Bienvenida

‘Dijo Elokim: Haya luz y hubo luz.’ Génesis 1:3

Que la gran luz del entendimiento ilumine nuestros cerebros y purifique nuestros corazones , a fin de que en un ambiente de intelectualidad y de perfecta fraternidad , nos entreguemos a buscar los senderos de nuestra propia superación. Eusebio Baños Gómez

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LA LUZ PRESTADA - El Espía de DIOS

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viernes, 24 de junio de 2011

JUAN BAUTISTA "PATRONO DE LA MASONERIA OPERATIVA"

Juan el Bautista, fue un predicador y asceta judío, considerado como profeta por cuatro religiones: Cristianismo, Islam, Mandeísmo y la Fe Bahá'í y es el único santo al cual se le celebra la fiesta el día de su nacimiento que es 24 de junio, justo 6 meses antes que su primo Jesús.

El capítulo primero del evangelio de San Lucas nos cuenta que su padre Zacarías era un sacerdote judío que estaba casado con Isabel, y no tenían hijos porque ella era estéril. Siendo ya viejos, un día cuando estaba él en el Templo, se le apareció un ángel de pie a la derecha del altar. Al verlo se asustó, mas el ángel le dijo: "No tengas miedo, Zacarías; pues vengo a decirte que tú verás al Mesías, y que tu mujer va a tener un hijo, que será su precursor, a quien pondrás por nombre Juan. No beberá vino ni cosa que pueda embriagar y ya desde el vientre de su madre será lleno del Espíritu Santo, y convertirá a muchos para Dios".

Pero Zacarías respondió al ángel: -"¿Cómo podré asegurarme que eso es verdad, pues mi mujer ya es vieja y yo también?" - El ángel le dijo: -"Yo soy Gabriel, que asisto al trono de Dios, de quien he sido enviado a traerte esta nueva. Mas por cuanto tú no has dado crédito a mis palabras, quedarás mudo y no volverás a hablar hasta que todo esto se cumpla"-.

Transcurridos seis meses, el mismo ángel se apareció a Maria, prima de Isabel, comunicándole que iba a ser Madre del Hijo de Dios, y también le dio la noticia del embarazo de Isabel. Llena de gozo corrió a ponerse a disposición de su prima para ayudarle en aquellos momentos. Y habiendo entrado en su casa la saludó. En aquel momento, el niño Juan saltó de alegría en el vientre de su madre, porque acababa de recibir la gracia del Espíritu Santo al contacto del Hijo de Dios que estaba ya en el vientre de la Virgen Maria. Con espíritu profético, Isabel exclamó:- "Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre”-.

Maria permaneció en casa de su prima aproximadamente tres meses; hasta que nació Juan. De su infancia poco se sabe. Tal vez, siendo aún un muchacho y huérfano de padres, huyó al desierto, donde el contacto con la naturaleza le acercaba más a Dios. Vivió toda su juventud dedicado nada más a la penitencia y a la oración, como caracteriza a todo asceta. Como vestido sólo llevaba una piel de camello y como alimento, aquello que la Providencia pusiera a su alcance: frutas silvestres, raíces, y principalmente langostas y miel silvestre.

Solamente le preocupaba el Reino de Dios.
Según Lucas 3:1-3, Juan comenzó a predicar y a bautizar en el desierto «el año decimoquinto del imperio del emperador Tiberio, en el que Poncio Pilato gobernaba Juan el Bautista Judea, Herodes Antipas era tetrarca de Galilea, su hermano Filippo tetrarca de Iturea y Traconítide, y Lisanias tetrarca de Abilene, en tiempo del sumo sacerdote Anás y Caifás».

Juan Bautista se definió a sí mismo como «voz que clama en el desierto: "rectificad los caminos del Señor"» (Juan 1:23), con lo cual cumplía expresamente una profecía de Isaías (Mateo 3:1-4, Lucas 3:4-6, Isaías 40:3-5). Marcos (1:1-4) une a ésta el cumplimiento de otra profecía, de Malaquias 3:1. Esta misma misión general, cumplir unidas ambas profecías, vista como una, fue definida en general por los esenios para ellos mismos, según la Regla de la Comunidad (1QS VIII 13-14; 4Q259 III 3-6), encontrada entre los Manuscritos del Mar Muerto y datada entre los años 100 y 75 A.C. También la liturgia bautismal esenia (4Q14) pudo haber servido de inspiración a Juan.

La diferencia entre el ministerio general de los esenios y el de Juan estriba en que aquellos enfatizaban en el estudio de la Ley, y en general de las Escrituras, y Juan en la predicación y bautismo para la conversión del pueblo. Según los Evangelios, bautizó también a Jesús en el río Jordán (Lucas 3:21-22, Marcos 1:9-11), y lo reconoció como Mesías (Juan 1:25-34, Mateo 3:13-17). Ese momento supuso el inicio de la actividad mesiánica de Jesús. Algunos autores señalan que sería más bien el arresto de Juan por parte de Herodes Antipas el comienzo de la vida pública de Jesús (Marcos 1:14).

Cuando Juan tenía más o menos treinta años, se fue a la ribera del Jordán, para predicar un bautismo de penitencia. Juan no conocía a Jesús; pero según la leyenda el Espíritu Santo le dijo que le vería en el Jordán, y le dio esta señal para que lo reconociera: -“Aquel sobre quien vieres que me poso en forma de paloma, Ese es”-.

Los judíos empezaron a sospechar si el era el Cristo que tenía que venir y enviaron a unos sacerdotes a preguntarle -“¿Tu quién eres?”- El confesó claramente: -“Yo no soy el Cristo”- Insistieron: “¿Pues cómo bautizas?” Respondió Juan, diciendo: -“Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está Uno a quien vosotros no conocéis. El es el que ha de venir después de mí…”-

Por este tiempo vino Jesús de Galilea al Jordán en busca de Juan para ser bautizado. Juan se resistía a ello diciendo: -“¡Yo debo ser bautizado por Ti y Tú vienes a mí!”- A lo cual respondió Jesús, diciendo: -“Déjame hacer esto ahora, así es como conviene que nosotros cumplamos toda justicia”-. Entonces Juan condescendió con El.

Habiendo sido bautizado Jesús, al momento de salir del agua, y mientras hacía oración, se vio descender una paloma que se posó sobre El. Según el Evangelio de San Marcos: Herodes Antipas se había ido a vivir en unión libre con Herodias, su cuñada y esposa de Filipos su hermano, con dicha acción Herodes Antipas había cometido un pecado que escandalizaba a los judíos, por estar prohibido por la Santa Biblia y por la ley moral y Juan lo denunció públicamente. Se necesitaba mucho valor para hacer una denuncia como ésta, porque los reyes del oriente no eran tolerantes y no vacilaban en mandar a matar a quien se atreviese echarles en cara sus errores. Herodias no ocultó su odio hacia Juan y con su insidia conminó a Herodes a apresarlo y matarlo, mas Herodes sentía un profundo respeto por Juan y en principio no se atrevió a atentar contra su vida, pues al solo oírlo hablar se quedaba pensativo y temeroso, y lo escuchaba con gusto".

Juan bautiza a Jesús en el Jordán
Pero el día de su cumpleaños Herodes dio un gran banquete a todos los principales de La ciudad, y a la fiesta asistió Salomé, la hija de Herodías y bailó de tal forma que le gustó mucho a Herodes, quien bajo juramento le dijo: -"Pídeme lo que quieras y te lo daré, aunque sea la mitad de mi reino"-.

La muchacha fue donde su madre y le preguntó: -"¿Qué debo pedir?"-. Ella le dijo: -"Pida la cabeza de Juan Bautista"-. Ella entró corriendo a donde estaba el rey y le dijo:- "Quiero que ahora mismo me des en una bandeja, la cabeza de Juan Bautista"-.

El rey se llenó de tristeza, pero para no contrariar a la muchacha y porque se imaginaba que debía cumplir ese vano juramento, el 29 de agosto mandó a uno de su guardia a que fuera a la cárcel y le trajera la cabeza de Juan, lo cual fue cumplido, y su cabeza fue traída en una bandeja y entregada a la muchacha la cual posteriormente se la dio a su madre.

Este es un caso típico de cómo un pecado lleva a cometer otro pecado. Herodes Antipas y su concubina Herodías empezaron siendo adúlteros y terminaron siendo asesinos. El pecado del adulterio los llevó al crimen, al asesinato de un santo.

Juan murió mártir de su deber, porque él había leído la recomendación que el profeta Isaías hace a los predicadores: -"Cuidado: no vayan a ser perros mudos que no ladran cuando llegan los ladrones a robar"-. El Bautista vio que llegaban los enemigos del alma a robarse la salvación de Herodes y de su concubina y habló fuertemente. Ese era su deber. Y tuvo la enorme dicha de morir por proclamar que es necesario cumplir las leyes de Dios y de la moral. Fue un verdadero mártir.

