Hemos oído hablar de la física cuántica, la medicina cuántica, la mecánica cuántica.... y puede que nos suene como un concepto abstracto e innovador, lo cual es una percepción incorrecta ya que la primera vez que se habló de “La Física Cuántica” fue en Berlín en el año 1900, por el profesor Max Planck. En ese entonces habló sobre la luz y sus frecuencias. Han pasado 110 años y seguimos en la tesitura de que lo cuántico es extraño, ¿por qué?
La mente humana, al igual que las sociedades, está en constante evolución. Hemos conseguido logros muy importantes en todos los ámbitos tanto intelectuales, humanos y sociales. Se puede decir que la mente no tiene fronteras y que somos capaces de llegar mucho más lejos en todos los ámbitos.
Esta percepción de la mente se basa en un esquema lineal, es decir, “hay que hacer, estudiar y especializarse en tal o cual cosa” para alcanzar un nivel que nos capacita para ser científicos, intelectuales o profesionales cualificados. Nuestra ciencia se basa fundamentalmente en que todo lo que existe, debe de comprobarse y, para ello, se requiere de unos antecedentes tanto académicos como de observación para que surja una teoría, una investigación y una comprobación, que nos dé como resultado una “verdad” dependiendo de área en la que se ha actuado.
Cuando fui Compañero Masón (nací en el R.E.A.A.), descubrí en este Grado varias “puertas” del hombre con su entorno y consigo mismo. Éste camino de “desbastar la piedra” recorrido por los Masones, obviamente se materializó o manifestó en tantas corrientes de pensamiento y movimientos sociales. No cabe duda que la Masonería, la cual reconocemos como “un sistema de moral, velado bajo símbolos y alegorías”, ha sido decisiva para el pensamiento, la ética, la moral y, en definitiva, el avance de nuestra sociedad. Luego, tenemos más Grados y cuerpos colaterales, aparte de los Grados Simbólicos.
Pero esta estructura sigue siendo “lineal” es decir, que hay un camino a recorrer para llegar a un fin o una meta determinada. Lo cual ha funcionado perfectamente ya que todo en nuestra sociedad es lineal, nada se puede alcanzar si no es a base de esfuerzo, de un camino a recorrer. Luego viene el bienestar personal, es decir, con esto me aseguro un buen futuro –un buen trabajo, una buena casa, un buen coche- y luego nos ocupamos de nuestras inquietudes interiores.
Esto indica que el hombre tiene dos vertientes, una exterior y una interior, es decir, primero hay que satisfacer una serie de objetivos personales, los cuales denomino “egoístas” –que son perfectamente validos- y luego viene la parte interna que entra dentro del terreno de la espiritualidad. Pero ¿Qué es la espiritualidad?
La Cabalá, al igual que otras corrientes espirituales, nos dice el Hombre ha sido creado, primeramente para recibir, es decir, para satisfacer su egoísmo. Luego va cambiando o “transmutando” su naturaleza egoísta y comienza a “adquirir atributos” que son similares al Creador y es cuando cruza el “Majsóm”, es decir que cambia su naturaleza egoísta a “altruista”, pasando por cuatro discernimientos (Maljut, Biná, Jojmá y Keter) que transforman su naturaleza y le hacen entrar en un estado donde “todo es gobernado por el deseo de dar”.
Si os dais cuenta, estoy siendo “lineal”, pero lo que pretendo es marcar unos antecedentes para entrar de lleno en el tema de lo que denomino “La Masonería Cuántica”.
La mecánica cuántica –y abreviando mucho- se puede resumir en una serie de infinitas posibilidades de las que podemos acceder a una según nuestro estado de consciencia. Pero ¿qué es ese estado de consciencia?... realmente es muy sencillo, es un estado de vibración, es una frecuencia. Todo lo manifestado –lo que vemos y experimentamos- es una frecuencia vibratoria, ya sea por masa atómica y por reflexión de la luz. Lo podemos ver en las ondas de radio, ondas lumínicas y lo más importante, en las reacciones eléctricas que hay entre dos neuronas cuando se produce un pensamiento. Incluso hay un videojuego muy innovador que poniéndose uno un casco, con sensores en sitios muy específicos que pueden detectar estas “señales” entre neuronas, convierte esas señales o impulsos para que un objeto en la pantalla del ordenador pueda moverse con solamente “pensar” en el movimiento.
La cuántica nos da la posibilidad de hacer lo que antes no éramos capaces. Nuestra mente es como una rejilla magnética que produce pensamientos que desembocan en emociones. Pero ¿sabéis la cantidad de pensamientos que tenemos por minuto? ¿Sabéis que hay un espacio entre cada pensamiento?... Pues es justamente cuando, a base de métodos como la respiración, relajación y concentración podemos poco a poco hacer que esos espacios entre pensamientos se hagan más “espaciosos”, es decir, si conseguimos que pueda haber uno, dos o tres segundos de “no pensar” entre cada pensamiento, estamos adquiriendo Consciencia. Comenzamos a ser conscientes de nuestra Consciencia, es decir, del Yo Soy.
