuran como materias de estudio; principiaremos pues, por conocer el Origen, la Etimología, la Interpretación, el Significado, etc., de:  la palabra SALUDO, voz que deriva de la Lengua Latina “SALUS”, “SALUTE” o “SALUTEM” y que se refieren a la acción de Saludar, o bien al acto de tributar los Vítores o Hurras en los momentos de aplauso y de alegría; indican también a los ademanes de cortesía y de honor, que prescriben las Reglas de la Urbanidad, así como a las demostraciones de atención y de respeto que se observan entre los Militares; igualmente se le da el nombre de SALUDO, a las Salvas que se disparan con fusiles o cañones en honor de Altos Jefes, o cuando se trata de sus funerales; o bien cuando se ejecutan a la llegada y salida de los Barcos de guerra en los Puertos.

Por lo que respecta a nuestra Institución, la palabra SALUDO se introdujo desde el instante en que por vez primera, se principiaron a mantener las relaciones de amistad, de compañerismo y de fraternidad, entre los Masones, lo mismo que al expedir las primeras Planchas que según se sabe, fue desde la época de la Instalación de la Gran Logia de Estado en Inglaterra, por el año de 1717, pues parece que también se ha comprobado, por documentos que datan de aquellos tiempos, que esas demostraciones se manifestaron al final de los escritos, en la siguiente forma:  S:.S:.S:., cuyas palabras que representan son:  SALUS, SALUS, SALUS, es decir que se estampaba el Triple Saludo; pero que posteriormente dichas iniciales fueron sufriendo algunas transformaciones, hasta llegar a las que actualmente conocemos como S:.T:.U:., que indican SALUD, TOLERANCIA, UNIÓN, sólo que ahora las referidas iniciales se colocan al principiar la redacción de los escritos; éstas mismas palabras se usan durante los ceremoniales y demás actos ritualísticos, sociales y simbólicos que practica la Masonería en la forma acostumbrada.

Como ya dijimos anteriormente, el SALUDO Masónico está considerado, como un signo o ademán exterior de reconocimiento, de honor, de respeto y de júbilo; circunstancia por la cual, cada Grado y cada Cámara tiene sus respectivas modalidades y formas de SALUDO a ese respecto, y en donde se han adoptado desde el SALUDO SIMPLE, el TRIPLE SALUDO y el SALUDO POR TRES VECES TRES, todas estas demostraciones, seguidas de las palabras misteriosas de HOUSSE, HOUSSE; además dichas voces tienen otros significados filosóficos, como el de LIBERTAD, el de BIEN PÚBLICO,  el de GRACIA Y JUSTICIA, el de RAZÓN Y CONCIENCIA, el de SALVACIÓN ETERNA, etc., y finalmente tenemos el SALUDO DEL BRINDIS durante los Banquetes Masónicos; el SALUDO de las BATERÍAS para todas las Cámaras; el SALUDO de ACLAMACIÓN para los hermanos distinguidos; el SALUDO  de RECEPCIÓN para los hermanos recién iniciados o afiliados y el SALUDO FRATERNAL que se tributa a los hermanos Visitadores; existen otros muchos SALUDOS que se ejecutan según las circunstancias en que se desarrollan los trabajos de las Logias.

Una vez que hemos conocido en forma detallada y minuciosa el Origen, el Simbolismo y la Interpretación del vocablo SALUDO, procederemos ahora a investigar en la misma forma a:
La palabra TOCAMIENTO, y vemos que es una voz que deriva del Latín “TOCARE”, aunque parece que también se le hace originaria del idioma francés “TOUCHER” o “TOUQUER”, palabras que traducidas literalmente, indican la acción de tocar o de palpar alguna cosa; significa también, el llamamiento a la atención, o bien a la Inspiración de una Idea concebida por el pensamiento humano.
Como TOCAMIENTOS en Masonería, se conocen a los que se refieren precisamente a los Llamamientos que entre sí, se cambian los Hermanos, para identificarse o para justificar los Grados que poseen; también se refieren a las manifestaciones orales,

Táctiles o a los ademanes Simbólicos por medio de los cuales, se practica el Lenguaje MUDO, para el fin de que todos los Masones den a conocer su presencia, su categoría o su misión, en forma discreta; además de que los TOCAMIENTOS en conjunto, forman el lenguaje Universalmente conocido y adoptado, como el medio más eficaz para cultivar los Sentidos y la Intuición del hombre a quien le inspira el deseo de conocer, de investigar y de aprender todos aquellos conocimientos Morales, Filosóficos y Científicos, aplicando de una manera diligente su MALICIA, su PERSPICACIA y su TALENTO, para comprender la verdadera finalidad que se persigue, para llegar a aplicar el Simbolismo de los Referidos TOCAMIENTOS, puesto que de una manera firme, constituyen la base principal de reconocimiento más antigua, que se conoce en la Masonería.

En vista de las explicaciones anteriores, creemos que nos hemos compenetrado de las enseñanzas, que nos proporciona la palabra TOCAMIENTO en toda la acepción de la Palabra, puesto que en forma consciente hemos interpretado su etimología y estudiado su origen, por lo tanto, ahora nos corresponde investigar lo relativo al Significado filosófico y demás orientaciones Morales y Científicas que nos proporciona:

La palabra BATERÍA, voz que también viene de la Lengua Latina “BATUERE”, misma que se interpreta como Golpear, Batir, Revolver, etc.; igualmente indica la acción de hacer ruido, o al acto de producir Chasquidos sonoros, al golpe sobre instrumentos acondicionados para el objeto; se refiere también, a una colección de artefactos o útiles de cocina; lo mismo que a un recipiente en que se acumula la Electricidad; del mismo modo se le denomina, a una Lìnea o conjunto de Cañones, en disposición de hacer fuego; al acto de atacar o de sostener, por medio de la FUERZA al conjunto de bocas de Fuego de Alto Calibre; se refiere también a una Unidad Táctica y Orgánica del Arma de Artillería, y así sucesivamente; con el nombre de BATERÍA, se conoce el acto de Hostilizar, de Acosar y de no dar REPOSO a cualquier adversario.

Por lo que respecta a los Rituales Masónicos en vigor, y dentro del ceremonial adoptado por nuestra Augusta Institución, la palabra BATERÍA tiene muchas aceptaciones; en primer lugar se nos manifiesta como una demostración alegre y ruidosa que se efectúa, para expresar los sentimientos de JÚBILO o REGOCIJO; y en el segundo lugar, cuando se ejecuta para expresar los sentimientos de DUELO o de LUTO, en memoria de los hermanos que han pasado a ocupar su sitio en el ETERNO ORIENTE; en el primer caso, se aplaude con ambas manos en la forma que se nos ha enseñado; estas manifestaciones pueden ser SIMPLES, TRIPLES, POR TRES VECES TRES o LIBRES; en el segundo caso, o sea el que se refiere a la BATERÍA DE DOLOR, se efectúa golpeando con la palma de la mano derecha el antebrazo izquierdo, para producir un ruido apagado, de la manera que también se nos ha enseñado; estas demostraciones de DUELO o de LUTO, como su nombre lo indica, se tributan durante las Tenidas Fúnebres, o para rendir los homenajes u honores respectivos a los hermanos desaparecidos; o bien para conmemorar los aniversarios de los referidos acontecimientos, esta BATERÍA puede ejecutarse únicamente en forma SIMPLE, TRIPLE o POR TRES VECES TRES, y seguidas también con la pronunciación de las Tres Palabras Místicas.

Como se ve, la filosofía y el ritualismo que se atribuye a todas las demostraciones de RESPETO, de ALEGRÍA, de DUELO, de RECONOCMIENTO y de HONOR, son motivo de un minucioso estudio, también en el sentido del Ceremonial Masónico, para el fin de aclarar y poder interpretar la intervención Litúrgica y Dogmática que se le atribuyen a sus enseñanzas, por lo tanto, vamos a dar algunas explicaciones de las más importantes en Moral, en filosofía y en Simbolismo, relativas a su aplicación y a su significado científico, en materia de ÉTICA MASÓNICA.

Principiaremos pues, por estudiar el curso regular que se sigue, y la conducta que debe observarse, para los casos en que se encuentren dos Masones desconocidos; por ejemplo:  cuando un Aprendiz se vea en presencia de alguna persona que sospeche sea Masón; procederá con toda atención y cortesía a presentarse, de conformidad con las Reglas Profanas de Urbanidad, pero una vez que haya estrechado su Mano; de una manera DISIMULADA le dará los TOQUES con el dedo Pulgar, en la forma que ya nos es conocida, y si llega a confirmar sus referidas sospechas, del mismo modo procederá a transmitirle la Palabra SAGRADA, si para ello fuere necesario; estas manifestaciones de reconocimiento significan:  LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD, enseguida ambos hermanos tendrán que reconocerse como MASONES, procediendo a darse el TRIPLE ABRAZO FRATERNAL; cada uno de estos abrazos significa SALUD, FUERZA y UNIÓN.

Cuando lleguemos ante la Puerta de un Templo, es necesario llamar por medio de TRES TOQUES, señal que se hace con los nudillos de los dedos, para el fin de anunciar nuestra presencia, en la forma convenida; puesto que es uno de los medios de reconocimiento indispensables, para permitir la entrada a dicho recinto; esos TOCAMIENTOS significan:  el primero, TOCAD Y SE OS ABRIRÁ; es decir que se nos dará PASO FRANCO para participar de los Trabajos de la Logia; el segundo TOQUE se interpreta como BUSCAD Y ENCONTRARÉIS, lo que prácticamente nos indica, que dentro del Taller es necesario investigar, estudiar, aprender e inquirir lo que no comprendamos, hasta llegar a descubrir la VERDAD; luego viene el tercer TOQUE, que se interpreta como PEDID Y SE OS DARÁ, en efecto, ya sabemos que entre las enseñanzas que se imparten durante las actividades que se desarrolan en las Logias Masónicas, existe la ineludible obligación de combatir al OSCURANTISMO, a la IGNORANCIA y a la SUPERSTICIÓN, que es lo que justamente BUSCAMOS, lo que en realidad PEDIMOS y lo que efectivamente se nos DA, de conformidad con los preceptos Simbólicos, Filosóficos y Morales, que las VIRTUDES HUMANAS nos proporcionan, para ser útiles al SER SUPREMO, a NUESTROS SEMEJANTES y a NOSOTROS MISMOS.