Una antigua tradición cuenta que Herodías años más tarde estaba caminando sobre un río congelado y el hielo se abrió y ella se consumió hasta el cuello y el hielo se cerró y la mató. Puede haber sido así o no. Pero lo que sí es histórico es que Herodes Antipas fue desterrado después a un país lejano, con su concubina. Y que el padre de su primera esposa (a la cual él había dejado para quedarse con Herodías) invadió con sus Nabateos el territorio de Antipas y le hizo enormes daños. Es que no hay pecado que se quede sin su respectivo castigo.

San Juan Bautista es considerado el príncipe del santoral cristiano. Es el único santo del que se celebra el nacimiento y no la muerte, y su fiesta, el 24 de junio, es una fiesta solar, de luz y de fuego, decantación de los más antiguos ritos de la humanidad en la más grande de todas las fiestas. Mientras Jesús ocupa el solsticio de invierno (la Iglesia optó por cambiar su titular, al ver que era imposible suprimir estas fiestas), San Juan toma posesión del solsticio de verano porque fue imposible erradicar las ancestrales celebraciones solares. Y fue precisamente el hecho de la vinculación de su nombre a las fiestas más esplendorosas y más vitalistas, lo que elevó su prestigio hasta límites que sólo milenios de historia pueden explicar. Pero no es gratuita la coincidencia entre el ancestral culto solar y san Juan Bautista. El personaje es de una gran talla: es un Sol menor que abre camino al gran Sol que es el Cristo, con una firmeza que hace temblar al mismo rey Herodes. Tenía el Bautista una misión, y nada le acobardó. Preparaba los caminos del Señor. Era La Voz que clamaba en el desierto.

No se callaba cuando no se debe callar. Cuando veía los abusos del poder, no giraba la cabeza, aunque no le afectasen directamente; por eso acabó su cabeza servida en la bandeja para Salomé. El 29 de agosto es la conmemoración de San Juan degollado. Este santo es el más celebrado de Europa, siendo patrón de Badajoz, Albacete, Las Palmas de Gran Canaria y Puerto Rico, además de serlo de los monjes Cartujos y de la Orden de Malta. La noche del 23 de junio (víspera del día de su fiesta) se realizan las famosas hogueras de San Juan, entre las que destacan las de Alicante, declaradas de Interés Turístico Internacional.

Hasta aquí una síntesis de la vida del patrón de la Masonería Operativa.

Bibliografía consultada
Gracias al Q:. H:. Luis A. B.


martes, 21 de junio de 2011

R.·.E.·.A.·.A.·. Gdo 12 Gran Maestro Arquitecto.

Cuarta Clase – Duodécimo Grado - Noveno Capitular
•Grado Duodécimo del Rito Escocés Antiguo y Aceptado
•Noveno Grado de la Logia Capitular de Perfección
•Noveno de los Grados Inefables o Sublimes
•Primer Grado de la Cuarta Clase o Serie

Los orígenes del grado de Gran Maestro Arquitecto parecen situarse entre 1750 y 1772.

•Este grado inicia una nueva clase del Rito, en la que se persigue la
Perfección en la Maestría Masónica y se alcanza a comprender la Palabra
Sublime.

•Presenta algunas analogías con el grado de Compañero.

•En el Rito Adonhiramita este grado aparece dividido en tres: el Pequeño
Arquitecto, el Gran Arquitecto o Compañero Escocés y el Maestro Escocés.

•En el Rito de Mizraim su simbolismo se subdivide en una multitud de grados
que llevan en su título los términos “Arquitecto” o “Arquitectura”.

•Presenta algunos remotos puntos de contacto con el Past Master del Rito de York.

•Hacia 1940, según Frau Abines, todavía varios Supremos Consejos lo
conferían por Iniciación.

•Pero hoy se confiere casi exclusivamente por comunicación, con lo que
símbolos y ritos muy interesantes se han perdido.

Se lo califica de grado “científico”, en el sentido que parte de su instrucción se dedica a comunicar la importancia de conocer los principios básicos de la ciencia.

La palabra “Arquitecto” se utiliza como sinónimo de “Escocés”.

Aunque esto no parece tener mucho sentido, en el siglo XVIII el término
“Maestro Escocés”, designaba un estadio superior a la Maestría Simbólica del
Tercer Grado. De la misma forma el “Arquitecto” se considera un estado
que ha trascendido la Maestría normal.

Aunque, en realidad, deberíamos decir que aquí comienza la recuperación de la Maestría, truncada con la muerte de Hiram Abiff y la pérdida de la Palabra.

Por lo tanto, se ocupa de la Arquitectura Simbólica, aunque a un nivel más profundo que en el grado de Compañero.

En este grado se destacan y desarrollan los principios de la Masonería Operativa.

A veces se critica que el título del grado parece referir a la culminación del Rito, pero debemos recordar que el ciclo arquitectónico es sólo la primera parte del Rito completo.

Porque el Arte Real se expresa de muchas formas, y la Arquitectura es la primera de ellas.

Pero este mismo Arte  también se expresa en la Alquimia, en la Cosmología, etc., y la Maestría debe abarcarlas a todas.

Por su mayor carácter intelectual y teórico este grado representa el paso de los instrumentos de  construcción a los instrumentos de diseño.

“Nadie entre aquí que no sepa Geometría"
Pero algunos agregan: “Que no entre aquí nadie que sepa sólo Geometría"

La evolución del grado…
•Un problema importante, al analizar este grado, es que, a lo largo de la
historia, han existido cuatro motivos rituales bien diferenciados:

•los Rituales del siglo XVIII, inspirados en Vitruvio, en la Enciclopedia de
D’Alembert y Diderot y en la obra de Philibert de l’Orme. Son de
naturaleza enciclopédica, con un ritual breve pero una instrucción muy
extensa, en la que se mencionan 19 ciencias que debería poseer el
Arquitecto.

•los Rituales del siglo XIX, muy diferentes a los anteriores e incluso a cualquier otro Ritual masónico. Aquí, por ejemplo, el carácter general del Ritual remite mucho más a Grecia que a Medio Oriente, hasta el punto que los títulos de los Oficiales derivan de palabras griegas.

•el ritual moderno, en dos variantes:
•el centrado en la entronización de Adonhiram como sucesor de Hiram Abiff,

•y el que remite a la creación de una escuela de arquitectura por parte de Salomón, el más “clásico” desde el punto de vista masónico.

Los objetivos exotéricos del grado son… 

•Construir la libertad de los pueblos.
•Estar cerca de los reclamos y necesidades del pueblo.
•Buscar el conocimiento de las ciencias “profanas”.
•Promover la fundación de academias científicas y artísticas.
•Profundizar en las relaciones epistemológicas existentes entre el arte, el conocimiento científico y
el conocimiento tecnológico.

Los objetivos esotéricos del grado son…

•Grabar en las columnas simbólicas los conocimientos masónicos.

•Buscar la sabiduría esotérica encerrada en las Obras de Arte y los monumentos arquitectónicos.
•Aplicar las nociones alquímicas de Solve et Coagula.

•Integrar en un todo coherente el ideario pitagórico, el conjunto simbólico salomónico, los conceptos renacentistas y el enciclopedismo francés.




Aman.

Aman llamadas que llaman para hablar de nada.
Aman palabras que susurran al oido de tu alma.

Aman el tiempo y las horas en que se escurren los versos.

Aman los mismos versos al derramar tus palabras.


Aman las noches en vela desenredando pecados.
Aman los ojos que besan labios secos y ajados.

Aman las manos que arden rozando la piel que acarician.
Aman tus labios ardientes al despertar este fuego.


Aman mis manos en llamas cuando recorren tu cuerpo.

Aman gemidos que llenan de atardeceres el cielo.

Y nos amamos, lo sé, aunque me ciegue el deseo.

Gr.Cillán M.

EL RITO ESCOCES RECTIFICADO.

En los albores del siglo XVIII se celebra en Londres, el día de San Juan (24 de Junio de 1.717), una asamblea llamada de Francmasones especulativos que rápidamente se dará a conocer en la Historia bajo el nombre de Gran Logia de Londres . También en esta misma fecha existían otras logias que se reunían desde tiempo inmemorial, algunas de las cuales continuaron trabajando de forma independiente. En 1.751 estas independientes forman una Gran Logia rival: “La más antigua y honorable Sociedad de Masones aceptados y libres”. Los esfuerzos para reconciliar las a menudo encarnizadas rivalidades entre estas autoridades culminaron en 1.813, cuando las dos Grandes Logias se unieron para formar la “Gran Logia Unida de Inglaterra”.

Mientras se desarrollaba esta joven masonería especulativa e intelectualista, que tomaba de los constructores medievales los tres grados de Aprendiz, Compañero y Maestro y su simbolismo del Templo de Salomón, nacía en Alemania, quizá al contacto de la supervivencia de las caballerías teutónicas que estuvieron tan ligadas a los Templarios, una masonería que iba a dar todo su sentido caballeresco a la francmasonería espiritualista : La Estricta Observancia Templaria (S.O.T.), del barón Karl Gotthelf von Hund und Altengrokau de Silesia (1.722-1.776). A esta Orden pertenecieron, entre otros, Mozart, Goethe y Haydin.

