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Que la gran luz del entendimiento ilumine nuestros cerebros y purifique nuestros corazones , a fin de que en un ambiente de intelectualidad y de perfecta fraternidad , nos entreguemos a buscar los senderos de nuestra propia superación. Eusebio Baños Gómez

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LA LUZ PRESTADA - El Espía de DIOS

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miércoles, 30 de enero de 2013

La Lengua Hebrea. Alfabeto.


El Alfabeto Hebreo
El hebreo es una lengua semítica adoptada originariamente por los ibri, o israelitas, cuando tomaron posesión de la tierra de Canaán, al oeste del río Jordán, en Palestina. También se la ha llamado cananeo y judío, después de la fundación del reino de Judá. Al hebreo clásico, la lengua de la Biblia, le sucedió una forma intermedia, el hebreo mísnico, (de la Misná, la tradición oral del pueblo judío) en torno al siglo III a.C.

Durante la edad media conoció una época de continuidad que duró hasta entrado el siglo XVIII, cuando conoció una renovación cultural llamada haskalá, inspirada en las ideas de la ilustración. A partir de 1870, la lengua hebrea se modernizó y fue Eliezer ben Yehuda quien la fijó, gracias a un gran diccionario de hebreo; desde entonces ha evolucionado poco.

Hebreo bíblico
La lengua en la que se escribió la mayor parte del Antiguo Testamento fue una lengua viva, al menos desde el siglo XII hasta el siglo II a.C. Cuando los fenicios se anexionaron Canaán se siguió hablando hebreo, aunque el fenicio también fuera lengua semita, lo que muestra la similitud de las lenguas; si se impuso el hebreo fue porque entre lenguas íntimamente relacionadas triunfaba la lengua considerada más importante. A partir del siglo III a.C., los judíos que vivían en Palestina utilizaron el hebreo-arameo tanto en la lengua hablada como en los escritos civiles; pero los que abandonaron Palestina adoptaron la lengua vernácula del país en el que se hubieran asentado, aunque mantuvieron el hebreo como lengua escrita, ritual y sagrada. Esta lengua ha experimentado periódicos despertares literarios a lo largo de los siglos.

El alfabeto original del hebreo constaba únicamente de consonantes; los signos vocálicos así como la pronunciación, que siempre se estimaron como pertenecientes al hebreo bíblico, han sido una recreación de quienes lo han estudiado, los llamados masoretas, a partir del siglo V d.C. También ellos han apreciado que existen varias diferencias dialectales estandarizadas.

Su vocabulario era muy restringido. Empleaba adjetivos concretos con nombres abstractos. Como tenía pocas partículas relacionantes y los tiempos verbales pretéritos se reducían a dos (el perfecto y el imperfecto), para evitar la ambigüedad al expresar los conceptos relativos a la duración, se recurría a varios mecanismos sintácticos. La acción pasada se indicaba gracias al primero de una serie de verbos que iba en perfecto, mientras que los restantes se ponían en imperfecto; la acción presente o futura se indicaba con el primer verbo en imperfecto y los siguientes en perfecto.


Hebreo postbíblico
El hebreo mísnico o rabínico que se fecha a partir del 200 d.C., era la lengua de la Misná. Se trataba únicamente de una modalidad de la lengua escrita, pero era más dúctil y práctica que la bíblica. Su léxico, así como las innovaciones sintácticas, eran de origen claramente arameo; tomó neologismos procedentes del griego, del latín y del persa. Modificó las palabras del hebreo bíblico con significados y formas nuevas y precisó con mayor claridad las expresiones de tiempo. En la edad media, la influencia árabe en los escritos filosóficos incrementó su léxico, al igual que palabras que se introdujeron de carácter filosófico y científico. Desde el siglo IX en adelante incluso se evitó el uso de este hebreo.


