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lunes, 17 de octubre de 2011

Codos y Pies.

 

Debemos tener en cuenta que el metro es una invención de la Ilustración. Es el mismo padre Sigüenza (Descripción, II.I) el que dejó señaladas las medidas con las que se proyectó El Escorial: «el pie es una tercia de vara castellana, que tiene cuatro palmos, y cada palmo cuatro dedos, y cada dedo, cuatro granos de cebada ladilla».
En el año 1567, tras fracasar el Ordenamiento de Montalvo (1484), Felipe II había promulgado la «Nueva Recopilación de las Leyes de España» para acabar con el caos legislativo. Este Código -recopilado de las Leyes del Fuero Real, las 18 Leyes de Toro, el Ordenamiento de Alcántara y el de Montalvo- incluye la pragmática dictada por el rey prudente desde El Escorial (24 de junio de 1568) en la que establece que «[...] la vara castellana que se ha de usar en todos estos reinos, sea la que hay, y tiene, la ciudad de Burgos [...]». En 1852, cuando se dicta la Real Orden estableciendo el Sistema Métrico Decimal en España, se contabilizan hasta veinte sistemas de medida diferentes. En esta orden se fija la equivalencia entre las medidas usadas hasta entonces en las diferentes zonas, estableciéndose el pie de Burgos o de Castilla en 27'86 cm., difundido por veinticinco provincias.

Es fundamental recordar las ventajas del antropometrismo de las medidas antiguas de cara al fácil replanteo o comprobación en obra: con pasos en el caso del pie, y con vueltas de la cuerda de medir alrededor del antebrazo en el caso del codo vulgar. Resulta sorprendente que la pléyade de científicos involucrados en la formulación del metro (Delambre, Borda, Lagrange, Laplace, Monge, Coulomb, Lavoisier, etc.) terminara estableciendo esta absurda medida, y usando una definición que carece de sentido científico riguroso, ya que era previsible que las mediciones del meridiano terrestre fueran inexactas.

No debemos pensar que la correspondencia de las medidas hebreas en castellanas fuera un problema tan sencillo como el de traducir los pies en metros. Al igual que existían numerosos tipos de pies en España, lo que fue fuente de numerosos problemas en la construcción del monasterio, con los diferentes tipos de codo se ha polemizado mucho a lo largo de la historia.
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Medida del codo humano según Juan de Arphe


En el tratado manuscrito (1593) que regaló a Felipe II el padre Prado, colaborador de Villalpando, decía que nuestro codo era 3 dedos mayor que el codo sagrado egipcio de palma abierta: «El propheta Ezechiel (Cáp. 43) cautivo en Babilonia compara el codo sagrado y antiguo con el común de Babilonia y dize que era un palmo mayor por lo cual le llama en este lugar palmicodo. Herodoto que vivió en tiempo de los Persas, compara el codo Asirio, o Babilonio, que llama Regio (al de su tiempo), y dize que le excedía en tres dedos y por consiguiente pie a pie en dos, pero este excedió al de Plinio en un dedo porque en el Cáp. 26, del libro. 6, dize que el pie de los asirios excede en su pie en tres dedos».

(Traducción: el codo vulgar tiene seis palmos ó 24 dedos, pero Ezequiel deja bien claro que él se refiere a codos sagrados de siete palmos: «He aquí las medidas del altar en codos exactos de codo y palmo» (Ez 43:13). El codo babilónico equivaldría, pues, a 4 x 7 = 28 dedos, pero al trasladarlo a dedos castellanos -algo menores como recuerdan Herodoto, Plinio y el padre Prado- resultarían 31 dedos).

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