Estar en un estado cuántico es estar consciente de ciertos atributos como las emociones. Éstas pueden ser –según su frecuencia- en amor u odio, en desear o dar, en imaginar que algo pueda ser o no pueda ser, etc. El punto que hace a una persona “cuántica” es saber qué tipo de frecuencia deseamos experimentar en ese “lapso” de consciencia. Pero la clave de este estado es que la consciencia se experimenta en el momento en la que se experimenta, ni antes ni después, es decir, en el ahora. Es un poco como la música, solamente se puede disfrutar de ella cuando está “sonando”, ni antes ni después. No olvidemos que las notas musicales son frecuencias que nuestro cerebro reconoce como sonidos o melodías. La música se puede explicar, se puede estudiar, hay reglas, hay normas y diversas metodologías pero, la música transmite sentimientos, paz, sosiego, tranquilidad. En algún sitio leí que “la calma es el idioma que habla Dios, lo demás, son malas traducciones”. Pienso que la calma, o más bien, un estado de calma produce en el cuerpo y el cerebro humano un estado donde no hay pensamientos, solo hay “presencia”. Pero si tratamos de entender, de estudiar, de analizar y “etiquetar” este mecanismo de “presencia”, de “consciencia”, estaremos nuevamente dentro de la linealidad, sencillamente hay que sentirlo mientras se experimenta. No hace falta darle vueltas y más vueltas.
Hace poco (12-01-2010), en Madrid, el Catedrático F.J. Rubia de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense, comenzó una conferencia con estas palabras: La consciencia es un enigma, probablemente el mayor enigma tanto en filosofía como en ciencia. Las cuestiones fundamentales que plantea son: ¿qué es la consciencia? ¿De dónde procede? y ¿para qué sirve?
Cuando se empieza a cuestionar algo que está dentro de uno, que no tiene forma, tan subjetivo que no puedes compartirlo, solo “experimentarlo”, es cuando comienza a haber destellos de Consciencia y en el desarrollo de esta conferencia vemos frases como “La consciencia es un concepto que entendemos intuitivamente, pero que es difícil o imposible de describir adecuadamente en palabras”, “Pero consciencia significa experiencia subjetiva, o sea, lo opuesto a objetividad”
En Masonería trabajamos al individuo –y siendo lineal- en sus dimensiones intelectuales, éticas y morales del Ser. Pienso que es el momento de trabajar la dimensión “cuántica”, es decir, el gozo de vivir que no se puede alcanzar solamente con la dimensión exterior del Ser –títulos, posesiones, logros y hasta buenas intenciones- todo esto son solo “formas” del pensamiento que se exteriorizan. La dimensión interior del Ser es la Consciencia que emana de la dimensión “sin forma” y esta dimensión abre tantas posibilidades que son infinitas. El ser humano ha llegado a un estado en su evolución –la ciencia lo está demostrando con el Acelerador de Partículas, que ser consciente del pensamiento es crear. Pero ¿crear qué?.... crear una realidad donde podamos vivir todos en armonía –cuántica- y evolucionar hacia nuevos estados de consciencia.
Simplemente hay que abrir la mente, despojarse de conceptos que lo único que han traído es “más de lo mismo”, ciclos que se repiten “disfrazados” de tecnología y vanguardia. La mente cuántica no es una quimera, no es una Utopía, es algo que está al alcance de cualquier persona, no importa si tiene estudios o si es analfabeta. La mente es la misma para todos. En nuestras Logias vemos el pavimento de mosaicos blanco y negro, ¿no podríamos pensar que puede simbolizar “la forma y lo sin forma” que se interpenetran? Podemos llamarle el Yin y el Yang o como nos plazca, el concepto es el mismo. Solamente “fluye” a través de ser consciente de la Consciencia del Yo Soy. Podríamos considerarlo “el cerebro microcósmico y el macrocósmico”. Después de todo tal y como dijo Hermes Trismegisto “Lo que es arriba es abajo”.
Si observamos un átomo, vemos que tiene electrones que giran alrededor del núcleo, los planetas giran alrededor de sus soles, los soles giran alrededor de sus galaxias y las galaxias giran alrededor de las galaxias centrales. ¿Qué hace que esto sea así? Con el Acelerador de Hadrones, hemos visto que en las partículas sub-atómicas parece que hay un caos –aparente- pero que es la base de todo. Ese caos, la física cuántica nos dice que no es tal, que es la Consciencia que precede a “lo manifiesto”, “la partícula de Dios”. Lo curioso de todo esto, es que esa “partícula” la hemos llevado siempre dentro de nosotros. Como es arriba es abajo, y nosotros formamos parte de un todo.
Abramos nuestras mentes y démonos la posibilidad de ser algo más que intelecto, pensamiento, ética y moral. Despertemos del sueño de la forma, que no es “lo” que hacemos, sino “cómo” lo hacemos. Crucemos el Majsom cabalístico, perderemos lo que tenemos –conceptos y más conceptos- pero nunca perderemos lo que “somos”, creadores de nuevas realidades.
Gandhi dijo: “Tienes que convertirte en aquello que quieres que sea el mundo”. En la Cabalá encontramos: “El Hombre es un mundo pequeño. El mundo es un gran Hombre”. El saludo entre los Mayas era: “yo soy otro tú” y el otro contestaba: “tú eres otro yo”.
En Masonería trabajamos lo que nos une, no lo que nos separa.
Gracias a Jorge. M. V.
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