Hebreo moderno
En el siglo XIX, cuando los judíos comenzaron a regresar a Palestina, se retoma el hebreo como lengua hablada. Es la única lengua hablada que se basa en una lengua escrita. El hebreo moderno, ivrit, ha sido declarado lengua oficial del estado de Israel desde el año 1948. Al igual que el resto de los idiomas semíticos, se escribe de derecha a izquierda. Su alfabeto consta de veintidós caracteres y su léxico se basa en el hebreo bíblico o clásico y su sintaxis en el mísnico o rabínico. Las vocales largas se representan en la escritura por medio de unas consonantes cuyo sonido no se emite.

En los libros escolares de escritura y en la poesía se emplean los signos de los masoretas, que son puntos y rayas para indicar las vocales. Se modula la pronunciación siguiendo las pautas de los judíos sefardíes de origen hispano que viven sobre todo en Turquía, Grecia y Bulgaria.
Para adaptar la antigua lengua escrita a las necesidades de una lengua actual, se ha necesitado un gran número de neologismos, especialmente en la terminología científica; solamente el profesor Eliezer ben Yehuda, de origen lituano, acuñó cuatro mil a partir de las raíces que proceden del hebreo clásico.

También han ejercido influencia en este hebreo moderno las lenguas nacionales que traen consigo los immigrantes judíos, el yidish y la lengua de los judíos del este europeo o askenazíes.

viernes, 13 de abril de 2012

Hombre BUENO Y BUEN Hombre.


En este mundo encontramos dos tipos de personas. Por un lado están los Malvados y por otro los No Malvados.

Los Malvados ya sabemos lo que son y no es difícil definirlos. Son aquellas personas que se complacen en dañar al prójimo. Los vemos en la vida diaria a la mañana, a la tarde y a la noche lo que nos exime de mayores comentarios.

Por otro lado están los No Malvados.

Éstos se dividen en los Buenos Hombres y los Hombres Buenos.

Dicho así parecen la misma cosa. Es decir que son casi expresiones sinónimas.

Pero si observamos un poco el asunto nos daremos cuenta que no son lo mismo y en algunos casos son figuras antagónicas.

Por ejemplo un Hombre Bueno es aquel que no desconfía de nadie, que ayuda a todo el que le pide y que responde a todo con la mayor sonrisa. El Hombre Bueno perdona todo y dice que hay que olvidar para seguir adelante.

El Buen Hombre no dice que sí a todo lo que le plantean. Antes de eso analiza el caso con sus pros y sus contras y decide después de esto. El Buen Hombre no se ve obligado a decir que sí a todo y los buitres lo conocen y lo respetan. El Buen Hombre no va tratar de perjudicar a otros sino que va a tratar de ayudarlos y protegerlos dentro de sus posibilidades. El Buen Hombre nunca va a poner en peligro la estabilidad de su familia para embarcarse en negocios dudosos porque le cuesta decir que nó.

Llegados a este punto podemos ver que las diferencias entre ellos son notables.

El Hombre Bueno es presa fácil de todos los malandras que andan por los alrededores. Su manía de decir que todos somos buenos hace que junte a su alrededor buena y mala gente haciendo que las buenas personas se perjudiquen. Las fieras le saltan a la yugular en cuanto pueden y él les pide perdón!! En nuestra sociedad decirle a alguien que es un Hombre Bueno es casi decirle que es un tonto.

En cambio el Buen Hombre se hace respetar y las fieras saben que cuando dice un nó es un nó.

Al llamado Hombre Bueno lo persiguen hasta que finalmente dice sí y cae en las garras de los malvados.

Después de haber sido un Hombre Bueno casi toda mi vida finalmente la experiencia me indicó que era mejor ser un Buen Hombre. Es decir aquel que no quiere perjudicar a nadie, que ayuda si puede, que se hace respetar y que defiende el bienestar de su familia.

Visto de esta manera, y excluyendo a los malvados, usted: ¿a cuál de los otros dos grupos pertenece?

lunes, 5 de septiembre de 2011

El Lenguaje. Tradición y Símbolos.