El barón Hund , admitido francmasón en enero de 1.742 en una logia de Francfort, se hallaba en París en 1.752 . Un dignatario masón conocido bajo el nombre de Eques e Penna Rubra (Caballero de la Pluma Roja ), le confiere los secretos de la masonería llamada templaria. Este caballero podría haber sido el rey de Escocia en el exilio, Carlos Eduardo Estuardo, y los secretos los habría conservado de su lejano antepasado Robert Bruce, que en 1.314 acogió a los templarios que huían de Francia y de las persecuciones de Felipe el Hermoso.

Hacia 1.760 Von Hund funda una logia regular en Unwerden y un capítulo en Droysich; llega a ser el responsable de la VII “Provincia” de la orden masónica templaria. Desde entonces se hace llamar Carolus Eques ab Ense (Carlos, el caballero de la espada).

Sobre esta base va a estructurarse por etapas el sistema masónico y caballeresco que se convertirá en la Estricta Observancia Templaria, la cual se desarrollará hasta el convent[2] de las logias de Kholo en 1.764.

La francmasonería salida de la S.O .T. estaba constituida por cuatro grados simbólicos: Aprendiz, Compañero, Maestro y Maestro de San Andrés, seguidos por la Orden Interna que tenía dos grados más: Escudero Novicio y Caballero Bienhechor de la Ciudad Santa (C.B.C.S.).

A estos se le agregaron en el siglo XVIII, por voluntad del mismo barón Hund, dos grados más que fueron muy secretos: Eques Profesus (Caballeros Profesos) y Grandes Profesos, reunidos en un colegio metropolitano. Estos, aunque comprometidos de manera total con la Orden , no ejercían , en tanto que componentes de esta “clase secreta”, función de responsabilidad o dirección administrativa alguna, ya que estas últimas eran competencia únicamente de la Orden Interior. Los Profesos y Grandes Profesos se dedicaban, mediante el estudio y lameditación, a profundizar en la doctrina expuesta en los textos (“instrucciones secretas”) conservados por el Colegio Metropolitano, estando encargados de vivificar la Orden , tanto por sus conocimientos como por su ejemplo de vida.

Implantados en Francia a partir de 1.773 bajo la acción d l barón de Weiler (que constituyó los Directorios escoceses de las provincias de Borgoña – Estrasbirgo -, Auvernia – Lyón -, Septimania – Montpellier – y de Aquitania – Burdeos -), estos Directorios quedaron unidos al Gran Oriente por unos tratados concluidos entre 1.776 y 1.781. El centro de radiación más importante fue Lyón, gracias al ardor desplegado por uno de los masones más activos de la época, Jean-Baptiste Willermoz, que introdujo en los rituales, sobre todo los de los Profesos y Grandes Profesos, las ideas teosóficas de Martínez de Pasqually[3].El barón Hund murió en 1.776. El nuevo Gran Maestro, el duque Ferdinand de Brunswik, en unión con Willermoz, se esforzó en investigar y precisar los orígenes reales de la Francmasonería. 
Este deseo había quedado ya manifestado en el convent de Kholo. Entre 1.774 y 1.782, dos grupos de masones de Lyón y Estrasburgo, entre los cuales podemos citar a Jean y Bernard de Turkheim y Rodolphe Saltzman (Estrasburgo) y sobre todo a Jean-Baptiste Willermoz (Lyón) quién fue el alma pensante, trabajan intensamente en Francia para gestar lo que hoy en día conocemos por Régimen Escocés Rectificado. Podemos decir que la arquitectura del Régimen fue obra de Willermoz, dando forma a la doctrina que este Rito comporta.

Willermoz parte de tres orígenes históricos y de dos fuentes espirituales para dar forma a este Régimen. En cuanto a la estructura y simbolismo tanto masónico como caballeresco, los tres orígenes históricos son: La Masonería francesa de la época con su proliferación de los grados más diversos (Willermoz los conocía todos y practicó muchos de ellos) y que una vez depurada, sería estructurada hacia 1.786 – 1.787 en un sistema que llevaría más tarde el nombre de “Rito Francés”, con sus tres grados y cuatro órdenes; sin olvidar los diversos grados cuya combinación constituye lo que se ha venido a llamar el “escocismo” El sistema propio de Martínez de Pasqually (ver Apéndice), personaje enigmático aunque inspirado, al que tanto Willermoz como L-C. de Saint Martín reconocieron siempre como a su Maestro, denominado “Orden de los Caballeros Masones Elegidos Cohens del Universo”. La “reintegración martinezista” está reflejada en el R.E.R. desde sus primeros grados simbólicos, asumiendo su máximo desarrollo en las “Instrucciones secretas” para los Profesos y Grandes Profesos.

En La Estricta Observancia Templaria, también llamada “Masonería rectificada” o “Reformada de Dresde”, sistema alemán en que el aspecto caballeresco primaba absolutamente sobre el aspecto masónico y que etendía ser heredera de la antigua Orden del Temple.

Las dos fuentes espirituales son: La doctrina “esotérica” de Martínez de Pasqually cuyo contenido esencial versa sobre el origen primero, la condición actual y el destino último del hombre y del Universo. La tradición cristiana indivisible, nutrida por los padres de la Iglesia.

Partiendo de aquí, Willermoz dio a su Sistema o Régimen una arquitectura concéntrica, organizándolo en tres clases sucesivas cada vez más interiores al igual que más secretas, siendo desconocida cada clase interior por la que le era exterior. Por otra parte, dotó el recorrido iniciático desarrollado de grado en grado, de una enseñanza doctrinal progresivamente más precisa y explícita, gracias a las “instrucciones” que forman parte integrante del ritual de cada grado.

Esta concepción de conjunto (arquitectura del Régimen y Doctrina), fue oficialmente aprobada en dos etapas. Primeramente a nivel francés, por el Convento de las Galias, tenido en Lyón (Noviembre-Diciembre de 1.778) en el cual se decretó, entre otros, el Código Masónico de las Logias reunidas y rectificadas y el Código de la Orden de los Caballeros Bienhechores de la Ciudad Santa , de donde salen los textos constitucionales particulares todavía en vigor. Luego a nivel europeo, por el Convento de Wilhelmsab en Alemania (Agosto-Septiembre de 1.782), tenido bajo la presidencia del duque Ferdinand de Brunswik-Lunebourg y del príncipe Charles de Hesse, a la sazón principales dirigentes de la Estricta Observancia , quienes se adhirieron a lo que en esa época se vino en llamar la “Reforma de Lyón”.

Según las decisiones adoptadas en el Convento de las Galias y luego confirmadas por el Convento de Wilhelmsad, el Régimen Escocés Rectificado (desmarcándose así de la Estricta Observancia ), renuncia a una filiación histórica con la orden del Temple, aunque recoge de ella una filiación espiritual, reflejada en la adopción en este mismo Convento, de la denominación de “Caballeros Benefactores de la Ciudad Santa “, haciendo con ello referencia a los “Pobres Caballeros de Cristo” de los orígenes de la Orden del Temple, y no a la Orden rica y poderosa en que sus sucesores la convirtieron a lo largo del tiempo hasta su disolución.Tras la tormenta revolucionaria, el R.E.R. no resurgió, en Francia, sino de forma modesta, actuando especialmente en París con la Logia “El Centro de los Amigos” y en Besançon con ” La Sinceridad y Perfecta Unión”; en 1.840 estaba adormecido. Pero en Suiza sobrevivió de forma duradera, constituyéndose el Directorio y Gran Priorato Independiente de Helvecia.

Sin embargo, en el interior de la masonería no había muerto el viejo sueño caballeresco. Así, en 1.910 despertó el R.E.R. en el mismo seno del tan agnóstico Gran Oriente de Francia de la época, a impulsos de Camille Savoire y Edouard de Ribaoucourt. Este último, ante las dificultades que suscitaba la vida de una Orden que quería ser cristiana, esotérica y templaria en el seno de una masonería materialista, se independizó rápidamente y creó en 1.913 la Gran Logia Regular e Independiente Francesa, mientras que Camille Savoire permaneció fiel al Gran Oriente. En 1.934, una querella interna en el seno de éste último llevó a una escisión que, conducida por Savoire, creó el Gran Priorato Independiente de las Galias en virtud de poderes concedidos por el Gran Priorato de Helvecia.

En 1.938 algunas Logias rectificadas fueron integradas en la Gran Logia de Francia. En 1.939 quedó en suspenso el Gran Priorato de las Galias, reiniciando sus trabajos en 1.945. El 7 de Julio de 1.958 el Gran Prior Andrés Moiroux, sucesor de Savoir, acordó un tratado con la Gran Logia Nacional Francesa mediante el cual las logias azules (grados de Aprendiz, Compañero y Maestro) rectificadas pasaban a la jurisdicción de la G.L .N.F., la única en Francia que detenta una patente de regularidad reconocida por la Gran logia Unida de Inglaterra. Lo mismo ocurriría en el resto de países, siendo estos grados administrados por la Obediencia masónica que en cada país ostente la regularidad internacionalmente reconocida.

En España, esa Obediencia es la Gran Logia de España de acuerdo a los reconocimientos de la Gran Logia Unida de Inglaterra, que administra y garantiza la pureza en la práctica de estos rituales desde su misma fundación en 1.982, quedando el resto de la Estructura de dicho Régimen bajo la jurisdicción administrativa del Gran Priorato de España.