Inmediatamente después de haber cruzado los umbrales de la Puerta del Templo, nuestro primer deber es ponernos AL ORDEN, en la forma que se nos ha indicado por conducto de nuestros Maestros; para luego, partiendo de esa posición hacer los SALUDOS a las Dignidades del Taller, mismos que significan:  el que se dirige al Venerable Maestro; TENGO FE EN MIS IDEALES; el que se hace al Hermano Primer Vigilante:  ESPERANZA EN VERLOS REALIZADOS; y el que se dirige al Hermano Segundo Vigilante, AMOR A LA HUMANIDAD; en consecuencia, esos tres Grandes Preceptos interpretados por medio de los SALUDOS, son los que sirven de base para proceder a participar de las actividades o en los trabajo de la Logia, y como es natural, su fondo Filosófico nos lleva hasta la META  de nuestras aspiraciones, si es que antes no SUCUMBIMOS bajo el PESO ABRUMADOR de la DEBILIDAD, de la INCERTIDUMBRE o de las DUDAS propias de la FRAGILIDAD HUMANA.

Esos mismos Tres SALUDOS, tienen otra interpretación relacionada con ÉTICA SOCIAL MASÓNICA, y que se refiere a las VIRTUDES TEOLOGALES DE FE, ESPERANZA Y CARIDAD, como cualidades que la Filosofía Moral nos señala como el camino más accesible, conveniente y libre de escollos, para llegar hasta el PERFECCIONAMIENTO de todos nuestros actos; es decir, para que podamos aplicar conscientemente la CORDURA, la RAZÓN y la EQUIDAD, como la única norma de conducta, la que debemos observar dentro y fuera de nuestros Templos.

Pero todavía existen otras interpretaciones atribuídas a los SALUDOS, mismas que podemos considerarlas como las más sublimes inspiraciones a que se refieren los LAZOS DE FRATERNIDAD que existen entre los hombres, como Virtudes CARDINALES que de una manera profusa imparte nuestra Institución, y las cuales tienen sus relaciones con los altos conceptos que se han emitido, sobre las expresiones de SALUD, ALEGRÍA y PROSPERIDAD, palabras que invariablemente denotan a las irrompibles cadenas de la AMISTAD, del COMPAÑERISMO y de la FRATERNIDAD, que unen a los Masones entre sí, y entre toda la Humanidad en general.

Por lo que respecta al Signo de ORDEN para el Grado de Aprendiz Masón, consiste en llevarse la mano derecha al cuello en la forma y posición que se nos ha indicado, acto que por su significado Filosófico y Moral, nos recuerda el castigo material que se imponía y que aún debería imponerse, a quienes faltando a sus más elementales nociones de lo que es el HONOR y la VIRTUD; VIOLAN SUS PRINCIPIOS o TRAICIONAN A LA INSTITUCIÓN, vendiendo así a sus hermanos; este Signo, atendiendo a la forma en que se ejecuta, nos señala constantemente a la Fe inquebrantable de nuestros JURAMENTOS; es también el símbolo de la DISCRECIÓN para el Aprendiz, y al mismo tiempo le sirve como una de las lecciones en que se manifiesta la CONSTANCIA; y la FIDELIDAD  a los Ideales, para el fin de demostrar, que el Masón es un Hombre JUSTO, LEAL y SINCERO para con sus hermanos y para con todos los Seres que le rodean; cuyas características MORALES consisten en AMAR al Ser Supremo; en QUERER a sus Semejantes y en APRECIARSE A SÍ Mismo.

En cuanto a la interpretación que se da a las BATERÍAS que se tributan en Logia, como ya se ha dicho con anterioridad, prácticamente simbolizan a la expresión del sentimiento humano, ya sea de ALEGRÍA, de DUELO, de RESPETO y de VENERACIÓN, aún cuando en realidad, como ya sabemos cada una tiene SIETE SIGNIFICADOS principales, pero de entre ellos son tres los que corresponde conocer en esta Cámara; que viene siendo el de la ATENCIÓN, el del RESPETO y el del PODER, pero las enseñanzas que contienen las BATERÍAS dentro del ceremonial Masónico, son de carácter puramente Simbólico, en su parte mecánica, y en el orden Filosófico y Moral se hace necesario investigar sus enseñanzas tomando en consideración que contienen un cúmulo de conocimientos Espirituales y Ocultos, que no es posible darlos a conocer dentro de las materias de estudio en la Primera Cámara; sino que únicamente las hemos iniciado en forma elemental, como Principios fundamentales que nuestra Institución ha adoptado, como la más Alta Expresión del Pensamiento y de las Acciones Humanas, con relación al Ritualismo Litúrgico, con el fin de que se impartan dichas enseñanzas, para mejor compresión del simbolismo y de la filosofía Moral que se practican en la referida Cámara del Aprendiz.

Por último, los SALUDOS que nos cambiamos al despedirnos, una vez terminados los trabajos de las Logias, como ya dijimos, son emblemáticos de las expresiones de SALUD, de FUERZA y de UNIÓN, factores que enlazan a todos los hermanos en particular y ligan a los cuerpos Masónicos que existen sobre la superficie de la Tierra; también tienen otra interpretación Filosófica que se refiere a la PERSEVERANCIA, a la DISCRECIÓN y a la ABNEGACIÓN, cuyo fondo Moral nos indica precisamente a la Conducta que debemos observar una vez que hemos salido nuevamente, a desarrollar nuestras actividades en el Mundo Profano.

Además existen otros Signos, Señales, Palabras, Ademanes, Marchas y Demostraciones emblemáticas de nuestros estudios, los que debido a su interpretación simbólica, requieren un Capítulo Especial, razón por la que se darán a conocer, durante el desarrollo del Tema respectivo, para el fin de que nuestros hermanos Aprendices se compenetren de la profunda Filosofía que contienen y puedan aprovechar sus enseñanzas.

No cabe duda también, que los sistemas de estudio, propagados por medio del Lenguaje Simbólico, son mucho más comprensibles que la lectura de las solas lecciones expresadas a base de una escritura corriente; de ahí el porqué de las ILUSTRACIONES explicativas que aparecen en los Escritos y Textos de enseñanza Elemental, Superior y Científica, en que abundan las descripciones gráficas, representadas por medio de Signos, Figuras, Imágenes, Emblemas, Símbolos o haciendo uso de Metáforas, de Parábolas y en general hasta de Jeroglíficos; lo que en conjunto viene a constituir al Lenguaje Universal que la Masonería ha implantado, para instruir y propagar sus Principios y sus Máximas, entre todos los Pueblos que existen en el Mundo; puesto que no sería posible que sus adeptos, se comprendieran o se entendieran unos a otros, si hubiera necesidad de establecer para cada Idioma o Dialecto, las palabras de reconocimiento respectivas; tomando en cuenta también, que sería imposible que cada hermano retuviera en su memoria las voces correspondientes a cada uno de los Idiomas y dialectos que se hablan sobre la Superficie de la tierra.

En cambio, el Sistema y Métodos de reconocimiento y de enseñanza adoptados por nuestra Institución; si son plenamente comprensibles y aplicables en forma Universal, y por lo mismo, en cualquier lugar del Mundo en que nos encontremos, es indudable que nos distinguiremos y nos reconoceremos fácilmente como Hermanos.

Atendiendo a las explicaciones y argumentos expuestos hasta estos momentos, no cabe duda que llegamos al convencimiento de que muchos Profanos y aún algunos Hermanos se encuentran en un GRAVE ERROR, al creer que la Masonería PIERDE LASTIMOSAMENTE EL TIEMPO al tratar de interpretar e impartir las enseñanzas, sus Doctrinas y sus Dogmas, escalando los Grados Simbólicos; y que sus Temas de estudio, se interpreten a base de Signos, de Emblemas y de Alegorías; pero nosotros sabemos perfectamente que cada uno de dichos Símbolos, encierra un cúmulo infinito de ciencias Filosóficas y Morales, para quienes les agrada la INVESTIGACIÓN, el DESCUBRIMIENTO y el ESTUDIO.
Consecuentemente, resulta que la Masonería demuestra que en su seno NADA ES SECRETO, ni NADA ES OCULTO;  y si no todos los hombres se encuentran AFILIADOS en sus filas, es porque IGNORAN o no quieren COMPRENDER su verdadera finalidad; puesto que hay quienes la CONFUNDEN con las Religiones o las Sectas; y hay también quienes la COMPARAN con la Política, factores que ninguna relación tienen con la MORAL, con la FILOSOFÍA ni con el CIENTIFICISMO MASÓNICOS, bases en que se apoyan todos sus PRINCIPIOS y sus MÁXIMAS, por esa razón  existe el sublime Precepto que dice:  PEDID Y SE OS DARÁ.

INSTITUCIONES RELIGIOSAS en tiempo de JESÜS.

EL NOMBRE

Segun Hechos 4:12, " No hay sino un solo Nombre".
En arameo, el idioma de la Judea del siglo I, el nombre Jesús proviene de Yeshúa (Heb.ישׁוע, Yeshúa) «Yahvéh es Salvación».Nombre compuesto que contiene el Tetragramaton que corresponde al nombre divino. Este nombre llegó al español desde su equivalente en hebreo, Yeshua, a través del griego Iēsoûá (Ιησουα) y del latín Iesú(a) y del español Jesús. Sin embargo, se podría traducir también como Josué, ya que otra evolución del mismo nombre Ieshua fue a Ioshua y, de aquí, a Josué (y en inglés Joshua).
Resulta difícil presentar por sí mismas las instituciones religiosas de Israel, ya que toda la existencia judía, econó­mica, social y política, está marcada por la religión. Ya hemos visto, por ejemplo, la importancia económica que tenía el templo. Recogeremos aquí algunos de los datos más conocidos sobre el templo, la sinagoga y las fiestas religio­sas.

