HORNO DE FUSIÓN O  ATANOR 
El  horno de fusión o atanor es el instrumento más característico de un  laboratorio alquímico. En el Park Güell, sobre la escalinata de la  entrada, nos encontramos con una estructura en forma de trípode que en  su interior contiene una piedra sin desbastar, en bruto, perpetuamente  mojada por un pequeño surtidor. Este elemento representa la estructura  básica de un horno de fusión alquimista y es una copia del modelo que  aparece en un medallón del pórtico principal de la catedral de  Notre-Dame de París. Básicamente, el atanor consta de una envoltura  exterior compuesta de ladrillos refractarios o cemento. Su interior está  lleno de cenizas que envuelven el "huevo filosófico", la esfera de  vidrio en cuyo interior se halla la materia prima o piedra sin  desbastar. Un fuego situado en la parte interior es el encargado de  calentar el huevo, pero no directamente, ya que es difuminado por las  cenizas. La alquímia, además de una técnica espiritual o forma de  mística, se basaba también en el trabajo sobre minerales y operaciones  físicas concretas y se caracterizaba por la equivalencia o paralelismo  entre las operaciones del laboratorio y las experiencias del alquimista  en su propio cuerpo. De esta manera, el atanor representaba la  reproducción del cuerpo, el azufre era el alma, el mercurio era el  espíritu, el sol el corazón y el fuego la sangre. Las etimologías de la  palabra atanor son dos: por un lado derivaría del árabe "attannûr",  horno y por otro procedería de la palabra griega "thanatos", muerte, la  cual, precedida de la partícula "a", expresaría el significado "no  muerte", es decir, vida eterna, etc. 
LOS TRES GRADOS DE PERFECCIÓN DE LA MATERIA
LOS TRES GRADOS DE PERFECCIÓN DE LA MATERIA
Aquí hacemos referencia a la piedra en bruto que se  encuentra en el interior del atanor. La piedra sin desbastar representa  el primer grado de perfección de la materia, el segundo grado viene  representado por la piedra desbastada en forma de cubo, y en tercer  lugar un cubo acabado en punta, es decir, con una pirámide superpuesta.  En la simbología masónica estas tres formas representan también las tres  posiciones que se pueden ir asumiendo dentro de la Logia: aprendiz,  compañero y maestro; tal como eran los grados tradicionales de las  hermandades obreras medievales. Gaudí plasmó en la torre Bellesguard,  también conocida como Casa Figueras, todo este simbolismo. La estructura  del edificio, situado al pie de la sierra de Collserola y construido  con piedra y ladrillo, está formada por un cubo coronado por una  pirámide truncada. La orden de los francmasones dice que "cada hombre  debe tallar su piedra". Y es que esa piedra será tanto la piedra angular  del templo como la piedra angular de la personalidad del masón. El  trabajo ulterior de perfeccionamiento consistirá en superponer una  pirámide al cubo. 
LA CRUZ EN SEIS DIRECCION
ES Este elemento que se halla en la mayoría de  proyectos y construcciones gaudinianas como una manera de obsesión, es  una representación de un principio arraigado a sus creencias pero  situado, al menos formalmente, dentro del campo de la Iglesia. Gaudí  utilizó dos técnicas para realizar las cruces en seis direcciones: -La  primera la podemos encontrar en el colegio de Santa Teresa de Barcelona y  es un desarrollo evidente de la piedra cúbica; se trata de la  proyección espacial de la piedra cúbica. - En el Turú de las Menas del  Park Güell figuran tres cruces que no son más que dos taus a las que se  han superpuesto sendos cubos coronados por sus correspondientes  pirámides. Estas taus indican las direcciones norte-sur y este-oeste y  entrelazadas, nos indican los cuatro puntos cardinales. La tercera cruz,  por su parte, es una flecha que indica una dirección ascendente.  Inicial de la palabra tierra, la tau es un símbolo de origen remoto que  aparece en monumentos megalíticos de las islas Baleares en forma de  taules (un pedestal sosteniendo una superficie pétrea). Dentro de la  francmasonería, la tau tiene un simbolismo preciso. Por una parte,  representaría a Matusael, el hijo de Caín que crearía este símbolo para  reconocer a sus descendientes y, por otro, sería el signo de  reconocimiento que realizaría el oficiante con la mano derecha en la  ceremonia de acceso al grado de Maestro.