El R.E.R. , más que ningún otro rito[4], merece ser llamado el corazón de la francmasonería caballeresca y espiritualista Su templarismo, su mística de los dos templos, de Salomón y de Zorobabel[5], sus cuatro grados simbólicos, sus altos grados de Escudero Novicio y de Caballero Bienhechor de la Ciudad Santa , no tienen otra finalidad que la reinstauración, a través de una mediación masónica, del verdadero espíritu que impulsó y animó a los Pobres Caballeros de Cristo. Mientras que la masonería especulativa conoció en los siglos XIX y XX muchos errores materialistas, muchos conflictos debidos principalmente al ateísmo militante de los miembros del Gran Oriente de Francia, el R.E.R. , cada vez que apareció en la historia de la masonería, defendió una ética cristiana y caballeresca.

Militando en favor de un juanismo absoluto (valor fundamental, para los miembros de este rito, del Evangelio de Juan, del Apocalipsis de Juan y de su esoterismo denominado “gnosis yoánica”), se ha entregado, por medio de la acción de sus miembros, a la misión de devolver al mundo moderno el sentido de lo sagrado, del dogma y del rito.

Verdadera sociedad secreta elitista, rehusando la publicidad con que se rodea en exceso una cierta masonería con ambiciones laicas, el R.E.R. pretende ser, por medio de sus altos grados, supervivencia auténtica ( si no histórica, al menos metahistórica ), de la Orden de los Caballeros del Temple. De esta manera, los C.B.C.S. , cuando celebran sus reuniones altamente secretas, ostentan el manto blanco con la cruz roja de los Templarios y el doble tahalí con la espada de que hablaba San Bernardo de Claraval en sus prolegómenos a la Regla de la Orden de los Caballeros el Tmple.

Concluiremos esta breve exposición recordando que por su filiación espiritual, el R.E.R. reivindica, al igual que en su día la Orden del Temple, la doble calidad caballeresca y religiosa. Esta doble calidad, que aparece ya sutilmente marcada a lo largo de los grados masónicos y se confiere plenamente por el armamento, no es algo a emplear solamente en el mundo de los siglos XII ó XVIII, sino que es atemporal y los medios para llevarla a cabo, cuya naturaleza es esencial, permanecen inmutables, dado que consisten en la puesta en práctica de forma cotidiana y universal , de las virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad. Esto se expresa en los deberes impuestos, no ya solamente a los C.B.C.S., sino también al masón rectificado desde el mismo grado de aprendiz, como son la defensa de la religión cristiana y el ejercicio de la beneficencia hacia todos los hombres y en particular hacia los más débiles y desvalidos.

En definitiva, como ha sido dicho, la realización espiritual que el R.E.R. propone como objetivo a sus miembros, proporcionándoles los medios para conseguirlo, es la de volver a ser hombres verdaderos, templos de Dios, Uno en tres personas.

APÉNDICE

Dado que la Orden de los Caballeros Masones Elegidos Cohens del Universo, fundada por Martínez de Pasqualis, no pudo conocer en su tiempo una consolidación esplendorosa debido principalmente a la muerte prematura de su fundador y a la exigente preparación que hacía necesaria la complejidad de sus enseñanzas y sus prácticas teúrgicas, ha dejado tras de sí un halo de misterio a veces mal entendido por los que han hecho el intento de comprender y analizar su legado, o lo que pudo constituir en su momento su esencia y finalidad. Intentaré dentro de lo posible aclarar el dato histórico de forma resumida.

De Martínez de Pasqualis[6], Louis Claude de Saint Martín no temía confesar que era el único mortal al que no conocía en todas sus facetas, y aún sigue siendo un enigma dos siglos más tarde. Nació en 1.727 en la región de Grenoble, no siendo el francés su lengua materna. Su familia era originaria de Alicante, España. Murió un martes, 20 de Septiembre de 1.774 en Puerto Príncipe, en la isla de Santo Domingo (actualmente Haití) afligido por unas fiebres cuando se disponía a recoger una herencia de un familiar.

Martínez de Pasqualis consagró su vida a su obra, y ésta obra era la Orden de los Caballeros Masones Elegidos Cohens del Universo, de la que era Gran Soberano y se proclamó como su fundador.

La Orden de los Elus Cohens era una sociedad masónica, en primer lugar porque la francmasonería del siglo XVIII era por aquel entonces una de las pocas asociaciones toleradas por la iglesia católica romana, y en segundo lugar porque era también un vehículo privilegiado del esoterismo judeo-cristiano. Pero los Elus Cohens no son simples francmasones, y Martínez diría que ellos son los masones verdaderos:

los sacerdotes elegidos (esto significa Elus Cohens), capaces de celebrar teurgia en el Templo después de haberlo edificado En 1.754 según algunos (Thory), en 1.758 según otros, o en 1.760 lo más tarde, Martínez comienza a reclutar en las logias masónicas del mediodía y del sureste de Francia hermanos que estuviesen capacitados para llevar a cabo junto con él su proyecto de una Orden de Elus Cohens para la región occidental. Anteriormente no había señales de esta Orden como tal, sino que existía bajo una forma no masónica. Propagó su doctrina y reclutó adherentes en las logias de Marseille, Avignon, Montpellier, Narbone, Foix y Toulouse.

Se establece finalmente en Bordeaux en 1.762, donde contrae matrimonio con la sobrina de un antiguo Mayor del regimiento de Foix. A pesar de algunas protestas, Martínez organizó materialmente bien su Orden, aunque esta fundación no se llegó a acabar nunca completamente.
En Bourdeaux, Martínez se afilia a la logia ” La Francesa “, única de cuatro logias simbólicas que se mantenía en activo en la ciudad. Se esfuerza en reavivar el celo de los masones burdaleses y, después de asegurarse tras un minucioso examen, escoge a varios entre ellos y escribe, el 26 de marzo de 1.763 a la Gran Logia de Francia :

“He elevado en Bourdeaux un templo a la Gloria del Gran Arquitecto, incluyendo los cinco órdenes perfectos de los que yo soy el depositario según la constitución de Charles Stuard, rey de Escocia, de Irlanda y de Inglaterra, Gran Maestro de todas las logias regulares repartidas sobre la superficie de la tierra, hoy bajo la protección de Georges Guillaume, rey de Gran-Bretaña, y bajo el título de Gran Logia”.

Al mismo tiempo, dirigía a la Gran Logia de Francia una copia de la patente en inglés entregada el 20 de Mayo de 1.738 por el Gran Maestro de la Logia de Stuard a su padre Martínez de Pasqualis, escudero, con poder para transmitirla a su hijo primogénito Joachin Martines de Pasqualis para constituir y dirigir como Gran Maestro de logia los templos a la Gloria del Gran Arquitecto.

Después de un intercambio de varias cartas, la Gran logia de Francia termina por entregar a Martínez una bula autorizando dar una constitución a su logia llamada a partir de ese momento “Française Élue Écossaice”, nombre con el cual fue inscrita en el cuadro de la Gran Logia de Francia el 1 de Febrero de 1.765.

Este mismo año, él partirá para París y establecerá relación con varios masones eminentes : Bacon de la Chevalerie , Lusignan, Loos, Grainville, Willermoz y algunos otros a los cuales dará sus primeras instrucciones. Con sus elegidos, el 21 de marzo de 1.767, sienta las bases de su Tribunal Soberano de París, nombrando a Bacon de la Chevalerie como su sustituto.

En 1.770, el rito Elus Cohens tenía templos en Bourdeaux, Montpellier, Avignon, Foix, Libourne, La Rochelle , Versailles, Metz y París. Otro más se abriría en Lyon, gracias a la actividad de Willermoz, llegando a ser el centro más activo de Martínez.

Aunque en principio la Orden de los Élus Cohens se presentó como un sistema de altos grados masónicos desprovistos de logias azules (aprendiz, compañero, maestro), pronto se vería obligada a incluirlos, dada las profundas diferencias existentes entre la masonería Cohen y la masonería clásica, incluso mística. La Orden quedaría dividida así en cuatro clases:

1ª Clase: Masonería Simbólica.
Aprendiz
Compañero
Maestro
Gran Élu o Maestro Élu

2ª Clase: Porche.
Aprendiz Élu Cohen
Compañero Élu Cohen
Maestro Élu Cohen

3ª Clase: Grados del Templo.
Gran Maestro Élu Cohen o Gran Arquitecto
Caballero o Comendador de Oriente o Gran Élu de Zorobabel

4ª Clase: Secreta.

Réau-Croix
Los primeros grados eran conferidos por iniciación ritual (a menudo transmitidos en una sola ceremonia, es así como los recibió Saint Martín), los últimos por ordenación. Martínez dispensa su enseñanza en la Orden oralmente y por medio de instrucciones de los diferentes grados. A los miembros del grado más elevado les remitía el manuscrito del Tratado de la Reintegración de los Seres. Esta doctrina de la reintegración con la práctica teúrgica correlativa forma el tesoro más importante del cual la Orden es depositaria.