EL TEMPLO

El templo es en todos los aspectos el centro de Israel. El primer edificio fue construido por Salomón y destruido cuando la toma de Jerusalén por Nabucodonosor en el año 587 a.C. El segundo templo, reconstruido al volver del des­tierro e inaugurado en el año 515, era mucho más modesto. Fue levantado de nuevo por Herodes sobre bases comple­tamente nuevas. A veces se designa la historia judía entre el 583 a.C. y el 70 p.C. con el nombre de periodo del segundo templo.

LA CONSTRUCCIÓN

Escuchemos la descripción que nos hace Josefo de este templo de Herodes:
«En el aspecto exterior de la construc­ción no se ha omitido nada para impresionar el espíritu ‑y la vista. En efecto, como estaba recubierto por todas partes con espesas placas de oro, ya desde el amanecer reflejaba la luz del sol con tanta intensidad que obligaba ‑a quienes lo miraban a apartar los ojos como se apartan de los rayos solares. Para los extranjeros que llegaban, se presentaba a lo lejos como una montaña nevada, pues donde no estaba cubierto de oro lo estaba con mármol blanquísimo. En la cima estaba erizado de puntas de oro afiladas para impedir que se posaran las aves y ensuciaran el techo» (De bello judaico, V, 222‑224).
Esta expresión de magnificencia es la que nos dan todos los testigos oculares. Es verdad que el contemporáneo de Jesús debería quedar deslumbrado cuando, llegado a la cima de una colina, descubría la ciudad y en el medio una torre de 50 m. de alta (equivalente a un edificio de 15 pisos), plantada en una inmensa planicie de 480 m. de larga por 300 m. de ancha, que dominaba sobre el resto dala ciudad y que estaba rodeada de un muro, verdadera fortaleza. Penetremos en esa planicie: tienen acceso a ella los judíos y los paganos. Vemos dos inmensos pórticos ó patios rodeados de columnatas, en donde están instalados los comerciantes de bueyes, corderos, palomas, aceite y ‑harina necesarios para el culto, así como los cambistas: en efecto, la moneda Oficial del templo sigue siendo la que se acuñó en tiempos de Alejandro Janeo (103‑76 a.C:), con el mismo peso que la de Tiro (por eso se le llama también moneda tiriana). El centro de esa planicie está algo elevado sobre los demás: unas estelas o lápidas escritas en griego y en latín prohíben el paso a todos los incircuncisos, so pena de muerte. Su­biendo unos escalones, se llega a la terraza central sobre la que está construido el templo. Dan acceso al mismo nueve puertas monumentales, cuatro al norte, cuatro al sur y una al este; estas puertas estaban recubiertas totalmente de oro y plata, lo mismo que sus montantes y dinteles; pero una de ellas que daba hacia fuera del santuario, en bronce de Corinto, sobrepasaba ampliamente en valor a las otras de­coradas de oro y plata. Cada portón tenía dos puertas de 30 codos de alto cada una (=15 m.) y 15 de ancho», (Josefo, De bello judaico, V, 201‑202). Esta puerta corintia es sin duda la puerta hermosa de Hech 3,2.Se pasa a continuación al patio de las mujeres, luego al de los hombres y finalmente al de los sacerdotes, que rodea al altar de los sacrificios. Detrás de esté altar se levanta el templo propiamente dicho, una especie de cubo que mide 50 m. de longitud, de anchura y de altura. En el interior, la sala llamada el Santo tenía en el centro el altar de los perfumes, a la izquierda la mesa de los panes de la proposición o de la ofrenda, a la derecha el candelabro dalos siete brazos. El Santo dalos santos estaba completamente vacío (en el templo de Salomó n, destruido en el año 587, contenía el arca dala alianza); está separado del Santo, no por una pared, sino por una doble cortina (el velo del templo); sólo el sumo sacerdote penetra en él, con gran temor, una vez al año, el día de la fiesta de la expiación: es el lugar dala presencia del Señor.
Adosados a las paredes del templo hay varios edificios anejos: la sala del sanedrín, almacenes para la leña, el vino, el aceite destinado al culto, la sala del tesoro…
También se habla de varios elementos decorativos, como los racimos de uvas de oro de la altura de un hombre en el frontispicio y de los numerosos tapices y tejidos preciosos llegados de los países más remotos.

EL CULTO

Cuando Josefo nos habla dalos mármoles blancos como la nieve y del oro resplandeciente, seguramente, adorna un poco su descripción, a no ser que los sacerdotes (los únicos que podían penetrar en el interior del templo) limpiasen regularmente las paredes; en efecto, el altar es un foco continuo de polución atmosférica. No hay más que ver hoy los altares de nuestras iglesias: aquel altar cuadrado de 25 m. de lado y 7,5 de alto, al que se sube por unas escaleras, se parece mucho a un incinerador o a un horno crematorio sin sistema de recuperación ni de filtro de humos, ya que lo esencial del culto consistía en .quemar animales enteros (holocaustos) o al menos sus vísceras y su grasa (sacrificios por el pecado y sacrificios de comunión). Lo único que no se quemaba era la piel, que se convertía en propiedad de los sacerdotes. En cuanto al fuego, se utilizaba leña relativa­mente preciosa junto con el incienso, cuyo perfume debería atenuar el olor de la carne carbonizada.
Todos los días se inmolaban como ‑sacrificio perpetuo­ de Israel a su Dios 2 corderos añejos: uno por la mañana y otro por la tarde. El emperador romano mandó además que se sacrificaran (¿a su propia costa?) otros 2 animales ‑no sabemos cuáles‑, uno por él y otro por el imperio. Señale­mos de pasada una diferencia enorme: mientras que todos los demás pueblos tienen que inmolar al emperador, aquí se le ofrece a Dios un sacrificio por él. No conocemos el ritual exacto de estos sacrificios oficiales: si oficia un solo sacer­dote, designado por suerte, es probable que asistieran los demás sacerdotes de servicio y que intervinieran los levitas y los músicos.
Durante el resto de la jornada, se sucedían los sacrificios privados: tampoco en este caso conocemos su cifra, pero debían ser numerosos, sobre todo durante el verano (época de los viajes) y especialmente durante las grandes peregrinaciones. Si Herodes decidió agrandar el templo el año 20 a C, fue desde luego por razones políticas: deseaba agradar al pueblo. Pero los judíos no habrían aceptado esta decisión que tuvo que plantearles no pocos problemas de orden ritual y dificultades para el mantenimiento del culto, si aquello no hubiera respondido a unas necesidades efectivas. Hech 21, 26 supone que era necesario concertar previamente la fecha para el sacrificio; es verdad que Hech 20, 16 sugiere que Pablo llegó en el momento crítico de las peregrinaciones, pero lo cierto es que los sacerdotes tenían seguramente tarea.
El israelita que quería ofrecer un sacrificio empezaba comprando, en la entrada del templo, el animal o los anima­les que deseaba ofrecer, así como la harina y el aceite necesarios prácticamente para las ofrendas. Luego entraba en el segundo recinto y pasaba al patio de Israel. Se pre­sentaba a un sacerdote, reconocible por su vestidura espe­cial (traje de lino blanco). Este le llevaba entonces, a través del patio de los sacerdotes que se podía atravesar en estas circunstancias, hasta el pie del altar. Si en el A.T. era el propio oferente el que degollaba personalmente a la víctima, parece ser que en el siglo I de nuestra era esta función correspondía al sacerdote, excepto en el rito del cordero pascual, inmolado por el cabeza de familia, ya que todo el pueblo, según Filón, se veía elevado aquella tarde a la dignidad sacerdotal. Luego el animal era despojado de su piel, despedazado y utilizado cada uno de los trozos según las prescripciones de la ley. Estos ritos van acompañados de plegarias y bendiciones, que no conocemos. Una mujer .o una persona incircuncisa pueden también ofrecer sacrifi­cios, pero les está prohibida la entrada en lo más íntimo del templo, por lo que no pueden acompañar y ayudar al sacer­dote.

LOS CIRCULOS DE SANTIDAD

Hemos hablado hasta ahora de lugares concretos, de patios (de las mujeres, de los israelitas…) o de límites bien precisos. Estas delimitaciones se basan, más profunda­mente, en la concepción judía de la santidad. En plan es­quemático, podríamos decir que, para lsrael, sólo Dios es el santo, el puro, el separado, el perfecto; por naturaleza, el hombre y la creación en general son lo profano, lo impuro, lo vulgar, lo imperfecto. Por simple proximidad o contacto, cada uno es capaz de comunicar una parte de lo que es; por eso el hombre puede comunicar su impureza a su seme­jante, pero n o su santidad. Dios, al contrario, comunica su santidad a todo lo que se le acerca, una santidad cada vez más difusa y más débil a medida que uno se aleja de él. Podría representarse esto bajo la forma de unos círculos concéntricos.
En el centro está el lugar sagrado por excelencia, el sitio en donde Dios hizo descansar su gloria (1Rey 8,10): el Santo de los santos. Viene luego el Santo, donde pueden penetrar los sacerdotes. Está luego el altar en el que se ofrecen todos los sacrificios y el espacio entre el altar y el Santo, estricta­mente reservado para los sacerdotes. Luego el patio de los sacerdotes al que tienen acceso los sacerdotes, incluso aunque no sean aptos para el culto (inválidos de cualquier clase). En quinta y sexto lugar vienen los hombres adultos de Israel y las mujeres. Finalmente, están los paganos. Estos círculos a su vez se inscriben en un contexto más amplio: alrededor del templo, el espacio sagrado por excelencia, está la ciudad de Jerusalén; luego el país de Israel y final­mente el resto del universo.
Según su estado, circunciso o sin circuncidar, puro o impuro, el hombre puede ir avanzando más o menos por estos ‑grados» de santidad: mientras permanezca dentro de los límites que sede han asignado, no hay ningún problema; pero si los traspasa, su impureza “profana” el sitio en el que ha entrado indebidamente y rompe el equilibrio querido por el Señor. Del mismo modo, cuando Jesús toca a un leproso para Curarle, pretende purificarlo, darle su santidad, mien­tras que para los judíos no hace más que contagiarse de su impureza.