Todo un universo de sonidos nos rodea. Espacios llenos de extraños símbolos fonéticos que emanan de la vida misma, tan naturales para nosotros, que aun formando parte del misterio del ser humano y de toda la Creación, apenas provocan en el hombre impresión alguna en su alma.

Filósofos, científicos, buscadores de todas las épocas, han intentado desvelarlo, de manera que se pudiera comprender parte de la verdad del hombre: ¿de dónde venimos?, ¿cómo surge la vida?, ¿cuál es nuestro origen?, ¿cómo surgió el lenguaje?

De entre todos los buscadores, encontramos el mundo propio de la Tradición. En él se manifiesta de forma natural toda la historia de la Humanidad y del Universo desde los tiempos prehistóricos, que se desarrolla en dos vertientes unidas e inseparables; el mundo de lo interno (las esencias), y el mundo de lo externo (la creación).

La Tradición, conducida en el tiempo por la sabiduría ancestral de Maestros y discípulos, se concreta por vez primera para la sociedad occidental en el siglo XIX, con Helena Petrovna Blavatsky, con sus inmortales obras Doctrina Secreta, e Isis Sin Velo. Éstas, tomadas como ficción por muchos científicos, ¿nos aportan algo sobre el origen del lenguaje? Y si es así, ¿las teorías existentes las afirman o las contradicen?
Esto es lo que con profundo respeto nos planteamos ver y comparar.

Teorías sobre el origen del lenguaje
Entre el gran número de teorías existentes, se pueden reducir a dos las más aceptadas.
 
Teoría de la onomatopeya
Según la cual, la lengua primitiva vendría a ser una expresión imitativa mediata o inmediata de las percepciones. Se establece como teoría más generalizada.
 
Teoría de las expresiones afectivas
Se podría llamar teoría interjeccional, por cuanto la lengua tendría su principio en las diversas exclamaciones que hubiera provocado en el hombre la contemplación del mundo.

La Teoría Onomatopéyica nos habla de un lenguaje surgido de la imitación de los diferentes sonidos de la Naturaleza. Sin embargo esta imitación por sí sola no nos resuelve el misterio de cómo llegaron a entenderse y comunicarse los hombres entre sí.

Blavatsky clarifica este problema con el concepto de la mente, y nos dice en su Doctrina Secreta: «El hombre, antes del desenvolvimiento de la mente, desarrolló al principio una clase de habla que sólo era un progreso sobre los diversos sonidos de la naturaleza».

En la Teoría de las Expresiones Afectivas, se nos dice que el lenguaje no surgió como imitación de los sonidos de la naturaleza, sino de las sensaciones interiores producidas por su contacto con el mundo (asombro, dolor, alegría...) cargado de exclamaciones emocionales.

Esta teoría no contradice a la onomatopéyica o imitativa, pues una y otra se complementan perfectamente. El hombre si imita es porque tiene sensaciones. Pero del mismo modo que la teoría anterior, no explica cómo de esa naturaleza animalesca con que se presenta al hombre pudo crearse una relación de ideas.
Blavatsky nos dice: «Hasta que el hombre no adquirió completamente la facultad razonadora, no existió el lenguaje propiamente dicho, sino una especie de conato del lenguaje».

La lingüística recoge plenamente este problema, pero en todas sus teorías no es capaz de explicar cómo se pasó del lenguaje imitativo de los sonidos al lenguaje con coherencia; cómo se pasó del lenguaje que no expresaba ideas, al lenguaje que sí las expresa, o más claramente: ¿en qué momento se adquirió esa facultad razonadora? Y aquí entramos en el siguiente problema: ¿cuándo adquirió el hombre la mente?

A pesar de este problema no resuelto para la ciencia, pero sí para la Tradición, la lingüística nos presenta un desarrollo de la formación del lenguaje desde su origen hasta nuestros días. Este desarrollo se presenta en tres grandes divisiones o grados del lenguaje, que son: Monosilábico, Aglutinante y de Flexión.