LA X
Tiene una gran importancia en el simbolismo masónico.  Este símbolo se encuentra en las bóvedas de la cripta de la Colonia  Güell, donde está repetido hasta trece veces, y también en el pórtico  del Nacimiento de la Sagrada Familia, en la cruz que corona el Árbol de  la Vida, que muestra una descomunal X. Este símbolo se realiza sobre la  base de un hexágono regular y éste forma el perímetro interior de dos  triángulos equiláteros entrelazados, los cuales formarían la estrella de  David, que sería la notación alquímica de los cuatro elementos básicos.  El hexágono es una forma muy repetida en la obra de Gaudí, del cual  incluso se puede extraer un cubo volumétrico si dividimos el hexágono en  tres rombos. Cabe recordar que la X, además, es la notación alquímica  del Crisol, un instrumento necesario para la obra hermética. Asimismo,  la X también está relacionada por tradición con el apóstol Andrés,  crucificado sobre esa forma.
EL PELÍCANO
Este animal, en otro tiempo símbolo de Cristo, lo  podemos encontrar en el Museo de la Sagrada Familia y estaba destinado  al Pórtico del Nacimiento. Una de las versiones más conocidas sobre la  figura del pelícano es la que habla de que sentía un amor tan fuerte por  sus hijos que, en el caso de pasar hambre, se abría el vientre con su  propio pico para alimentarlos. Otra versión dice que, irritado porque  sus crías le golpeaban con las alas, las mataba y luego, arreprentido,  se suicidaba clavándose el pico en el vientre. En una última versión del  tema se descarta el suicidio y que se clave el pico en el vientre y se  habla de que sus lágrimas resucitan a sus crias muertas. El grado 18 de  la orden de los francmasones, denominado "grado Rosacruz", tiene como  símbolo al pelícano en actitud de abrirse el vientre y rodeado de sus  hijos; sobre su cabeza hay una cruz con una rosa roja incisa y la  leyenda I.N.R.I. El pelícano representa la chispa divina latente que  anida en el hombre, su sangre es vehículo de vida y resurrección y su  color es blanco, simbolizando la superación de la primera fase de la  obra alquímica. La tercera fase supone pasar a través de la experiencia  del rojo, que queda plasmada en la explosión de una gran rosa roja en el  centro del pecho.
LA SALAMANDRA, LA SERPIENTE Y LAS LLAMAS
Del círculo situado  en la escalinata de entrada al Park Güell se ha hecho una  interpretación patriótico-nacionalista, pero no existe ninguna razón por  la que Gaudí tuviera que hacer una demostración pública de una cosa  secundaria en su jerarquía de aspiraciones y convicciones. Por esta  razón, cabe hacer una interpretación hermética de la simbología de este  elemento, que es la única integradora de todo el conjunto: una cabeza de  serpiente situada en el centro de un gran disco, envuelta en llamas y  éstas de agua. Los hermetistas eran conocidos como "filósofos por el  fuego" y su obra se basaba en ordenar el caos; como al principio de los  tiempos la ruina y el mal se extendieron por el mundo por obra de la  serpiente, para ordenar ese caos es necesario quemarla. Así, el círculo  simboliza el caos, la oriflama es la llama que contiene el azufre y la  serpiente es el espíritu mercurial.