La sinagoga

El templo es el lugar que polariza toda la vida religiosa, política y económica de Israel. Pero en la vida cotidiana hay otra institución ‑la sinagoga‑ de enorme importancia. Hay solamente un templo al que se sube en contadas ocasiones (una vez al menos en la vida si se reside fuera de Palestina), pero la aldea más pequeña tiene su sinagoga; allí es en el fondo donde se forja la mentalidad y la piedad del israelita.
Lo mismo que el término iglesia, la palabra sinagoga representa dos realidades: la reunión de los creyentes para la oración y el edificio material en donde se celebra esa reunión. Hech 16, 13 sugiere que el edificio es secundario respecto a la reunión.

LA REUNIÓN

Los orígenes de esta clase de reuniones no los conoce­mos más que por algunas fuentes literarias que se muestran especialmente oscuras en éste punto. Parece ser que hay que buscar este origen en tiempos del destierro de Babilonia (587 al 538 a.C.). Aquel desastre nacional fue una prueba muy dolorosa para la fe de Israel, que provocó incluso la apostasía de muchos: la destrucción del templo y la desapa­rición del culto les parecían la prueba de que los dioses babilonios eran más fuertes que el Dios de Israel. Pero otros judíos, preparados por la predicación de Jeremías y sobre todo de Ezequiel, que vivió con ellos deportado con los demás, descubrieron un sentido a lo que estaban viviendo: Dios no abandona a su pueblo, quiere purificarlo. Sise ha suspendido el culto oficial, sigue siendo posible la medita­ción sobre los acontecimientos pasados y presentes y la oración al Señor. Los creyentes empiezan entonces a reu­nirse donde pueden para reavivar mutuamente su fe. Los sacerdotes ocupan ciertamente un papel importante y, en compensación, todo este esfuerzo de reflexión contribuye ampliamente a la formación de la .tradición sacerdotal» y a la intensa actividad literaria de la época. A veces se reúnen para esta reflexión en la playa junto a un río, cerca de la ciudad donde viven los deportados (Sal 137, 1).
¿Continuó la costumbre de celebrar estas reuniones al volver a Palestina? Se ocuparon en primer lugar de recons­truir el templo y de restaurar el culto. Pero, incluso en Palestina, el movimiento sinagogal parece ser que se desa­rrolló bajo el impulso de Esdras y Nehemías; la descripción que nos ofrece este último (Neh 8) es un buen ejemplo de estas reuniones. Por su parte, los judíos que quedaron en Babilonia y los que se dispersaron por el mundo (la diás­pora) sintieron también la necesidad de reunirse, a fin de mantener su fe en el Señor y de afirmar su conciencia de pertenecer al pueblo elegido. El movimiento se generalizó y en el siglo I de nuestra era cada comunidad judía tenía su sinagoga; las ciudades como Jerusalén, Roma, Alejandría o Antioquía tenían un gran número (480 en Jerusalén según la tradición rabínica). Por esta época se cree que esta institu­ción es tan antigua como el propio pueblo (Hech 15, 21).
El desarrollo del culto se centra en la oración y en la meditación de las escrituras. Se empieza recitando el Shema, el credo del pueblo de Israel compuesto de tres pasajes bíblicos: Dt 6, 4‑9; 11, 13‑21; Núm 15, 37‑41. Se afirma así de antemano fa unicidad de Dios y el vínculo tan estrecho que lo une a su pueblo. Vienen luego algunas oraciones, proclamadas por el responsable del oficio y a las que el conjunto de asistentes se asocia respondiendo “Amén”. Se refieren a la vez a las necesidades de la vida corriente y a la gran Ilusión del pueblo: la instauración de la era mesiánica. El Talmud nos ha transmitido la oración llamada Shemoné Esré (o Dieciocho bendiciones), pero a este libro le gusta codificar elementos que no siempre per­tenecen al siglo l; algunas de estas bendiciones son cierta­mente posteriores a la destrucción del templo y tampoco son idénticas las dos versiones de está plegaria, por lo que cabe preguntarse si en el siglo l habría sólo un esquema de oración más que un texto fijo.
Viene luego la lectura de la palabra de Dios. Se trata siempre de un texto de la Torah (nuestro Pentateuco). No se trata de recitar el texto de memoria (por miedo a olvidarse de una sola palabra del texto sagrado), sino que hay que leerlo, en el texto hebreo. Pero como muchos judíos no conocen esta lengua, el lector tiene que pararse detrás de cada versículo y otro miembro de la comunidad lo traduce al arameo. Esta traducción es a veces literal, pero otras mu­chas veces es una paráfrasis para relacionar el texto con otros pasajes bíblicos o introducir toda una interpretación teológica: esto el tárgum. Todos los judíos varones de más de doce años pueden leer la Torah. Sin duda hay cierta libertad para escoger el pasaje que hay que leer, pero cuando se acercan las fiestas se buscan los textos que hablan de aquella solemnidad. La lista de trozos para cada sábado no se fijará hasta mucho más tarde.
A continuación viene la lectura de un pasaje de los profetas, según los mismos principios pero con mayor posi­bilidad de elección. Es frecuente que el texto profético se escoja en función de la lectura de la Torah, pero la codifica­ción fue todavía más lenta en establecerse. Antes o después de esta lectura tiene lugar la predicación, que puede hacer cualquier judío adulto. Consiste de ordinario en una paráfra­sis explicativa del texto bíblico, con una buena dosis de citas hechas fuera de todo contexto y de toda consideración de orden histórico. Estos comentarios son a la vez una exalta­ción y una glorificación del altísimo, una formación teoló­gica dada a todo el pueblo y una invitación a vivir según la ley. Con esto termina el oficio.
Como esta acción litúrgica n o lleva consigo ningún ele­mento sacrificial, el sacerdote no ocupa en ella ningún lugar determinado, a no ser mediante una bendición que tiene lugar al final dala primera parte y que normalmente sala reservaba a él. Si no hay presente ningún sacerdote, lo sustituye el presidente de la reunión.
Cualquier judío puede leer y hacer el comentario…, pero no todos lo hacen. El pequeño artesano o el campesino que ha estado trabajando duro toda la semana carece muchas veces de la competencia necesaria para hablar y se siente feliz de ceder su sitio a alguna persona más competente (un escriba) o a alguien que esté de paso: quizás ese forastero tenga una explicación mejor o una presentación diferente. Pero prácticamente son los escribas y los fariseos los que
Hay en Israel tres fiestas que tienen un papel muy im­portante; son momentos en que el pueblo se reúne para manifestarla solidaridad de sus miembros y para celebrar las grandes intervenciones del Señor, el liberador de su pueblo: son las tres fiestas de peregrinación, pascua, pente­costés y tiendas (o tabernáculos). Tres veces al año irán todos los varones en peregrinación al lugar que el Señor se elija: por la fiesta de los ácimos, por la fiesta de las semanas y por la fiesta datas chozas (o tiendas)» (Dt 16, 16). Parece ser que estas fiestas fueron inicialmente celebraciones rela­cionadas con el ritmo de la naturaleza: en primavera, los nómadas ofrecen a los dioses los corderos primogénitos (pascua) y los campesinos sedentarios las primicias de la cosecha de cebada (fiesta de los ácimos); la fiesta de las semanas se sitúa en el verano, al terminar la recolección de trigo, y la de las tiendas en otoño, al acabar de recogerlos frutos. Con el correr de los años, estas fiestas fueron “histo­ricizadas”, esto es, fueron puestas en relación con un acontecimiento histórico, como veremos con cada una de ellas.
En el siglo I, cada una de estas tres fiestas duraba una semana entera, sin contar los días de viaje que duraba a veces cuatro días de ida y cuatro de vuelta para los que animan esas reuniones de oración. Estolas permite propa­gar sus ideas y acrecentar su influencia en el pueblo. Sin la sinagoga, no habrían tenido nunca el prestigio y la impor­tancia que tenían.
Para celebrarla oración en común se necesita que haya por lo menos diez hombres adultos libres; si no, no se celebra. Esta prescripción le ha valido a veces a un esclavo judío la liberación anticipada: era necesario alcanzar el nú­mero mínimo que estaba prescrito.

LOS EDIFICIOS

La sinagoga es generalmente un edificio rectangular orientado hacia el templo. Lo esencial del mobiliario se compone de un armario en el que se guardan cuidadosa­mente los rollos dala Torah y dalos profetas. Algunas tienen bancos de piedra a lo largo de las paredes; ordinariamente sin embargo se sentaban en el suelo o permanecían de pie. Mt 23,6 alude a algunos asientos reservados para los perso­najes más notables, pero no hay testimonios de ello en ningún otro documento. Las mujeres y los niños están se­parados de los hombres, a veces por una simple barrera de madera; otras veces se construye una tribuna para las mu­jeres. Las sinagogas de los siglos II y III de nuestra era tienen las paredes ricamente adornadas y el suelo está hecho de mosaicos, pero no sabemos si serían así también las del siglo I.
Este edificio se aprovechaba todo lo posible, y no sólo para los oficios del sábado; se convirtió pronto en lugar de educación para los niños y jóvenes; en muchas aldeas se tenía allí la escuela; en los centros más importantes se construían salas de clase alrededor de la habitación central. En Jerusalén se han encontrado las ruinas de la sinagoga de los alejandrinos, que servía para acoger a los peregrinos que venían de baños. Por eso la sinagoga podía tener dimensio­nes muy variables. Pero siempre fue “la casa de la ense­ñanza”.
¿A quién pertenecía aquel edificio? Habitualmente, por lo visto, a la comunidad local; todos participaban en su cons­trucción y en su mantenimiento. Pero a veces era también propiedad de un individuo o la construía una persona parti­cular, para entregársela luego a la comunidad. Esto explica en parte las diferencias de amplitud y de ornamentación de las mismas.
Los que vivían en la alta Galilea viajaban a pie, en caravana, for­mando grupo los peregrinos de una o varias aldeas: así era más fácil evitarlas malas sorpresas de los bandidos.
Sería utópico pensar que todos los judíos hacían efecti­vamente las tres peregrinaciones. Desde luego, no las ha­cían los dala diáspora; en cuanto a los campesinos galileos, es poco probable que las hicieran todas, teniendo en cuenta los gastos de tiempo y de dinero y que al menos los ácimos y las tiendas calan en pleno período de recolección, que era más tardía en Galilea que en Judea. Por eso la fiesta más frecuentada era la pascua.