Es sorprendente que la Tradición, antes aún de toda teoría nos enseñe lo mismo. Vemos en Doctrina Secreta: «El habla, pues, se desarrolló según la Enseñanza Oculta, en el orden siguiente: Idioma monosilábico, Idioma Aglutinante e Idioma de Flexión...».

El lenguaje monosilábico, según la lingüística, es aquel que comenzó por el período llamado de «raíces» porque se componía de expresiones integrales e indivisibles, y estas expresiones estaban ya constituidas por elementos articulados o compuestos de vocales. Es curioso saber que el primer sonido considerado y que surge de los niños es la «a» para todas las razas humanas; después le sigue la «e», la «i», la «o» y la «u». Así estas primeras raíces monosilábicas fueron compuestas por una vocal, o como mucho por una vocal y una consonante.

A este respecto nos dice Blavatsky en Doctrina Secreta: «Los primeros hombres tenían el lenguaje del sonido, a saber: sonidos cantados, compuestos de vocales solamente». «Este idioma monosilábico fue el padre vocal, por decirlo así, de las lenguas monosilábicas mezcladas con consonantes duras. Este lenguaje monosilábico, es el de los primeros seres humanos, de raza amarilla. Este lenguaje todavía se usa entre las razas amarillas».

Esta afirmación la encontramos como idea general y aceptada en el lingüista Estanislao Sánchez, que dice: «Los idiomas más antiguos son los monosilábicos transgangéticos, porque se hallan al norte del río Ganges, entre las razas amarillas».

¿Cuál es la característica de este lenguaje monosilábico?
Como su nombre indica, es el conformado por una sola sílaba, o como mucho por la misma sílaba repetida, que surgió como imitación de los sonidos de la Naturaleza a la vez que de sensaciones.

Estos primeros hombres hablantes, aún no tenían la capacidad de dar sentido a estos conceptos puros o primeras raíces, y por ello no se puede hablar de un verdadero lenguaje. No había una fluidez entre la palabra y la idea, sino que cada una de estas raíces monosilábicas se manifestaban como entes independientes entre sí. La comunicación se basaba en el sonido pero no en su interpretación.

Estas primeras sílabas tenían un sentido principalmente emocional; la relación palabra-concepto no se guiaba por una unión ideal, sino pasional.

A este respecto nos dice J.J. Rousseau en su Origen del Lenguaje: «Las primeras voces tienen su origen en las pasiones». El estruendo del trueno, la caída del rayo, el aire huracanado, el sol, el cielo estrellado; provocaban tales impresiones en el alma de estos primeros hombres que surgieron al tiempo que los primeros sonidos o voces monosilábicas.

Sin embargo estas primeras raíces, aún siendo formadas por las emociones, ya encerraban en sí las primeras ideas debido al desarrollo paralelo de la capacidad razonadora. Así el trueno en su parte emocional provocaba miedo por su formidable poder. Esta emoción al imitar el sonido del trueno, Tron, se convierte en un Dios, y en la mitología escandinava se le llamó Thor, hijo del Cielo y de la Tierra. Thor encierra en sí una emoción y una idea, que es la de fortaleza o poder.

De este lenguaje monosilábico surgió el lenguaje de aglutinación, pero la lingüística no sabe cómo se desarrolló el uno del otro. Todos los lingüistas se encuentran perdidos en este punto, y se sabe que el lenguaje sin el pensamiento no es posible. El uno es el origen del otro.

Estasnislao Sánchez dice ante este problema: «Ante la imposibilidad de hallar el origen del lenguaje, ¿no habrán los hombres primitivos heredado una civilización, una Edad de Oro?». Refiriéndose a los daemon u hombres de oro de Platón.

J.J. Rousseau, intentando desvelar el origen del lenguaje, y tratando por todos los medios de negar su origen divino, tuvo que dar marcha atrás en varios puntos de su desarrollo por la imposibilidad de encontrar en el origen de la lengua un proceso estrictamente humano. Tanto es así, que llega a escribir en su ensayo: «En cuanto a mí, espantado por las dificultades que se multiplican y convencido de la imposibilidad, casi demostrada, de que las lenguas hayan podido nacer y establecerse por medios puramente humanos, dejo la discusión de este difícil problema a quien quiera».