Tras la muerte de Martínez en Santo Domingo en 1.774, Caignet de Lèstere le sucede en la dirección de la Orden , pero le será imposible ocuparse activamente de la misma. Las escisiones comienzan a producirse.

Caignet muere en 1.778 y transmite su legado a Sebastián de las Casas. Este último no consigue renovar las relaciones rotas entre los diversos templos de los Élus Cohens y rehacer la unidad del rito, fomentando la disolución de los capítulos restantes.

Poco a poco, los templos irán pasando a sueños. El último en entrar en sueños fue el de Toulouse en 1.792.

Es entonces cuando Willermoz decide emprender la reforma de la Estricta Observancia Templaria, siendo él uno de los dirigentes más activos tanto de la S.O .T. cuyo principal foco en Francia se hallaba en Lyon en la logia ” La Bienfaisance ” como de los Élus Cohens de la misma ciudad. Willermoz transmite así al Régimen Escocés Rectificado la doctrina de los Elus Cohens, pero no la práctica teúrgica.

Y si bien es cierto que muchos de los Élus Cohens se reencontraron en la Orden de los Caballeros Bienhechores de la Ciudad Santa , éstos tenían por consigna formal no revelar nada allí de la teurgia ceremonial, ni tan siquiera de la existencia de ésta teurgia en sí misma.

La doctrina de la reintegración ha sido sutilmente expuesta en los primeros grados simbólicos, después más claramente en la Orden Interior y de una manera perfecta en la doble clase secreta del Rito.

[1] Es necesario señalar que la noción de Régimen tiene que ver con la organización estructural del sistema,
mientras que la de Rito se refiere a la práctica ritual propiamente dicha. Así pues, las dos expresiones: Régimen Escocés Rectificado y Rito Escocés Rectificado, no quieren decir lo mismo, aunque el uso cotidiano las confunda al tener ambas unas siglas comunes: R.E.R. .
[2] Convent: palabra inglesa usada para designar las asambleas generales de los francmasones.
[3] Martínez de Pasqually, teurgo y teósofo, nació en Grenoble en 1.727 y murió en Santo Domingo en 1.774. Autor de un “Tratado de la reintegración de los seres”, construyó una grandiosa e interesante doctrina sobre la caída del hombre y el retorno por la iniciación, a Dios. Es el fundador de la Orden de los Elegidos
Cohen del Universo, a la que pertenecieron Willermoz y Louis- Claude de Saint Martín.
[4] Por otros ritos entendemos, esencialmente, el R.E.A.A., el rito de Emulación y el de York.
[5] Salomón construyó en el 960 a . de C. el Templo de Jerusalén. En el 587 a . de C., Nabucodonosor, rey de
Babilonia, lo destruyó. A la vuelta de la cautividad de Babilonia, los judíos, bajo la dirección de Zorobabel, lo reconstruyeron en el 537 a . de C. . [6] Martínez de Pasqualis parece haber sido un seudónimo añadido a su nombre civil: Jacques Delivon Joacin Latour de la Case.

Cortesia: GRAN LOGIA SIMBOLICA DEL PARAGUAY  “REVISTA DE LA LIBERTAD”
Auspicios de la Aug.: y resp.: Log.: IGUALDAD Nº 133
Informacion Masonica del Peru editada por la B:.R:.L:.S:. Fenix No. 137
Jurisdiccion de la Gran Logia Constitucional del Peru.
Nos Adscribimos a los principios Masonicos de Libertad de Pensamiento y de Consciencia,
la Revista Masonica Fénix respeta todos los puntos de vista
reflejados en la misma sin tener porqué subscribirse a ninguno de ellos necesariamente.


    Gentileza de Roland P.D.C., M:.M:. 

lunes, 20 de junio de 2011

El numero de Fibonnacci. El número de Dios.

Número Áureo

Quiza es la elegida porque tiene relación al fin y al cabo con el número áureo, el de la proporción perfecta. Partiendo de la espiral de Fibonacci, que no deja de ser una función exponencial a partir de rectangulos con la proporción de la famosa serie, si cogemos y hacemos la relación de los costados de  cada uno de los rectángulos y lo hacemos tender al infinito, entonces el número resultante es exactamente el número áureo.

Espiral Fibonnacci

Algunas curiosidades de la proporción perfecta:
Número áureo:



-La relación entre la cantidad de abejas macho y abejas hembra en un panal.

-La relación entre la distancia entre las espiras del interior espiralado de cualquier caracol.

-La disposición de los pétalos de las flores.

-La distribución de las hojas en un tallo.

-La relación entre las nervaduras de las hojas de los árboles.

-La relación entre el grosor de las ramas principales y el tronco, o entre las ramas principales y las secundarias.

-La distancia entre las espirales de una piña.

-La Anatomía de los humanos se basa en una relación Phi exacta, así vemos que:

   * La relación entre la altura de un ser humano y la altura de su ombligo.
   * La relación entre la distancia del hombro a los dedos y la distancia del codo a los dedos.
   * La relación entre la altura de la cadera y la altura de la rodilla.
   * La relación entre el primer hueso de los dedos (metacarpiano) y la primera falange, o entre la primera y la segunda, o entre la segunda y la tercera, si dividimos todo es phi.
   * La relación entre el diametro de la boca y el de la nariz
   * Es phi la relación entre el diámetro externo de los ojos y la línea inter-pupilar
   * Cuando la tráquea se divide en sus bronquios, si se mide el diámetro de los bronquios por el de la tráquea se obtiene phi, o el de la aorta con sus dos ramas terminales (ilíacas primitivas).
   * Está comprobado que la mayor cantidad de números phi en el cuerpo y el rostro hacen que la mayoría de las personas reconozcan a esos individuos como lindos, bellos y proporcionados. Si se miden los números phi de una población determinada y se la compara con una población de modelos publicitarios, estos últimos resultan acercarse mas al número phi.

HISTORIA -DATOS
Se trata de un número algebraico que posee muchas propiedades interesantes y que fue descubierto en la antigüedad, no como “unidad” sino como relación o proporción entre segmentos de rectas. Esta proporción se encuentra tanto en algunas figuras geométricas como en la naturaleza en elementos tales como caracolas, nervaduras de las hojas de algunos árboles, el grosor de las ramas, etc.



Una sección áurea es una división en dos de un segmento según proporciones dadas por el número áureo. La longitud total a+b es al segmento más largo a como a es al segmento más corto b.

El número áureo o de oro (también llamado número plateado, razón extrema y media,[1] razón áurea, razón dorada, media áurea, proporción áurea y divina proporción) representado por la letra griega φ (fi) (en honor al escultor griego Fidias), es el número irracional:[2]




\varphi = \frac{1 + \sqrt{5}}{2} \approx 1,618033988749894848204586834365638...

Esto es lo primero que te sugerimos comprobar: que la mayoría de los rectángulos que nos encontramos en nuestra vida cotidiana son áureos. Para ello mide tu D.N.I., un libro, el carnet del instituto o cualquier otro rectángulo que lleves contigo y divide la medida más larga entre la más corta y comprueba si da un número aproximado a f.










Asimismo, se atribuye un carácter estético especial a los objetos que siguen la razón áurea, así como una importancia mística. A lo largo de la historia, se le ha atribuido importancia en diversas obras de arquitectura y otras artes, aunque algunos de estos casos han sido objetables para las matemáticas y la arqueología.




La razón áurea también podemos encontrarla en otras figuras geométricas, por ejemplo el pentágono regular, en el que la razón entre la diagonal y el lado cumple la divina proporción



Algunas proporciones aureas en el humano

La Anatomía de los humanos se basa en una relación Φ estadística y aproximada, así vemos que:

* La relación entre la altura de un ser humano y la altura de su ombligo.
* La relación entre la distancia del hombro a los dedos y la distancia del codo a los dedos.
* La relación entre la altura de la cadera y la altura de la rodilla.
* La relación entre el primer hueso de los dedos (metacarpiano) y la primera falange, o entre la primera y la segunda, o entre la segunda y la tercera, si dividimos todo es Φ.
* La relación entre el diámetro de la boca y el de la nariz
* Es Φ la relación entre el diámetro externo de los ojos y la línea inter-pupilar
* Cuando la tráquea se divide en sus bronquios, si se mide el diámetro de los bronquios por el de la tráquea se obtiene Φ, o el de la aorta con sus dos ramas terminales (ilíacas primitivas).

algunas proporciones aureas en el arte:

* En el cuadro Leda atómica de Salvador Dalí, hecho en colaboración con el matemático rumano Matila Ghyka.