LA FIESTA DE PASCUA

Con esta fiesta agraria iba unido el recuerdo de la liberación de Egipto. Luego, en el curso dalas edades, se celebró con esta ocasión el “aniversario” de los grandes aconteci­mientos fundadores y liberadores de Israel: la creación del mundo, la realización de la promesa de descendencia a Abrahám, la liberación de Egipto y la (futura) liberación mesiánica (véase el »poema de las cuatro noches», sacado del tárgum del Éxodo y citado en Los salmos y Jesús (Cuadernos bíblicos, 25, 10).
Durante la pascua, se reunían 180.000 peregrinos en una ciudad que contaba según algunos 25.000 habitantes y pro­bablemente de 45.000 a 50.000.’ Como no todos estos pere­grinos podían alojarse en la ciudad santa, se ensanchaban sus límites en esta circunstancia y se englobaban en ellos las aldeas de los alrededores.
En la tarde del 14 de Nisán, los cabezas de familia (familia en sentido estricto ‑o grupo de 10 a 15 personas, incluidos mujeres y niños) venían al templo con un cordero para inmolarlo. Como n o habla sitio suficiente en el patio de los israelitas para acoger a todo el inundo, se organizaban tres «servicios»: se ponían en fila ante los sacerdotes que tenlas la misión de recoger la sangre de los animales para llevarla a su casa, desollaban al animal y lo asaban. Entre­tanto, la esposa quitaba de la, casa todo cuanto pudiera parecerse a pan fermentado (o sea, hecho con levadura) y preparaba una especie de galletas sin levadura y unas «hier­bas amargas» (ensaladas distintas). Comenzaba entonces el banquete de la fiesta. El día del éxodo habían cenado aprisa (Ex 12, 11), pero ahora cenaban echados en divanes según la moda romana. En aquel banquete era de rigor beber vino; si alguno era demasiado pobre para comprarlo, el templo le daba con qué llenar las cuatro copas reglamentarias. Entre­tanto, la familia cantaba los salmos del Hallel (Sal 113‑118), acompañados por las bendiciones recitadas por el padre de familia o quien ocupaba su lugar sobre las copas de vino.
Los niños, sorprendidos ‑o fingiendo sorpresa‑ por este banquete extraordinario celebrado siendo ya de noche ce­rrada, preguntaban: «¿A qué se debe todo esto? ¿En qué se diferencia esta noche de las demás?». Entonces el padre explicaba el sentido de los diversos ritos y hablaba sobre todo de las intervenciones de Dios en favor de su pueblo.
No tenemos datos sobre los actos que se celebraban en la semana siguiente: eran días de regocijo ante el Señor, durante los cuales todo el mundo se esforzaba en consumir los productos del segundo diezmo; en el recinto del templo se celebraban reuniones de oración por el estilo de las celebraciones sinagogales, con lecturas relacionadas directamente con la fiesta y más desarrolladas que de ordinario. Muchos peregrinos se aprovechaban para ofrecer sacrificios de comunión, para oír a los famosos rabinos explicando algún pasaje de la ley o dando algún consejo jurídico. La animación era tan grande que el procurador romano, preo­cupado continuamente del orden, dejaba su residencia de Cesarea para venir a controlar de cerca la situación; desde la fortaleza Antonia (donde residía, a n o ser que se albergara en el antiguo palacio de los asmoneos) estaba en primera fila para observarlo que pasaba en los patios del templo e intervenir ante el menor tumulto. La presencia del procura­dor y de las fuerzas de policía era más necesaria durante la pascua y las demás fiestas de peregrinación por el hecho de que solían acudir también personalidades políticas o diplo­máticas a la ciudad santa: Herodes Antipas (cf. Lc 23, 7), Agripa, un oficial superior de la reina de Etiopía (cf. Hech 8, 27), la reina de Adiabene que se hizo construir una tumba en la periferia de Jerusalén… Estas reuniones populares eran igualmente favorables para los golpes de mano de los zelo­tes. Josefo nos indica que los principales signos precursores de la revuelta judía en el año 66 tuvieron lugar precisamente con ocasión de las peregrinaciones.

PENTECOSTES

Como dice su etimología griega, esta fiesta empezaba 50 días después de Pascua (cf. Dt. 26,9). El libro del Éxodo la llama fiesta de la siega (Ex 23,16) o de las semanas (34,22). Mediante una ligera variación vocálica, algunos la convir­tieron en la fiesta de los juramentos. En efecto, con su celebración se relacionó la alianza del Sinaí; parece ser que ya en el siglo I de nuestra era se había convertido en la fiesta de la renovación de la alianza (no es una casualidad que el autor de los Hechos sitúe en ese día la venida del Espíritu Santo).
En los comienzos de la era cristiana, los diversos grupos religiosos no estaban de acuerdo sobre la fecha de su celebración, dé forma que algunos como los fariseos termi­naban la fiesta en el momento en que la comenzaban los esenios o el autor del libro de los secretos de Henoc.

LAS TIENDAS

Para Josefo, es «la más santa y la mayor de las solemni­dades judías» (Antiquitates judaicae, V111, 10). Tiene también un origen rural, cómo las anteriores: celebra el final de las cosechas y tiene todas las apariencias de una fiesta de la vendimia con la alegría y el peligro de embriaguez que ello supone. «Pero el Levítico (23,43) señala una evolución y la relaciona con la historia: esta fiesta tiene que recordar que Dios hizo habitar a los hijos de Israel bajo tiendas a su salida de Egipto. La dedicación del templo de Salomón coincidió con esta fiesta (1Rey 8, 65‑66), dándole de este modo una relación especial con el santuario; lugar de la presencia y de la protección divina. Según el tárgum, las tiendas tenían que recordar a las nubes protectoras de la epopeya del desierto. Esdras (3. 4) nos dice que los repatriados celebraron esta fiesta apenas vieron restaurado el altar, incluso antes de que se pusieran los fundamentos del nuevo templo; Nehemías (8, 13‑18) describe una celebración según el ritual de Lev 23, 40‑43, con la lectura diaria de la Torah (cf. Dt 31, 10).
Esta fiesta era la más espectacular de todas; para cele­brarla, cada familia tenía que construir en los alrededores de Jerusalén una choza de ramaje en donde vivir durante una semana. Algunos ritos eran muy populares, como la proce­sión de los sacerdotes todas las mañanas hasta Siloé, acompañados de todo el pueblo con palmas (los lulay), al sonido del shofar (un cuerno largo de carnero que servía de coro), la libación del agua sobre el altar (cf. Jn 7,37), quizás para pedirla vuelta de las lluvias, la procesión alrededor del altar y la iluminación de los cuatro grandes candelabros de oro en el patio de las mujeres (cf. Jn 8, 12) que iluminaban a toda la ciudad.

OTRAS FIESTAS

Al lado de estas tres grandes fiestas de peregrinación había otras como el Yom Klppur o día de las expiaciones (célebre luego por la «guerra del Kippur» en 1973). Se celebraba unos días antes de la fiesta de las tiendas. No era un día de regocijo, sino más bien de tristeza y de ayuno; se le pedía a Dios que borrase todas las faltas de su pueblo; durante 24 horas se abstenían de todo alimento, y se reunían en el templo donde el sumo sacerdote realizaba solemne­mente el rito de la expiación por sus pecados y por los de todo el pueblo. Era el único día del año en que el sumo sacerdote tenía que presidir la liturgia (excepto si era im­puro, pero para evitarlo lo tenían encerrado toda la semana anterior), el único día en que penetraba en el Santo de los santos para depositar allí un incensario y derramar sobre la piedra que había servido antiguamente de soporte al arca de la alianza la sangre del carnero ofrecido en holocausto por los pecados ocultos de todo el pueblo y los suyos propios; el día finalmente en que se conducía solemnemente al desierto al macho cabrío Azazel, portador de todos los pecados de Israel. Los ritos, ya descritos en Lev 16, están abundante­mente comentados y amplificados en la literatura antigua. Señalemos que la teología de la carta a los hebreos está construida sobre este rito (cf. Cuadernos bíblicos, 19).
Rosh Hashana es la fiesta del año nuevo. Se celebraba diez días antes del Yom Kippur. Es una fiesta austera para preparar la celebración del perdón.
La Dedicación o Hanukhah, en diciembre, celebraba el aniversario de la purificación del templo después de la victoria de Judas Macabeo en el 164 a.C. (1Mac 4). Josefo la llama «la fiesta de las luminarias» (cf. J n 10, 22).
Los Purim o las suertes conmemoran la liberación del pueblo que se narra en el libro de Ester. Se convirtió en algo equivalente a nuestro «carnaval».

El sábado

Las festividades del Señor» (Lev 23, 4) son literalmente las citas anuales que Dios tiene con su pueblo para santifi­car el tiempo. El sábado tiene esta misma función, pero con un ritmo semana.
Su origen es muy complejo. Los legisladores sacerdo­tales que lo codificaron definitivamente durante el destierro (Lev 23, 3; Ex 31, 12‑17) unieron dos instituciones, distintas en su origen, pero muy antiguas las dos: un día de fiesta semanal y un día de paro obligado (en los textos antiguos ‑Ex 23, 12; 34‑21‑ no se le llama sábado a este día de descanso). ¿Por qué este ritmo de siete días? Parece estar ligado al calendario lunar de los antiguos semitas del sur de Mesopotamia, donde el mes no dependía de las fases de la luna, sino de su posición según la constelación en que se encontraba ésta al amanecer.
El valor religioso del sábado se desarrolló en dos direc­ciones. Una insiste en el aspecto humanitario y social: el hombre, especialmente el esclavo, necesita descansar; este aspecto liberador del sábado guarda relación con la libera­ción concedida por Dios en el éxodo (Dt5, 14‑15; Ex 23,12). El sábado se relaciona además con la creación: Dios el séptimo día cesó (literalmente, hizo sábado), dejó de inter­venir (Ex 20, 11; Gén 2, 2‑3).
La práctica del sábado se fue codificando con el tiempo, tendiendo a veces a convertirse en una especie de absoluto que esclavizaba al hombre. Jesús no hizo más que devol­verle su sentido primitivo cuando declaró: «El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado» (M c 2, 27).

