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LA LUZ PRESTADA - El Espía de DIOS

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martes, 20 de julio de 2010

Pico della Mirandola.


Giovanni Pico della Mirandola, conde de la Concordia, nació el 24 de febrero de 1463 en Mirandola, cerca de Módena (Italia). Descendiente de una familia principesca, el joven Giovanni demostró pronto extraordinarias condiciones para el estudio. Deseando su madre que realizase la carrera eclesiástica, cursó Derecho Canónico en Bolonia entre los años 1477 y 1479. Terriblemente inquieto, siguió al año siguiente estudios de Filosofía en Ferrara y, entre 1480 y 1486 se dedicó enteramente, en Padua y en París, al estudio de la filosofía y la literatura, elaborando las bases de un amplio programa filosófico y teológico del que saldrían las Conclusiones, cuyo texto definitivo redactaría en 1486. Fue en esta época cuando trabó amistad con Elías del Medigo[1] que enseñaba en Padua la filosofía de Aristóteles y Averroes, filosofía que influiría grandemente en sus Conclusiones. Tuvo también por maestro a Marsilio Ficino, quien siempre sintió gran cariño por su discípulo.
Gran parte de los conocimientos que en la época de Pico, se consideraban "científicos", o se los que tratan sobre medicina, astrología, alquimia o ciencias naturales, se fundaban en textos árabes traducidos al latín y al hebreo. Los conocimientos "filosóficos", o sea las obras filosóficas más notables de la Antigüedad, en general de origen griego o árabe, también fueron traducidas a estos idiomas, que nuestro autor dominaba.
Con sus 900 Tesis o Conclusiones Pico quiso realizar la síntesis de las doctrinas de las principales escuelas filosóficas de la Antigüedad y de la Edad Media. Estas Tesis o Conclusiones estaban destinadas a ser discutidas públicamente en un encuentro de eruditos que Pico proyectaba organizar e incluso financiar, en Roma. Para ello invitó a los más relevantes sabios europeos, pagando los desplazamientos de aquellos que residían lejos. Estas Tesis de omni re scibili excitaron la curiosidad en un principio, pero pronto despertaron en los medios eclesiásticos sospechas de heterodoxia. Y en efecto, fueron condenadas en parte por el Papa Inocencio VIII que consideró heréticas a trece de ellas.
Al intentar defender Pico las tesis condenadas en su Apologia tredecim quaestionum (obra redactada en 1487), Inocencio VIII replicó condenando en bloque las 900 tesis. Sin embargo, un año antes de la temprana muerte de Pico, esta condena fue levantada por Alejandro VI, sucesor de Inocencio[2].
Pico manifestó en sus Conclusiones[3] de tipo filosófico un amplio conocimiento de las ideas de Averroes y Avicena. Profundamente interesado por la religión islámica, nuestro autor estudió el Korán en un ejemplar que le había facilitado su maestro Marsilio Ficino. También conoció la obra de Abentofáil, el autor de El Filósofo Autodidacta.
Es harto probable que, pese a conocer el árabe, Pico no tuviera acceso directo a las obras de Avicena, muchas de las cuales podían consultarse en traducción latina. Parece que lo más que le llamó la atención en este autor fue su sistema ontológico y su teoría de la materia y del cuerpo inerte. Gracias a los trabajos de F. Secret y otros eruditos, está demostrado que Pico fue introducido en el averroísmo y el aristotelismo por su maestro Elías del Medigo, que tradujo por primera vez al latín numerosos pasajes de estos filósofos.
Nuestro autor, espíritu abierto y de altos vuelos, se interesó especialmente en ciertas afirmaciones de Averroes relativas al intelecto, el alma y la profecía.
Al parecer, las Conclusiones sobre Teofrasto, que le interesarán sobre todo por su original concepción del intelecto, proceden también de sus lecturas de Averroes, que cita a Teofrasto en su comentario a la Metafísica de Aristóteles. Es interesante observar que, espíritu sintético, Pico hace corresponder el "intelecto agente" al Metatron de la Kábbala.
A la hora de estudiar las Conclusiones formuladas por Pico a propósito de los filósofos platónicos (Plotino, Porfirio, Jámblico, etc...) hay que considerar su amistad con Marsilio Ficino, el traductor y comentador de Platón y Plotino más importante del Renacimiento. Sin duda fue él quien introdujo en el platonismo a Pico, que utilizó las traducciones de su maestro, en especial la de Los Misterios de Egipto y otras obras de Jámblico. En lo que a Plotino se refiere, es harto probable que nuestro autor se basara también en las traducciones de Ficino.