* En los violines, la ubicación de las efes (los “oídos”, u orificios en la tapa) se relaciona con el número áureo.
* El número áureo aparece en las relaciones entre altura y ancho de los objetos y personas que aparecen en las obras de Miguel Ángel, Durero y Leonardo Da Vinci, entre otros.
* Las relaciones entre articulaciones en el hombre de Vitruvio y en otras obras de Leonardo da Vinci.
* En las estructuras formales de las sonatas de Mozart, en la Quinta Sinfonía de Beethoven, en obras de Schubert y Debussý (estos compositores probablemente compusieron estas relaciones de manera inconsciente, basándose en equilibrios de masas sonoras).
* En la pág. 61 de la novela de Dan Brown El código Da Vinci aparece una versión desordenada de los primeros ocho números de Fibonacci (13, 3, 2, 21, 1, 1, 8, 5), que funcionan como una pista dejada por el curador del museo del Louvre, Jacques Saunière. En las pp. 121 a 123 explica algunas de las apariciones de este número fi (1,618) en la naturaleza.
* En el episodio “Sabotaje” de la serie de televisión NUMB3RS (primera temporada, 2005), el genio de la matemática Charlie Eppes menciona que el número fi se encuentra en la estructura de los cristales, en la espiral de las galaxias y en la concha del nautilus.
* Arte Póvera, movimiento artístico italiano de los años 1960, muchas de cuyas obras se basan en esta sucesión.
* En la cinta de Darren Aronofsky Pi, fe en el caos el personaje central, Max Cohen, explica la relación que hay entre los números de Fibonacci y la sección áurea, aunque denominándola incorrectamente como Theta (θ) en vez de Phi (Φ)

“Oda al hombre sencillo”, Pablo Neruda

Tengo una obligación
terrible
y es saberlo,
saberlo todo:
día y noche saber cómo te llamas,
ése es mi oficio,
conocer una vida
no es bastante
ni conocer
todas las vidas
es necesario,
verás,
hay que desentrañar,
rascar a fondo
(…)
y en el pan busco
más allá de la forma.
Me gusta el pan,
lo muerdo,
y entonces
veo el trigo,
los trigales tempranos,
la verde forma
de la primavera,
las raíces, el agua,
por eso
más allá del pan,
veo la tierra,
la unidad de la tierra,
el agua,
el hombre,
y así todo lo pruebo
buscándote
en todo,
ando, nado, navego,
hasta encontrarte,
(…)
Ves tú qué simple soy,
qué simple eres,
no se trata
de nada complicado.
Yo trabajo contigo,
tú vives, vas y vienes
de un lado a otro,
es muy sencillo,
eres la vida,
eres tan transparente
como el agua,
y así soy yo,
mi obligación es ésa:
ser transparente,
cada día
me educo,
(…)
tengo en mis brazos
a mi amor
como a tu novia tú,
y entonces
cuando esto
está probado,
cuando somos iguales,
escribo,
escribo con tu vida
y con la mía,
con tu amor y los míos,
con todos tus dolores
y entonces
ya somos diferentes
(…)
Ven, no sufras,
ven conmigo,
porque aunque
no lo sepas,
eso yo sí lo sé:
yo sé hacia dónde vamos,
y es ésta la palabra:
no sufras
porque ganaremos,
ganaremos nosotros,
los más sencillos
ganaremos,
aunque tú no lo creas,
ganaremos.

UR DE CALDEA: LA PATRIA DE ABRAHAM:

.. Y LA CIUDAD QUE LOS CRÍTICOS CREYERON INEXISTENTE HASTA QUE…

…TOMANDO TÉRAJ A ABRAHAM, SU HIJO, A SU NIETO LOT, HIJO DE HARÁN, Y A SARAY, SU NUERA, MUJER DE SU HIJO ABRAHAM, SACÓLOS DE UR DE LOS CALDEOS… (Gén. 11:31).

… Y los sacó de Ur de Caldea. Así resuenan las palabras bíblicas en los oídos de los cristianos hace casi dos mil años. Ur, nombre tan misterioso y legendario como el de muchos nombres de reyes y caudillos, de poderosos imperios, de templos y palacios recubiertos de oro que nos habla la Biblia. Nadie sabía dónde estaba Ur, aunque el nombre de Caldea aludía seguramente a Mesopotamia. Hace treinta años nadie podía sospechar siquiera que la búsqueda de Ur llevaría al descubrimiento de una cultura que se adentra en el crepúsculo de los tiempos prehistóricos más que los antiguos testimonios de la humanidad en Egipto.

Hoy día Ur es una estación de ferrocarril situada a 190 kilómetros al norte de Basora, cerca del Golfo Pérsico, y una de las muchas estaciones del ferrocarril de Bagdad. El tren, de acuerdo con el horario, se detiene allí breves instantes a la alborada. Extinguido el ruido de las ruedas del tren que se dirige hacia el Norte, el viajero se siente envuelto en el silencio del desierto.

Su mirada se extiende por los monótonos e infinitos mares de arena amarillo pardusca. Le parece hallarse en el centro de un inmenso plato llano, cortado únicamente por los carriles del tren. Un solo punto rompe la monotonía de la inmensidad vaga y desolada: un poderoso muñón de color rojo, que reluce los rayos del sol naciente. Parece como si un titán le hubiese abierto profundas muescas.

A los beduinos les es muy familiar este solitario cono, en cuyas grietas anidan las lechuzas. Lo conocen desde tiempo inmemorial y lo designan con el nombre de Tell-al-Muqayyar, la “Montaña de los peldaños.” A los pies de ella levantaron sus padres las tiendas de nómadas. A los pies de ella sus padres levataban sus tiendas de nómades. Como desde tiempos remotísimos, sigue ofreciendo acogedor refugio contra las peligrosas tempestades de arena. En sus faldas acampan aún hoy día los beduinos con sus rebaños cuando la época de las lluvias hace brotar una alfombra de césped como por encanto.

En otros tiempos — hace 4.000 años — ondeaban aquí inmensos campos de trigo y de cebada y se extendían cultivos de hortalizas y campos de palmeras y de higueras hasta perderse de vista. Eran extensos cultivos, comparables a las actuales haciendas productivas de California. El verdor exuberante de los campos y de los arriates estaba surcado por un sistema de canales y zanjas en línea recta, obra prodigiosa del arte de la irrigación. Desde los albores de la edad de piedra, los pobladores, aprovechando el agua de los grandes ríos, encauzaban con destreza e inteligencia el líquido elemento desde sus orillas y convertían así terrenos desérticos en paisajes de vegetación paradisíaca.

Casi oculto tras bosques de umbrías palmeras se deslizaba entonces el Éufrates. Un intenso tráfico naval desde aquí hasta el mar existía en este emporio de vida. En aquellos tiempos, el Golfo Pérsico se adentraba mucho más que ahora en la desembocadura del Tigris y del Éufrates. Antes de construirse la primera pirámide en el valle del Nilo, ya el Tell-al-Muqayyar elevaba al cielo su imponente mole. Cuatro grandiosas construcciones se alzaban en forma de cubos sobrepuestos, cada vez más delgados, de unos 25 metros de altura y revestidos de ladrillos de bellos colores. Sobre la parte negra de los cimientos, un cuadrado de 40 metros de lado soportaba los cuerpos superiores, de color rojo y azul, todos ellos rodeados de árboles. La parte más alta del edificio formaba una pequeña terraza en la cual, a la sombra de una techumbre dorada, había un santuario.

Una gran paz reinaba en esos lugares dedicados al culto, donde los sacerdotes celebraban sus oficios junto al ara del dios de la Luna, Nannar. Los ruidos de una de las más antiguas ciudades del mundo, la rica metrópoli de Ur, apenas si llegaban allí.

En el año 1854, una caravana de asnos y camellos se dirigió a la solitaria colina roja. Llevaba un raro equipo de palas, picos y aparatos de medición y la dirigía el cónsul británico en Basora, Mr. J. E. Taylor. No impulsaban al cónsul ni el afán de aventuras ni la propia voluntad. Por encargo del Foreign Office daba satisfacción al deseo expresado por el Museo Británico, (de =no) que se explorase la parte sur de Mesopotamia (es decir, la tierra donde el Éufrates y el Tigris, antes de desembocar en el Golfo Pérsico, se acercan cada vez más) en busca de monumentos de la Antigüedad. Taylor había oído hablar muchas veces en Basora del raro y grandioso amontonamiento de piedras al cual se acercaba ahora la expedición, y creía que allí encontraría su objeto.

A mediados del siglo XIX, en Egipto, Mesopotamia y Palestina empezaron excavaciones y trabajos de exploración, movidos por la idea, repentinamente surgida, de buscar en aquella parte del mundo una visión científicamente fundamentada en la historia universal. El objetivo de un buen número de expediciones era el Próximo Oriente.

Hasta entonces, la única fuente para la historia del Asia Menor en los 550 años antes de J.C. había sido la Biblia. Sólo ella contenía noticias sobre las épocas sumidas en las tinieblas del pasado. La Biblia menciona nombres y pueblos, de los cuales ni griegos ni romanos guardan información alguna.

Verdaderas legiones de sabios fueron atraídos, a mediados del siglo pasado, a los parajes del antiguo Oriente. Nadie conocía sus nombres, que pronto habían de estar en labios de todos. Llenos de asombro escucharon los hombres del “siglo de las luces” el relato de sus hallazgos y portentosos descubrimientos. Lo que aquellos sabios, a costa de ímprobos trabajos, iban sacando a la luz del seno de la arena del desierto, junto a los grandes ríos de Mesopotamia y de Egipto, llamó con justicia la atención de millones y millones de personas. La ciencia abría aquí, por primera vez, la puerta al misterioso mundo de la Biblia.