LA ORACION DIARIA

Por la mañana, antes de comenzar la faena, y por la tarde los hombres adultos tenían que rezar. Vueltos hacia el tem­plo de Jerusalén, recitaban una oración de bendición, luego el Shema y las primeras y últimas de las Dieciocho bendi­ciones o Shemoné Esré que ciertamente estaban ya en uso (cf. Cuadernos bíblicos 25, 56‑58).
Para el pensamiento judío, Dios sólo actuó durante seis días, el séptimo cesó en su actividad, concediendo el hombre la libertad para construir el mundo; llegará el día octavo en que Dios consume su obra. No es una casualidad el que los musulmanes celebren el día sexto (el viernes: Dios sólo lo hace todo), los judíos el séptimo (el sábado: espacio de libertad concedido al hombre para obrar) y los cristianos el octavo (domingo: Dios ha empezado ya a consumar su obra por medio de Jesús, su mesías).

LOS GRUPOS POLITICO‑RELIGIOSOS

Después de la caída de Jerusalén en el año 70 IC, el judaísmo sobrevivió gracias a los fariseos; fueron sus tradi­ciones las que estructuraron la ley judía hasta nuestros días. Por eso se tiende a veces a proyectar esta situación al período anterior al año 70, pensando que ocurría lo mismo en la época de Cristo. Los evangelios corren el peligro de reforzar esta tendencia; es verdad que hablan de los sadu­ceos, de los herodianos, de los samaritanos y señalan que uno de los discípulos, Simón, tenía el sobrenombre de ze­lote, pero los únicos adversarios serios de Jesús, en el plano doctrinal, siguen siendo los fariseos. Esta simplificación no recoge toda esa ebullición de ideas que diversificaba enton­ces al judaísmo. Josefo, por su parte, nos habla de tres «sectas» (o corrientes de ideas) para presentarnos efectiva­mente a cuatro: fariseos, saduceos, esenios y zelotes.
De hecho, resulta muy difícil definir estos grupos. En efecto, por una parte el judaísmo se acomodaba bastante bien alas divergencias más o menos importantes entre sus miembros, con tal que mantuvieran unas cuantas verdades esenciales y ciertas prácticas. Así, por ejemplo, en Jerusalén los discípulos de Jesús parece ser que fueron bien conside­rados bastante tiempo, como si siguieran formando parte del pueblo judío: conservaban la fe en el Dios único, se apoya­ban en las escrituras, seguían rezando en el templo (Hech 3, 1); formaban entonces, dentro del judaísmo, una especie de nueva tendencia que se designa en cierta ocasión como la secta de los nazarenos (Hech 24,5). Por otra parte, la doctrina de estos grupos nos es poco conocida: la de los fariseos se nos ha transmitido en textos que fueron escritos mucho más tarde; el pensamiento de los saduceos sólo nos ha llegado a través de las críticas de sus adversarios; los movimientos bautistas se desarrollaron entre las capas po­pulares que no suelen dejar literatura: sólo los esenios, a partir del descubrimiento de algunos de sus manuscritos a partir de 1947, nos ofrecen algunos documentos, pero que muchas veces son de acceso difícil.
Hablaremos aquí sobre todo de las cuatro sectas presentadas por Josefo, antes de añadir algo sobre los samari­tanos y los bautistas.

UN POCO DE HISTORIA

El origen de los cuatro primeros grupos se relaciona más o menos con la época macabea. Ya hemos presentado esta historia (cf. p. 11); recordemos sólo algunos detalles.
Del 333 al 198 a.C., los judíos viven en paz bajo el dominio de los láguidas de Egipto. En el 198, el rey seléu­cida de Antioquía. Antíoco III, se apodera de Israel y quiere helenizarlo. El mundo griego se les presentaba a algunos judíos como una iluminación: era una invitación a salir del ghetto en que estaban confinados (1Mac 1,11), a vivir de otra manera, a comerciar con el imperio griego… Pero el pueblo, temiendo que desapareciese la fe con sus costum­bres, no siguió a estos nuevos profetas. El autoritarismo de Antíoco IV, que quiso imponer la religión griega, prohi­biendo la circuncisión y las prácticas judías, provocó la sublevación de Matatías en el año 167. El año 166, uno de sus hijos, Judas llamado el Macabeo (¿el Martillo?) le suce­dió, reconquistó el templo y lo purificó en el 164 (fiesta de la dedicación). Pero la guerra continuó largo tiempo en el terreno de las armas y de la diplomacia. El año 160, Jonatán sucede a su hermano Judas y en el 143 otro hermano, Simón, toma el relevo. El 142, logra obtener la independen­cia de Israel. Asesinado en el 134, su hijo Juan Hircano toma el poder y funda la dinastía asmonea. El año 104, le sucede su hijo Aristóbulo; un año después, otro de sus hijos, Ale­jandro Janeo (103‑76), toma el título de rey. Del 76 al 67,  reina su esposa Alejandra, hasta que alcanza la mayoría su hijo Aristóbulo 11(67‑63). Las disensiones entre Aristóbulo y su hermano Hircano II fueron la causa de la intervención romana en Palestina (cf. p. 15).
Pero hemos de volver sobre un suceso fecundo en con­secuencias. En el año 152, llevaban siete años sin sumo sacerdote. Desde la época de David–Salomón, el sumo sa­cerdote era escogido de la descendencia de Sadoq (2Sam 8, 17; 1Rey 2,35). La legitimidad estaba ligada ala pertenencia a esta dinastía sadócida. Pues bien, en el 175, el sumo sacerdote Onías III había sido eliminado por Antíoco IV y había muerto asesinado en el destierro. Su hermano Jasón obtuvo el puesto mediante una buena cantidad de dinero, pero pronto fue sustituido por Menelas, un oscuro sacer­dote; luego fue elegido Alkima, descendiente de Aarón. Cuando murió en el 159, nadie lo sustituyó. Fue entonces cuando Jonatán, el jefe de la resistencia armada, logró también en el 152 que lo nombrara sumo sacerdote Alejan­dro Balas, un pretendiente al trono de Antioquía. Jonatán era de clase sacerdotal, pero no sadócida; por eso los apegados a la tradición consideraron ilegítimo su sacerdo­cio. Fue sin duda en esta ocasión cuando algunos judíos piadosos empezaron a separarse de los macabeos (Cf.: más adelante fariseos y esenios). Después de Jonatán, sus suce­sores siguieron acumulando los dos poderes civil y religioso.
Así, pues, las cuatro grandes sectas nacieron en medio de estas circunstancias tan turbulentas. Al principio, todos los judíos piadosos estaban unidos en torno a la familia de los macabeos por un motivo religioso: habían rechazado valientemente la Apostasía que les quería imponer Antíoco IV y que algunos habían aceptado, abandonando las costum­bres judías y recurriendo incluso a la cirugía para hacer desaparecerla circuncisión, signo de la pertenencia a lsrael (1Mac 1, 13‑15). Para los creyentes, ese abandono de la alianza y de su signo visible no podía menos de acarrear la maldición de Dios, esto es, toda una escalada de castigos que llevarían hasta la pérdida de la tierra santa, tal como habían anunciado los profetas y como había demostrado ya antes el destierro. Como indica bien 2Mac 6, 12‑17, al enviar el castigo inmediatamente después de las primeras aposta­sías, Dios evitó que todo el pueblo apostasiase y que fuera profanada la alianza una vez más.
Pero, lo que está claro a nivel de los principios para quienes, con. Matatías, «sienten celo por la ley y quieren mantenerla alianza» (1Mac 2, 27), no resulta tan claro en concreto: ¿exige la fidelidad a la ley un inmovilismo abso­luto? .Y si se admite cierta evolución, ¿a dónde se llegará? Aquí es donde los grupos empiezan a separarse.