Las escuelas idealistas del siglo XIX no tenían ninguna duda sobre que el origen del lenguaje surgió de un ser superior a nosotros, un ser divino. La Tradición nos dice sobre este punto: «Descendió de una de las regiones superiores el Gran Instructor, apiadado de los hombres tomando a los mejores de ellos para que enseñaran al resto de la Humanidad las ciencias y las artes. Estos primeros hombres, llamados Maestros Divinos; fueron quienes enseñaron el poder de los nombres y las palabras».

¿Podemos considerar descabellada esta idea tradicional ante, como dice J.J. Rousseau, «la imposibilidad casi demostrada de que el origen de la lengua tenga un proceso estrictamente humano?». ¿Y no coinciden estos Maestros Divinos, u hombres más evolucionados, con los Daemon de Platón u hombres de la Edad de Oro, que nos cita el lingüista Estanislao Sánchez?

¿Cómo se pasó del lenguaje monosilábico al de aglutinación?
Tras el lenguaje monosilábico, la lingüística, al igual que la Tradición, evoluciona hacia el lenguaje de las aglutinaciones. Su característica básica es el añadido a la raíz principal de otras sílabas o raíces que pasaron a ser sufijos o prefijos y que modifican la raíz central o idea primordial.

Este lenguaje de aglutinación es el que se desarrolló, según la lingüística, en los pueblos llamados turanianos, que son los que existieron en una gran extensión de Asia y Europa con una lengua común, antes de las migraciones semíticas y aryanas. Del Tigris al Indus poseían todo el territorio en que figuraron después los iranios.

Para la Tradición: «El lenguaje monosilábico pasó a poseer diferentes caracteres, que originaron distintas lenguas monosilábicas. Esta evolución de los caracteres surgió al tiempo que la evolución razonadora del ser humano. A su vez estos diferentes idiomas monosilábicos originaron diferentes idiomas aglutinantes».

Al tiempo que estos hombres alcanzaban su totalidad humana, el despertar de la conciencia al mundo de las ideas generaba la propiedad de interpretar y unir las palabras con sus ideas, y éstas entre sí.

Como dice el lingüista Steinthal, en referencia al origen del lenguaje: «El alma y el cuerpo dependiendo de su origen primero, despierta al tiempo que cada nueva intuición un sonido o acento».

Para la Tradición, el lenguaje aglutinante es el primer lenguaje real del ser humano tal cual somos. En este lenguaje aglutinante las raíces eran puras, sin existencia de derivados. Podía existir la idea pura o raíz «Thor», a la cual se le añadían otras raíces que modifican su idea primera sin perder por ello su esencia. Ejemplo de este lenguaje, y siguiendo la idea de la raíz Thor o trueno, que da idea de poder y fuerza, en el castellano desaparece la H al no pronunciarse y se convierte en Tor. Así nos encontramos con: Trac-Tor: vehículo que tracciona con gran fuerza o poder. Tor-Mento: dolor de gran intensidad o fuerza. A-Tor-Ar: objeto que se halla obstruido en medio de algo. (Es significativo ver como a su vez, Tor, en esta palabra, se haya en medio del prefijo y del sufijo, como si estuviera atorado).

En este lenguaje aglutinante, la raíz principal, Tor, fuerza o poder, se convierte en el alma, aquello que se aplica a un cuerpo para darle sentido. Así esta raíz es el alma de la palabra, y las raíces secundarias, (sufijos y prefijos), el cuerpo sobre el cual se aplica.

El lenguaje de flexión
Si es difícil explicar la evolución del idioma monosilábico al aglutinante, mucho mayor es la incógnita de cómo pasó éste al de flexión.