EL LAGARTO
Es el animal que baja desde el atanor hasta el disco  descrito anteriormente y que se ha interpretado como una salamandra, una  iguana, incluso un cocodrilo, pero su característica más importante es  su dorso sinuoso. Se trata de una imagen estática que sugiere una  sensación de movimiento muy acusada, una nueva representación del  mercurio originario, una reiteración de las funciones del atanor, es  decir, obrar la separación, decantar las partes fijas del mineral de las  volátiles. Las escalinatas del Park Güell se nos presentan así como un  paradigma hermético que contiene los principios de la obra y no en vano  son muchos los textos alquímicos que insisten que toda la obra se  realiza a través del mercurio.
EL ÁRBOL SECO Y EL ÁRBOL DE LA VIDA
El amor de Gaudí por la naturaleza estuvo siempre  presente en toda su obra. Sus construcciones están llenas de elementos  ornamentales que hacen referencia al reino vegetal. El simbolismo  alquímico está repleto de imágenes relacionadas con la agricultura y el  reino vegetal. El Árbol Seco representa el símbolo de los metales  reducidos de sus minerales y fundidos; la temperatura del horno les ha  hecho perder vida y, por lo tanto, deben ser vivificados. En el Árbol  Seco siempre existe una chispa de vida, aquella que puede hacer posible  su resurrección; de hecho, siempre pueden verse en él algunas hojas que  indican la posibilidad de que reverdezca de nuevo. La imagen del Árbol  Seco fue colocada por Gaudí en sus obras capitales, representando una  naturaleza vegetal petrificada que mantiene, sin embargo, un foco de  vida. Muchas de estas imágenes se hallan en el Park Güell. El Árbol de  la Vida, como bien indica su nombre, es el árbol inmortal, el símbolo de  la vida eterna. La representación iconográfica más reiterativa de esta  clase de árbol es el ciprés. El arquitecto catalán lo sitúa en el centro  del pórtico del Nacimiento de la Sagrada Familia, rodeado de palomas  blancas, que a su vez, simbolizan las almas renovadas que ascienden  hacia el cielo.
EL DRAGÓN ÍGNEO Y EL LABERINTO

 La imagen del dragón es una constante en la obra de  Gaudí. Ciertamente, es una imagen que asociamos de forma inmediata a la  leyenda de Sant Jordi, patrón de Cataluña, pero, a diferencia de otros  arquitectos modernistas, Gaudí lo representa siempre de forma solitaria.  El dragón situado en la verja de los pabellones Güell está inspirado en  "La Atlántida" de Verdaguer; se trata de un dragón encadenado que  custodia el acceso al jardín de las Hespérides. El dragón está ligado al  simbolismo de la serpiente, no es otra cosa que una serpiente con alas  que arroja llamas por la boca o la nariz. Los rosacruces introdujeron  imágenes de caballeros que clavaban sus lanzas en dragones furiosos. Al  analizar las características míticas de este animal, su ardor ígneo  aparece como la representación de nuestros instintos más incontrolables.  Vencer esta fuerza, dominar nuestro espíritu, supone la posibilidad de  penetrar en los dominios del Ser.
La imagen del dragón es una constante en la obra de  Gaudí. Ciertamente, es una imagen que asociamos de forma inmediata a la  leyenda de Sant Jordi, patrón de Cataluña, pero, a diferencia de otros  arquitectos modernistas, Gaudí lo representa siempre de forma solitaria.  El dragón situado en la verja de los pabellones Güell está inspirado en  "La Atlántida" de Verdaguer; se trata de un dragón encadenado que  custodia el acceso al jardín de las Hespérides. El dragón está ligado al  simbolismo de la serpiente, no es otra cosa que una serpiente con alas  que arroja llamas por la boca o la nariz. Los rosacruces introdujeron  imágenes de caballeros que clavaban sus lanzas en dragones furiosos. Al  analizar las características míticas de este animal, su ardor ígneo  aparece como la representación de nuestros instintos más incontrolables.  Vencer esta fuerza, dominar nuestro espíritu, supone la posibilidad de  penetrar en los dominios del Ser.  






 
 






 
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