LOS SADUCEOS

Su nombre parece estar relacionado con Sadoq: «los saduceos se consideran como los que tienen el sacerdocio legítimo, en la línea de Ez 40,46, que es lo que también reivindican los hijos de Sadoq de Qumran. Se les puede considerar como los descendientes del sacerdocio y de la aristocracia de la época macabea, benévolos con el hele­nismo y fieles a la dinastía asmonea. Aparecen como un grupo organizado bajo Juan Hircano (135‑104) e intervienen continuamente en la vida política del país, sobre todo por medio del sumo sacerdote y del sanedrín.
En su origen, por tanto, eran los caudillos de la resisten­cia contra los impíos, pero para asegurar la victoria de su causa tuvieron que buscar apoyos en el exterior, especialmente entre los romanos, negociando con sus directos ad­versarios, con tal de poder salvar al pueblo de la matanza. Estos contactos los abrieron ala civilización griega, que no era del todo mala y que sobretodo era la de sus amos. La historia de los asmoneos y del grupo saduceo que los sostiene muestra cómo van creciendo cada vez más en lujo y en aficiones helenísticas; esto se ve sobre todo en el comer­cio entre Grecia y Palestina, comercio importante, ya que de lo contrario no habría recibido Hircano II como signo de reconocimiento la corona de oro de Atenas, que levantó además su estatua dentro de la ciudad. Tampoco Jonatán desechó la corona de oro que le ofreció Alejandro Balas al nombrarle sumo sacerdote, convirtiéndolo de este modo en amigo fácil de manejar (1Mac 10, 65‑20).
En el plano religioso, son ellos los que tienen poder en el templo y por tanto en el culto, y en el sanedrín, hasta el año 76 a.C., fecha de la muerte de Alejandro Janeo. Al final de su vida, éste comprendió que era peligroso gobernar apoyán­dose en un solo partido y le pidió a Alejandra que dejara sitio al partido de los fariseos. Alejandra hizo entrar en el sanedrín a algunos escribas que pronto acapararon todo el poder religioso. Los saduceos ya no podrán reaccionar del todo, dado que su jefe, el sumo sacerdote, depende total­mente del poder civil (los asmoneos, luego Herodes y el procurador romano) y por eso no cuentan con simpatías entre el pueblo.
La fe saducea, porto que sabemos, se explica muy bien en este contexto: están muy apegados al Pentateuco, pero sólo a él; sospechan de los profetas y prescinden de los escritos, considerándolos como herejía que trajo todas las tradiciones nuevas, influidas por las civilizaciones circun­dantes y promovidas por los fariseos. Insisten en mostrar su fidelidad al Dios de los padres y de la alianza, fidelidad que les viene muy bien para justificar su estilo de vida. En efecto, niegan la resurrección, apoyándose en el concepto tradicio­nal de una retribución inmediata y material: ellos poseen la riqueza y el poder, porque Dios les bendice y son ellos los justos. Aceptar un juicio y una retribución después de morir sería perderla seguridad: es angustioso vivir en un mundo donde «los primeros serán los últimos».
Josefo (que es fariseo, y no los quiere), dice que «es para ellos una virtud disputar contra los maestros de la sabiduría que siguen» (Antigüedades, 18, 16): cuanto más concreta y limitada es la ley, mayores el terreno en donde no se aplica, en donde se goza de plena libertad. Encontramos una apli­cación concreta de este principio en las reglas de pureza: los saduceos creen que sólo son válidas dentro del recinto del templo. Esto tiene dos consecuencias: se está libre de ellas fuera del servicio del templo y son libres para tratar con los paganos (véase, al contrario, la actitud de los fariseos: Mc 7, 3‑4); la pureza, y por tanto la santidad, está reservada a los que están frecuentemente en el templo, o sea, a los jefes de los sacerdotes; el pueblo no está prácticamente afectado por estas reglas y se le puede pedir toda clase de cosas y de servicios, especialmente prestaciones personales.
En el siglo l de nuestra era, los saduceos representan un triste papel: desde Pompeyo, Roma les ha quitado el poder político y una parte del poder religioso (el sumo sacerdote ya no es escogido por Dios, hereditariamente, sino por el emperador y su legado); los fariseos les han despojado de lo que les quedaba de autoridad; incluso en su propio terreno, en el culto, tienen qué seguirlas propuestas de los fariseos debido a la presión del pueblo.
Sin embargo, orgullosos de su condición de nobles, parecen haber llegado hasta el final en su preocupación por el bien del pueblo tanto como por su propio provecho; Josefo nos lo demuestra interviniendo muchas veces por el pueblo ante los procuradores o contra éstos ante el empera­dor. Es verdad que tienen conciencia de que su prosperidad va ligada ala suerte del pueblo: son los primeros en querer apagar todo motín popular que pudiera acarrear represalias.
Fueron también los principales responsables de la muerte de Jesús (cf. Jn 11,49‑50).Fue sin embargo uno de ellos el que ocasionó la catástrofe del año 70, al interrumpir en el año 66 el sacrificio por el emperador. La única razón de ser que les quedaba, el templo, se hundió en el año 70, y con él también ellos se hundieron.

LOS ZELOTES

Sólo después de la insurrección judía del año 66 p.C., llama Josefo «zelotes» a los que antes había llamado «ban­didos» o «bandoleros». Reconoce sin embargo que existían ya como «secta» (ala que no nombra) o grupo organizado desde el año 6 p.C., cuando Judas el Galileo lanzó un movimiento revolucionario contra el censo organizado por Quirinio de los bienes de los judíos, con fines fiscales. Este reconocimiento tardío como «secta» señala claramente la resignación de los responsables judíos: por aquella época, sólo los violentos podían salvarlo que constituía la razón de ser de Israel.
Pero de hecho, como tendencia, este movimiento extre­mista hunde sus raíces en la historia antigua del pueblo. S u nombre zelote procede de una palabra griega que significa sentirse celoso de… Ya en la época del Éxodo, se nos habla del sacerdote Fineés celoso de Dios (Núm 25, 6‑13); este movimiento se desarrolló en la época macabea y a partir de entonces «todos los textos nos describen a unos zelotes del mismo tipo: rigoristas violentos que, como Fineés, Elías, Jehú y Matatías, ejecutan sin piedad a quienes consideran infieles a la ley de Moisés. Para los zelotes de la guerra judía, el enemigo no son ya los judíos apóstatas, sino los romanos y sus colaboradores. Asistimos sin duda a un cambio provo­cado por una nueva situación».
Tanto en el plano de las acciones concretas como en el de las motivaciones más hondas, se trata del mismo movi­miento a través de estos siglos: esas personas se muestran muy quisquillosas porta santidad del tempo y el respeto ala ley, seguros de que Dios está con ellos; en efecto, el Señor ha dado una tierra a Israel, pero en cambio n o tolera en ésa tierra santa ninguna falta, ninguna transgresión, ni por parte de. los judíos ni por parte de los infieles.
Los judíos pueden faltar a su fidelidad religiosa; en ese caso, los zelotes Intervienen, con la bendición de los sacer­dotes, para un linchamiento inmediato (podría ser un ejem­plo de ello la muerte de Esteban: Hech 6, 12s). También pueden faltar a su fidelidad política, buscando p4ctos con el ocupante, los romanos, en vez de fiarse sólo de Dios. Tam­bién entonces reaccionan los zelotes, con gran disgusto de Josefo.
Los no judíos, sobre todo los ocupantes, tienen que ser eliminados, sobre todo sise muestran duros con el país (con el censo) o si se burlan de las instituciones religiosas; un acto desvergonzado de un soldado romano y la destrucción por el fuego de un rollo de la ley por culpa de otro provoca­ron, por los años 50 p.C., varios motines que desembocaron en guerra abierta. La última provocación fue el saqueo del templo por el procurador Floro (Cf., p. 58).
De esta forma, mientras que los saduceos y sus amigos asmoneos traicionaban la causa religiosa de los macabeos aliándose con los peores enemigos de su fe, los zelotes eran los campeones de la ortodoxia y del integrismo. Era Imposi­ble el consenso entre las dos tendencias y sus divergencias se muestran tanto en el plano geográfico como en el social: los zelotes tienen su origen en Galilea, donde pueden fácil­mente buscar refugio en cuevas y escondrijos; suelen ser muy pobres. Los saduceos mandan en Judas y sobre todo en Jerusalén y son gente bien acomodada.
Religiosamente, los zelotes tienen una confianza abso­luta en Dios y en las instituciones queridas por él: el templo y la ley. Están convencidos de que con sus acciones de «limpieza de los impíos», apresuran la llegada de su reino, de su mesías; Dios es el único señor, pero él no actúa solo y tiene necesidad de los hombres; cuanto más celosos sean de él, incluso en el plano político y en el temporal, tanto mejor.

LOS FARISEOS

Los fariseos entran concretamente en la historia bajo Alejandro Janeo (103‑76); se atreven a oponerse a aquel rey‑sumo sacerdote que les reprochaba su influencia sobre el pueblo; así comenzó una guerra civil de seis años en la. que miles de judíos fueron crucificados por su propio rey. Pero los fariseos salieron victoriosos (cf. p.60) y fueron muy influyentes bajo el reinado de Alejandra.
Pero sus orígenes deben buscarse aún más lejos; se les relaciona con el grupo de los hassidim y con el sacerdote Esdras. Los hassidim eran los judíos piadosos (tal es el significado de la palabra hebrea) que, durante la restaura­ción nacional llevada a cabo por Esdras, creían que no bastaba con reconstruir el templo, las murallas y la ciudad de Jerusalén, sino que había que construir además una vida espiritual capaz de animar aquellas piedras, basada en el estudio de la ley para conocer la voluntad de Dios y en la oración. Estos hassidim fueron los que recogieron, quizás los que crearon, numerosos salmos.
Cuando la crisis macabea, estos piadosos parece que no estaban unánimes entre sí; al principio se pusieron al lado de Matatías, pero ya en tiempos de Judas Macabeo algunos dejaron el movimiento, pues a sus ojos la lucha de Judas tenía un carácter más político que religioso.
Vemos que se dibujan entonces las diferencias entre las tres grandes corrientes judías: Los saduceos siguen una actividad política de compromiso‑con el vencedor, para recuperar todo cuanto puedan los zelotes rechazan todo compromiso y luchan activamente por expulsar al ocupante; los fariseos, cercanos ideológicamente a estos últimos, rehúsan el compromiso político activo y creen que el pueblo y el país alcanzarán su salvación con su piedad y el estudio serio de la ley. Así, por ejemplo, aceptan al sumo sacerdote Alkima, a pesar de su formación helenista, porque con él pueden reanudarse los sacrificios rituales en el templo y de esta forma se honra de nuevo a Dios.
Esta actitud de respeto ante el sumo sacerdote, sea el que sea, ligada a una desconfianza frente al poder político, continuará siendo característica de los fariseos. Cuando llegó Pompeyo a oriente, le pidieron el 63 a.C. que arbitrase entre Hircano II y, Aristóbulo II, el pueblo «pidió que no le dieran un rey, pues su tradición era obedecer a los sacerdotes del Dios a quien honraban; que esos hombres (Hir­cano y Alistóbulo), descendientes de los sacerdotes, habían querido inducir al pueblo a cambiar de gobierno para redu­cirlo a la esclavitud» (Antigüedades judías, 14, 4). Esta dele­gación del pueblo era de hecho la de los fariseos. Más tarde, Herodes el Grande no consiguió que prestasen juramento de alianza con él.
Los fariseos, hombres piadosos, conocían bien la ley, se esforzaban ante todo en vivirla ellos mismos y consideraban como obligación suya difundirla a su alrededor, tal como lo hacían sobretodo en la sinagoga. Es una pena que se les haya caricaturizado como hipócritas; no hemos de tomar al pie de la letra a Mt 23: es un texto polémico que sin duda firmarían muchos fariseos, conscientes ellos mismos de su imperfección.
Su recelo del poder y su preocupación por la educación de las masas les dieron a los fariseos una influencia enorme entre el pueblo, hasta el punto de que los jefes tenían que seguir siempre sus consejos; el sumo sacerdote tenía que someterse a su decisión, incluso en un acto tan estricta­mente religioso como el acceso al Santo de los santos el día del Kippur. Herodes el Grande parece ser que tuvo más consideración con ellos que con los saduceos: cuando subió al trono, liquidó a muchos de sus adversarios, pero se contentó con imponer una multa a los fariseos que le nega­ban el juramento. En el siglo I de nuestra era, si los procuradores parecen ser más bien pro‑saduceos, los fariseos encuentran seriamente apoyo en los reyes Agripa; dada su influencia en el sanedrín, fueron verdaderamente los defen­sores del pueblo y se presentan como el primer partido tanto político como religioso.
Salidos del pueblo, los fariseos quieren estar separados de él (ése es realmente el sentido de su nombre); les parece demasiado ignorante de la ley y sobre todo impuro, ya que no respeta suficientemente la ley de santidad, expresión misma de la voluntad de Dios. De esta ley de Moisés sólo una parte se puso por escrito; el resto fue transmitido oralmente por Moisés a los profetas y luego a los sabios o escribas (rabinos) gracias a una enseñanza esotérica que, en el siglo I, se fue haciendo cada vez más importante (cf. Cuadernos bíblicos 12). Esta ley oral tiene tanto o más valor que la escrita. Y en la medida en que se respeta a esta ley, oral y escrita, se adquieren los méritos necesarios para la salvación y para la venida del mesías que establecerá final­mente el reino de Dios, echando al mismo tiempo a los romanos y a todos los demás ocupantes.
El fariseísmo era el único movimiento suficientemente religioso para resistir a la catástrofe del año 70; en Yamnia, en la costa del Mediterráneo, será él el que haga renacer el judaísmo (cf. p. 61).