El lenguaje de flexión es un lenguaje altamente complejo. En él, no sólo la raíz es acompañada por sufijos y prefijos, sino que a su vez esta raíz fundamental sufre un cambio en la morfología, pareciendo que las diversas raíces son una sola palabra, resultando difícil luego hallarlas y por tanto descubrir su origen y procedencia.

En estas palabras el núcleo o raíz sigue correspondiendo al monosilábico primitivo, pero envuelto en otros elementos gramaticales. En este lenguaje flexivo ya aparecen los artículos, el género, los adjetivos, los participios, y todos los elementos del mundo gramatical tal cual los conocemos hoy. Dice Blavatsky sobre el paso de la lengua aglutinante a la de flexión: «Para la Tradición el lenguaje aglutinante, al igual que la vida, tuvo una evolución cíclica de infancia, pureza, crecimiento, madurez, dacaimiento y finalmente muerte».

Nos muestra por tanto la Tradición que el lenguaje de flexión es una evolución sobre las lenguas monosilábicas y aglutinantes, porque se desarrollan un número mayor de ideas. Los conceptos se acercan más a los arquetipos. Estos hombres del lenguaje flexivo primero, eran capaces de llevar las propiedades de estos conceptos a las diversas ideas, (palabras) para potenciarlas.

Mientras los seres humanos menos evolucionados aún mantenían lenguajes monosilábicos y aglutinantes, aquellos cuya facultad razonadora se encontraba más despierta, desarrollaron un lenguaje no sólo imitativo, sino mucho más puro, en tanto introdujeron ideas metafísicas, conceptos sobre la naturaleza interior y exterior del hombre y del Universo, que abarcaba todos los planos de la Creación. La verdadera fuerza del lenguaje flexivo se encontraba en su esencia, en el contenido y a la vez en su forma de expresión.

Los hombres más desarrollados de esta época usaban un lenguaje sagrado, como plasmación de los conceptos sagrados a través de la palabra. Este lenguaje era mitológico y divino. Estos hombres eran los seguidores de la Tradición que aquellos Maestros Divinos dejaron a la naciente Humanidad. De estas lenguas flexivas primeras y sagradas, nos encontramos al sánscrito antiguo, el avéstico, el eslavo antiguo, las lenguas griegas primeras, el akadio, y otras muchas procedentes de las migraciones indoeuropeas y semitas. Aquí encontramos una coincidencia entre el lingüista E. Sánchez y Blavatsky: «Este lenguaje procede de las lenguas indoeuropeas y semíticas».

Con el correr del tiempo este lenguaje como ser vivo va decayendo, el lenguaje sagrado se va vulgarizando al masificarse entre el resto de los pueblos que no podían alcanzar a entender los conceptos altamente sagrados y espirituales. Así, en oposición al sánscrito, o lengua sagrada, surgió el páncrito o lengua vulgar. De este modo sucedió con las demás lenguas espirituales.

Así observamos que el lenguaje monosilábico corresponde a la formación del cuerpo del lenguaje, aún sin alma y sin espíritu. En el lenguaje aglutinante ya aparecen las primeras manifestaciones de ideas conexas, y de atributos más allá de lo imitativo. Encarna el alma del lenguaje. En el lenguaje flexivo, los conceptos supremos, el lenguaje mistérico, las ideas divinas y mitológicas, son la expresión del espíritu.

Podemos comprobar que la Tradición no sólo se anticipa a las teorías existentes, sino que, mucho más importante, da respuestas a los interrogantes que aún se mantienen. Aporta una realidad tan evidente, y sobre todo tan distinta, que amplía y corrige los errores existentes en la Historia oficial. Proponemos, pues, seguir la Tradición.

BIBLIOGRAFÍA
—El origen de las lenguas, J.J. Rousseau.
—El nombre de los dioses, E. Sánchez.
—Vía del lenguaje, Steinthal.
—Doctrina Secreta, H.P. Blavatsky.
—Enciclopedia Salvat.

Gracias a J.Muñoz



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