Las Conclusiones sobre la sabiduría egipcia y caldea, parecen apoyarse en el Corpus Hermeticum por una parte, y en las anteriormente citadas obras de Jámblico por otra.
En las Conclusiones según Platón, Pico se interesa especialmente por el problema del alma y de su destino. Cuando ésta se encarna (ver Concl. Nº 2) no lo hace toda ella; una parte queda en el cielo. La reunión de las dos partes es, en cierto modo, el objetivo espiritual ansiado tanto por aquella que permanece en el cielo como por la que está en la tierra, prisionera de la materia. Cuando el intelecto particular del hombre se une indisolublemente al intelecto primero, o sea cuando el ser o la vida particulares se unen a las universales, el hombre alcanza por fin la felicidad última (ver Concl. Nº 6 y 7). Según Adelando el árabe, el intelecto que permanecía en el cielo recibe el nombre de "intelecto agente".
Dentro de su impresionante precisión, las Conclusiones contienen, sin embargo, algunas imprecisiones dignas de mención. En las Conclusiones según la primitiva doctrina del egipcio Hermes Trismegisto que, como hoy sabemos, es una doctrina más griega que egipcia, Pico habla de diez enemigos en nosotros, cuando en el Corpus Hermeticum aparecen doce. El texto de Pico dice así:
"Dentro de cada uno de nosotros hay diez enemigos: la ignorancia, la tristeza, la inconstancia, el deseo, la injusticia, la lujuria, la decepción, la envidia, el fraude, la ira, la temeridad y la malicia".
Más adelante, Pico vuelve a hablar de estos "diez enemigos", y el número diez se repite. Sin embargo, basta con dar un breve repaso al Corpus Hermeticum para percatarse de que estos enemigos, protagonistas del destino astral del hombre encarnado, son doce y corresponden verosímilmente a los doce signos zodiacales. ¿Por qué habla Pico de "diez enemigos"? Y, sobre todo (por esto hemos citado aquí la Conclusión en cuestión) nos da los nombres de doce y no diez? ¿Se trata de una confusión de nuestro autor, o de un simple lapsus?
El hecho de que Pico hable de "diez enemigos" podría atribuirse a que nuestro autor pensara en las diez sephiroth de la Kábbala, pero en la Conclusión siguiente ya nos avisa de que no es así:
"Los diez enemigos que he nombrado según la conclusión precedente se corresponden mal con la coordinación denaria de la Cábala".
Las diez sephiroth corresponderían más bien a la "Década", fuerza divina que permite al hombre triunfar sobre los doce enemigos zodiacales.
Si bien nuestro autor tuvo que padecer las iras de Inocencio VIII y de sus acólitos a causa de sus originales opiniones, fue sin embargo muy respetado y admirado por los hombres cultivados de su época, que quedaron impresionados por su extraordinaria erudición. Numerosos son los testimonios de admiración que tras su muerte le serían manifestados. Dirigiéndose a su sobrino Juan Francisco, el beato Battista de Mantúa escribía que:
"La Santidad de la vida, la erudición, los conocimientos de las cosas humanas y divinas se unían tan bien en él, que Jerónimo y Agustín parecían revivir en un solo hombre... Por la inmensa fertilidad de sus pensamientos nos fecundaba a todos... Su muerte ha hecho sufrir a los estudios literarios, a la ciencia, a la integridad de las costumbres un gran eclipse".
También Savonarola, en su Tratado contra los astrónomos escribía:  
"Este hombre ha de ser considerado entre los milagros de Dios y de la naturaleza, a causa de la elevación de su pensamiento y de su doctrina."
Incluso los sabios hebreos de su época, entre los que destaca el erudito pensador Jochanán Alemanno le admiraron y llegaron a decir de él que: "El espíritu de Dios y el espíritu del siglo no podrían producir en cien años un hombre de su valía."
Gracias a Julio P.



[1] Pico conoció a Elías del Medigo hacia 1480 y este erudito judío le hizo conocer las obras  más           importantes de la Kábbala (el Sepher Ha Zohar, las Shaare Orah, etc...
Ver el estudio documentado de F. Secret: Pico de la Mirandola et le milieu italien de la Kabbale Chrétienne publicado en su obra Les Kabbalistes chrétiens de la Ranaissance Ed. Dunod, París, 1964.

[2] Sin duda instigado por el influyente Lorenzo de Médici, protector de Pico.

[3] Aunque el libro que hoy presentamos incluye únicamente las conclusiones de tipo mágico o cabalístico, sin por ello desdeñar las puramente filosóficas, hemos creído oportuno incluir las Conclusiones según Averroes por su extraordinario interés en lo referente a los sueños.

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