El cónsul de Francia en Mosul, Pablo Emilio Botta, era un entusiasta arqueólogo. En 1843 empezó sus excavaciones en Corsabad, junto al Tigris, y de las ruinas de una metrópoli cuatro veces milenaria hizo surgir a la luz, en todo su esplendor, el primer testimonio de la Biblia: Sargón, el legendario soberano de Asiria. El año en que el Tartán llegó a Asdod, cuando le envió Sargón, rey de Asiria… (Is. 20:1).

Dos años más tarde, un joven diplomático inglés y al mismo tiempo explorador, A. H. Layard, puso al descubierto la ciudad de Nemrod (Kalchu), designada en la Biblia con el nombre de Kélaj (Gén. 10:11) y que hoy lleva el nombre del bíblico Nemrod, el vigoroso cazador ante Yahvé. Fue el comienzo de su reino Babel, Erek, Akkad, Kalné, en tierra de Sinar. De este país salió para Asur, y edificó a Nínive, Rejobot-Ir y Kélaj.. (Gén. 10:10-11).

Poco tiempo después, unas excavaciones dirigidas por el mayor inglés Henry Creswicke Rawlinson, que fue en su tiempo uno de los mejores asiriólogos, descubrió a 11 kilómetros de Corsabad a Nínive, la capital de Asiria, la famosa biblioteca del rey Assurbanipal. Era la Nínive de la Biblia, cuya maldad los profetas condenan repetidamente (Jonás 1:2).

En Palestina, el erudito americano Eduardo Robinson se dedicó a la reconstrucción de la antigua topografía (1838-1852).

El alemán Ricardo Lepsius, más tarde director del Museo Egipcio de Berlín, registró, en una expedición que duró de 1842 a 1846, los monumentos del Nilo.

Una vez que el francés Champollion hubo conseguido descifrar los jeroglíficos egipcios, consiguió también, hacia el año 1850, descifrar el misterio de los caracteres cuneiformes. Uno de ellos fue Rawlinson, el explorador de Nínive. ¡Los documentos antiguos empezaban a hablar!

Pero volvamos a la caravana que se dirigía a Tell-al-Muqayyar.

El cónsul Taylor hace clavar las tiendas al pie de la roja colina. No tiene ambiciones científicas ni posee conocimientos previos. ¿Por dónde empezar? ¿En qué lugar situar las brigadas de nativos del país para que excaven el terreno en forma adecuada? El enorme montón de ladrillos, obra maestra arquitectónica de un pasado remoto, no le dice nada como construcción. Quizá en sus entrañas dormite algo que sirva para exponer en el Museo y sea susceptible de interesar a las gentes de Londres. Piensa vagamente en una vieja estatua, en armas, en piezas de adorno y hasta en un tesoro escondido. Arremete contra el cono, lo hace martillear palmo a palmo. Nada indica que exista una cavidad vacía. La colosal construcción parece ser maciza. El bloque inferior sobresale casi 10 metros de la arena. Dos amplias rampas de piedra conducen al próximo cuadrilátero, de más reducidas dimensiones, sobre el cual se levantan un tercero y un cuarto cuadrilátero.

Taylor va subiendo peldaño a peldaño; bajo el ardor del sol, trepa a gatas por las muescas, examina todos los restos y encuentra sólo ladrillos rotos. Bañado en sudor escala un día la plataforma más elevada; asustadas, dos lechuzas salen de entre los muros gastados por el tiempo. Esto es todo. Pero Taylor no se desalienta. Dispuesto a descubrir los secretos de aquella rara construcción en forma de cono toma una decisión que hoy no podemos por menos de lamentar profundamente: retira las brigadas que trabajan en la base y las lleva a la parte más alta de la construcción.

Lo que había resistido a los siglos, a las tempestades de arena y al ardor del sol, cayó víctima de la piqueta demoledora. Taylor manda derribar la parte más alta del edificio. La destrucción empieza por las cuatro esquinas a la vez. Ingentes masas de ladrillos rotos van cayendo diariamente desde lo alto. Al cabo de algunas semanas cesa el ajetreo en la parte alta, el golpear incesante de los picos. Un par de hombres desciende precipitadamente de la altura y penetran en la tienda de Taylor. En las manos llevan unas pequeñas varillas; son cilindros de arcilla cocida. Taylor queda decepcionado. Había esperado encontrar algo más importante. Después de limpiarlos bien, observa que los cilindros de arcilla están cubiertos de inscripciones… ¡Se trataba de caracteres cuneiformes! No los entiende en absoluto, pero se siente feliz. Cuidadosamente embalados, los cilindros parten para Londres. Pero los sabios del Támesis apenas prestan atención al hallazgo.

La cosa no es de extrañar: son los años en que todos los exploradores miran fascinados hacia las excavaciones que se realizan en el norte de Mesopotamia, donde, en el curso superior del Tigris y en las colinas de Nínive y Corsabad, surgen palacios y enormes relieves de los asirios, millares de tablillas de arcilla y estatuas, dejando en la sombra a todo lo demás. ¿Qué significaban junto a esto los pequeños cilindros de arcilla de Tell-al-Muqayyar? Dos años sigue Taylor impertérrito en sus exploraciones; pero sin éxito. Después es llamado a Inglaterra.

El mundo no debía conocer los inmensos tesoros que dormitaban bajo el antiquísimo cono de Tell-al-Muqayyar hasta después de setenta y cinco años.

Tell-al-Muqayyar vuelve a caer en el olvido entre los científicos. Pero a su alrededor ya no reina el silencio. Apenas retirado Taylor, acuden legiones de otros visitantes. Las paredes derruidas, y sobre todo la parte superior de la construcción, derribada por las brigadas de Taylor, constituyen una cantera inagotable y gratuita de materiales de construcción para los árabes, que año tras año vienen de todas partes a cargar de ladrillos sus acémilas. Fabricados por mano del hombre muchos milenios antes, aún pueden leerse en ellos los nombres de Ur Nannu, el primer gran constructor, y de Nabonides, el soberano babilónico que restauró la torre escalonada, a la cual llamaban Ziggurat. Las tempestades de arena, las lluvias, el viento y el sol se encargan de acabar la destrucción del monumento.

Cuando, durante la primera guerra mundial, las tropas británicas en marcha hacia Bagdad, en el año 1915, acampan en las cercanías del antiguo monumento, éste habiendo cambiado tanto de aspecto, hallándose tan aplanado, tan deshecho por el pillaje practicado desde el año 1854, que uno de los soldados puede permitirse una pequeña hazaña. El perfil de las antiguas graderías ha desaparecido hasta el extremo (de =no) que el soldado puede subir hasta la parte más alta montado en un mulo.

Una feliz casualidad quiere que entre los oficiales de la tropa se halle un experto, R. Campbell Thompson, del Servicio de Inteligencia del Ejército de Mesopotamia. En tiempo de paz es auxiliar del Museo Británico. Al examinar con mirada experta la inmensa aglomeración de ladrillos rotos, Thompson ve la ruina con espanto. Una inspección del suelo en los alrededores le hace sospechar la existencia de nuevos fundamentos, ruinas de edificios cubiertos por la arena del desierto. Thompson indaga con todo cuidado y manda un informe urgente a Londres. Esto impulsa a desempolvar los pequeños cilindros de arcilla, que habían sido casi completamente olvidados, y a estudiarlos esta vez minuciosamente. Las inscripciones contienen una información interesantísima y al propio tiempo una curiosa historia

Casi 2.500 años antes que el cónsul Taylor, otro explorador había escudriñado aquel lugar, con el mismo interés y removídolo todo. Venerador de la Antigüedad, hombre célebre, soberano de un gran reino y arqueólogo, todo en una persona, tal era el rey Nabonid de Babilonia. Realizó sus indagaciones hacia el siglo VI antes de J.C. y comprobó que “el Ziggurat era muy antiguo.” Pero Nabonid obró de otra manera que Taylor. “He hecho reconstruir la estructura de este Ziggurat como en los tiempos antiguos, con mortero y ladrillos cocidos.”

Cuando la torre escalonada quedó reconstruida, Nabonides hizo grabar precisamente en aquellos pequeños cilindros el nombre descubierto del primer constructor. Éste, según pudo descifrar el babilonio en una inscripción medio rota, fue el rey Ur-Nannu. ¿Ur-Nannu? ¿Es posible que el constructor de la gran torre escalonada fuese realmente el rey de Ur, de quien nos habla la Biblia, soberano de Ur en Caldea?

La suposición resulta muy verosímil, pues además el mismo nombre bíblico aparece varias veces. También documentos hallados en ruinas excavadas en Mesopotamia mencionan a Ur. Según los textos cuneiformes, parece haber sido la capital del gran pueblo de los sumerios. En este punto despierta un gran interés el maltrecho Tell-al-Muqayyar. A los eruditos del Museo de la Universidad de Pensilvania, en los Estados Unidos, se unen los arqueólogos del Museo Británico para pedir nuevas excavaciones. La torre escalonada del bajo Éufrates podría contener el secreto del desconocido pueblo de los sumerios… y de la bíblica Ur. Pero hasta el año 1823 no logra ponerse en marcha un grupo de arqueólogos americano-británico. Ya no tienen que realizar el incómodo camino sobre el vacilante lomo de un camello; ahora viajan en el ferrocarril de la línea de Bagdad. Por ferrocarril les llegan también las herramientas que necesitan: vagonetas, carriles, picos, palas, capazos.