LOS ESENIOS

Su conocimiento se debe en gran parte al descubri­miento de los «manuscritos del mar Muerto a partir de 1947. Pero antes de que conociéramos su biblioteca, los conocían ya Josefo, Filón de Alejandría y Plinio el Viejo.
Su historia y sobre todo su origen no están aún total­mente en claro. Parece ser que durante la persecución macabea algunos descendientes de la familia de Sadoq, los hijos de Sadoq», se refugiaron en el desierto; después de una crisis en el interior del grupo, los más tibios volvieron a su casa y los fervorosos se fueron a Qumrán, donde se encontraron con los primeros desterrados de la persecu­ción. Esta fusión de laicos desterrados y de sacerdotes sadócidas explicaría su organización, muy jerarquizada, que sitúa a los sacerdotes, hijos de Sadoq, en un lugar insusti­tuible en todos los grados.
Tampoco son claros algunos puntos importantes de su vida; durante mucho tiempo se creyó que no se casaban, pero se ha encontrado allí un tratado del matrimonio y se han excavado tumbas de mujeres… ¿Vivían todos en Qum­rán, o en otras comunidades cerradas, o también «en el mundo»?
Lo cierto es que eran más escrupulosos todavía que los fariseos en su apego alas reglas de pureza y absolutamente tradicionales en varios puntos: rechazaban el calendario seléucida y seguían el antiguo (esto explica que no celebra­ran la pascua en la misma fecha que el judaísmo oficial). Para ser puros, se bañaban varias veces al día y sobre todo renunciaban a ir al templo, demasiado manchado a sus ojos desde que se cambió el calendario y los sumos sacerdotes dejaron de ser sadócidas. Preferían sustituirlos holocaustos por la santidad de su vida, aguardando a que Dios quisiera restablecer el culto y el templo en su pureza original.
Se consideraban como el ejército sagrado de Dios, que había de combatir en la tierra y aniquilar a todos los impíos, en el momento en que Dios diera la señal; en aquel mo­mento, los ángeles del cielo combatirán también contra los demonios en un combate escatológico que asegurará la victoria final de Dios, la destrucción de todos los impíos y el triunfo de los santos. Quieren estar siempre ritualmente dispuestos para esta guerra santa, pero a diferencia de los zelotes no quieren comprometerse mientras Dios no dé la señal.
Estos esenios son, como indican Josefo y Plinio, un grupo muy cerrado, pero seductor para los judíos que quie­ren entregarse por completo a Dios. ¿Qué impacto político tuvieron sobre la sociedad judía del siglo I? Lo ignoramos totalmente, excepto el hecho de que en la guerra del 66‑70 están con los zelotes (¿habría llegado el «signo» de Dios?). Desaparecieron en la tormenta.

LOS HERODIANOS

Si los evangelios no hablan de los esenios, citan a veces a los herodianos (vgr. Mc 3,6), desconocidos por otra parte. Es cierto que Herodes el Grande, luego Antipas en Galilea y los dos Agripa no pudieron reinar sin tener un grupo de partidarios y de amigos que vivían probablemente como sus príncipes, al estilo judío en Palestina y como romanos fuera de ella, en la corte y en su vida privada. Seguramente se mostraban muy atentos a todo cuanto pudiera serlo pare­cer) un movimiento mesiánico, capaz de comprometer su poder.

LOS MOVIMIENTOS BAUTISTAS

En el siglo I de nuestra era se supone en Palestina la existencia de movimientos de «despertar religioso». Como se desarrollaron entre el pueblo sencillo, no han dejado huellas en la literatura. Parece ser que se caracterizaron por el deseo de proponer a todos ‑y no sólo a algunos‑ la salvación, incluso a los pecadores y a los paganos (cf. Lc 3, 7‑14).El bautismo, inmersión en el agua, hecho una vez para siempre (lo cual le distingue de los ritos de purificación de otras sectas) era un rito realizado con vistas al perdón de los pecados.
Se conocen sobretodo dos grupos bautistas: el que se agrupa entorno a Juan denominado el bautista y que duró bastante tiempo (cf. Hech 18, 25; 19, 1‑5), hasta el punto de que los cristianos se sintieron obligados a polemizar contra él; y el grupo que nació en torno a Jesús, que había sido bautizado a su vez (Jn 3, 22; 4, 1‑2). Este último grupo quedará evidentemente transfigurado por completo por la persona de Jesús. Al lado de estos dos grupos organizados, se debieron multiplicar entre el pueblo las prácticas bautis­tas. Todavía en nuestros días los mandeanos conservan la supervivencia de esos grupos.
Este movimiento se caracterizaba también por la repulsa del templo y de los sacrificios sangrientos. ¿ En qué medida participó Jesús de estas ideas?.

LOS SAMARITANOS

Aunque no pertenecen propiamente hablando al judaísmo ni constituyen una secta judía, los samaritanos tie­nen que ser considerados como una comunidad caracterís­tica del ambiente palestino de aquella época.
Se les podría caracterizar a la vez por su proximidad y su oposición al judaísmo. Tanto y más todavía que los judíos, los samaritanos son los hombres de la ley, representada por los cinco libros del Pentateuco; siguen sus prescripciones con todo rigor en lo que atañe, por ejemplo, a la circunci­sión, al sábado y a las fiestas. Su liturgia y su literatura religiosa celebran al Dios único, a su intérprete Moisés, la liberación de Egipto, la revelación del Sinaí. Pero, por otra parte, se manifiesta una divergencia fundamental con los judíos en el hecho de que rechazan los demás libros del A.T. y sobre todo en su negativa a reconocer a Jerusalén como metrópoli religiosa y al templo de Salomó n como santuario central.
Para ellos, el verdadero santuario de la tierra santa y el único lugar de culto legítimo es el monte Garizín, que se eleva sobre la ciudad de Siquén. En la cumbre de esta montaña es donde celebran las grandes fiestas, especialmente la pascua según el ritual de Ex 12. El Garizín, lugar de la bendición según Dt 11,29 y 27, 12, se menciona además en un segundo mandamiento que figura en la versión sama­ritana del decálogo. Se trata de una de las raras variantes del Pentateuco samaritano en relación con el texto recibido.
Hay también un mesianismo entre los samaritanos, que esperan al Taheb, el que ha de venir. No se trata de un descendiente de David, como el mesías judío, sino de una especie de nuevo Moisés, el profeta de Dt 18,15, que vendrá a ponerlo todo en orden al final de los tiempos.
Es difícil señalar con certeza la historia de los orígenes de esta comunidad. Según el relato de 2Rey 17, después de la caída del reino del norte y de la toma de Samaría el 721, los asirios deportaron a uña parte de los habitantes y esta­blecieron en aquellas tierras colonos mesopotámicos. Estos habrían fundado, con ayuda de un sacerdote local, un culto sincretista. Aunque la tradición samaritana sitúa la ruptura todavía antes, cuando Siquén fue abandonada por Silo, hoy se piensa más bien que es más tardía la constitución de esta «secta» samaritana. Cabe pensar también en la vuelta del destierro, en la época de Zorobabel y de Nehemías, o en el momento de la conquista de Alejandro; fue entonces, según el historiador judío Flavio Josefo, cuando los samaritanos construyeron un templo en el monte Garizín.
Las relaciones solían ser bastante tensas entre Jerusalén y Samaría, pero dentro de una estrecha comunidad de des­tino. Se siguieron manteniendo ciertos vínculos y se ejer­cieron influencias recíprocas entre judíos y samaritanos; por otra parte, éstos están en ciertos aspectos más cerca de los saduceos que de los fariseos. Pretenden serlos herederos de las tribus del norte que permanecieron fieles a la fe de Moisés. Su oposición al templo de Jerusalén pudo acercar­los a los esenios y a ciertas corrientes del cristianismo primitivos.

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