Los arqueólogos disponen de un fondo que les permite explorar una extensa comarca. Empiezan sus excavaciones con un plan metódico y ambicioso. Confiando en que nuevos fondos vendrán a engrosar los ya concedidos, hacen cálculos para un trabajo de varios años. La expedición está dirigida por Sir Charles Leonard Woolley. Este inglés de cuarenta y tres años, ha realizado sus primeras armas en viajes de exploración y excavaciones en Egipto, Nubia y Karkemisch, en el Éufrates superior. Para este hombre inteligente y afortunado, el Tell-al-Muqayyar constituye la gran tarea de su vida. No dirige su atención principal a la torre escalonada, como hiciera algunos lustros antes el diligente pero desprevenido Taylor. Su investigación se dirige ante todo a los montículos planos que a sus pies se alzan en la llanura.

Al ojo experto de Woolley no se le escapa su forma especial, semejante a pequeñas mesetas. Planas arriba, sus pendientes descienden simétricas. Tales colinas existen en incontable número, grandes y pequeñas, en el Próximo Oriente, junto a las orillas de los grandes ríos, en medio de llanuras exuberantes, junto a las sendas y caminos por donde, desde tiempos inmemoriales, transitan las caravanas que atraviesan el país. Tan numerosas son, que hasta el día de hoy nadie ha podido contarlas. Aparecen en el delta del Éufrates y del Tigris, en el Golfo Pérsico y hasta en las tierras altas del Asia Menor, allí donde el río Halis desemboca en el Mar Negro; en las costas del Mediterráneo oriental, en los valles del Líbano, junto al Orontes de Siria y en la vega del Jordán, en Palestina.

Estos relieves del terreno constituyen las grandes minas de los arqueólogos, explotadas con todo afán y por ahora inagotables. No son obra de la Naturaleza, sino acúmulos artificiales producidos por las ruinas de incontables generaciones que nos precedieron; grandiosos montones de escombros y desperdicios del pasado, formados por los restos de cabañas y casas, murallas, templos y palacios. Todas estas colinas han adquirido su forma en el transcurso de siglos y hasta de milenios, siguiendo el mismo proceso. Los hombres habían creado allí un primer poblado, que un buen día fue destruido por la guerra o un incendio o abandonado por sus habitantes; después vinieron unos conquistadores o nuevos pobladores, que construyeron sus moradas en el mismo emplazamiento. Generación tras generación fueron así levantando en el mismo lugar viviendas y ciudades, una tras otra.

En el transcurso del tiempo las ruinas y los escombros de innumerables pueblos han ido formando, capa sobre capa y estrato sobre estrato, una colina. Los árabes de hoy llaman “tell” a esos montículos artificiales. El mismo nombre se les daba ya en la antigua Babilonia. Tell quiere decir “montón, hacinamiento”; en la Biblia encontramos esta palabra en el libro de Josué, cap. XI, versículo 13. Cuando al tratar de la conquista de Canaán se habla de las ciudades emplazadas sobre sus colinas de escombros, éstas se designan con el nombre de tulul (plural de tell). Los árabes saben distinguir con toda exactitud un tell de los relieves naturales del terreno, a los cuales designan con el nombre de yebel.

Cada Tell constituye, en realidad, un mudo capítulo de historia. Sus diferentes capas son para el arqueólogo semejantes a hojas del calendario, repasando las cuales puede aclarar el pasado página por página. Cada capa habla de una época, de su vida y sus costumbres, del arte, la cultura y la civilización de sus habitantes, con tal que se sepan leer sus indicios adecuadamente. Así han llegado los excavadores con el tiempo a resultados verdaderamente prodigiosos.

Las piedras, talladas o no talladas, los ladrillos y los restos de arcilla atestiguan la forma cómo se construía. Hasta en las piedras carcomidas y gastadas o en los restos de ladrillos reducidos casi a polvo pueden reconocerse los perfiles de las construcciones. Y las manchas negras revelan dónde se hallaron en otro tiempo los hogares difundiendo calor.

Vasijas desmenuzadas, armas, artículos domésticos y herramientas, que se encuentran por doquier entre las ruinas, dan nuevos indicios para el trabajo detectivesco aplicado a la Antigüedad. ¡Cuánto aprecian los investigadores que los antiguos no conociesen ningún servicio urbano de recogida de basura! Lo que resultaba inútil o superfluo se echaba afuera, dejándolo expuesto a la acción de la intemperie y del tiempo.

Hoy día se conocen con tanta exactitud las diferentes formas, muestras y colores de las vasijas y los vasos, que la cerámica se ha convertido en el recurso arqueológico número uno para el cómputo del tiempo. Aún los trozos sueltos, a veces aún los mismos fragmentos, permiten fijar la fecha con toda precisión. Hasta el segundo milenio antes de J.C., el límite máximo de error en la determinación de la fecha alcanza, como máximo, ¡50 años!

Datos inapreciables se perdieron en el transcurso de las primeras grandes excavaciones, efectuadas en el pasado siglo, por no prestar atención a los trozos que parecían sin valor. Se les echaba a un lado, pues aquellos días sólo se daba importancia a los grandes monumentos, los bajos relieves, las estatuas o los tesoros. Así se perdieron para siempre muchas cosas valiosas.

Un ejemplo de ello nos lo ofrece el arqueólogo Enrique Schliemann. Poseído de gran orgullo, no tenía más que una idea: encontrar la ciudad de Troya del poema homérico. Con grandes brigadas hizo remover el suelo en profundo. Capas que hubieran podido ser de gran importancia como indicadoras del tiempo transcurrido fueron desalojadas como cascajo inútil. Al fin exhumó Schliemann de las entrañas de la tierra un valioso tesoro que causó la admiración del mundo. Pero no era, como él creía, el tesoro de Príamo. El hallazgo se remontaba a una época muchos siglos anterior. En el ardor de su tarea, Schliemann había excavado demasiado profundo. Hijo de comerciantes, era un profano en la materia.

Sin embargo, los profesionales al principio no lo hacían mejor. No hace más que unas décadas que los arqueólogos trabajan siguiendo un plan meditado. Se empieza a excavar el Tell por la parte alta y se analiza centímetro por centímetro el suelo, estudiando cada piedra y cada fragmento. Se profundiza en la colina comenzando por practicar una entalladura. Entonces las capas de diferente coloración se ofrecen al ojo del investigador como una tarta cortada y le permiten una primera ojeada a la historia de los emplazamientos humanos que allí se sucedieron. De acuerdo con este principio se dispone a realizar sus trabajos la expedición angloamericana del año 1923 en Tell-al-Muqayyar.

En los primeros días del mes de diciembre, sobre los montones de escombros del este del Ziggurat, sólo a pocos pasos de la amplia rampa por donde en otro tiempo los sacerdotes, en solemne procesión, subían al santuario del dios Luna, Nannar, se alza una nube de polvo. Empujada por el ligero viento, se extiende, y pronto en torno a la antigua torre escalonada aparece todo envuelto por la nube. Es fina arena que, removida por centenares de palas, indica que han empezado las grandes excavaciones.

Así que la primera azada se hinca en el suelo, crece en todas las excavaciones un ambiente de tensión. La empresa representa un viaje a un reino desconocido que no se sabe qué sorpresas deparará. También Woolley y sus colaboradores están llenos de expectación. ¿Recompensarán los hallazgos el sudor y el esfuerzo empleados en esta colina? ¿Dará a conocer Ur fácilmente sus secretos? Ninguno de los que toman parte en los trabajos puede imaginarse que permanecerán seis largas temporadas invernales, hasta la primavera de 1929, explorando esos parajes con todo afán. Estas excavaciones de gran estilo en el corazón del sur de Mesopotamia tenían que dejar al descubierto, capítulo por capítulo, la historia de aquellos lejanísimos tiempos en que, en el delta de los dos grandes ríos, se establecieron los primeros pobladores y surgió una nueva vida. A lo largo del penoso camino de la investigación que nos hace retroceder 7.000 años, más de una vez daremos con acontecimientos y nombres de los cuales nos habla la Biblia.

Lo primero que aparece es un espacio con las ruinas de cinco templos que, en otro tiempo, rodeaban en semicírculo al Ziggurat contruído por el rey Ur-Nannu. Parecen fortalezas, de gruesos muros. El mayor de estos templos, con una superficie de 100 x 60 metros, estaba consagrado a la Luna; otro templo, a la veneración de Nin-Gal, esposa de Nannar. Cada uno de ellos con un patio interior rodeado por toda una serie de estancias. En ellas se ven aún las antiguas fuentes, los largos pilones de agua calafateados con asfalto, y los profundos tajos en las grandes mesas de ladrillo dejan comprender dónde eran sacrificadas las reses ofrecidas en holocausto. En los hogares situados en las cocinas de los templos eran preparadas las viandas para el banquete sacrificial. Había también hornos especiales para cocer el pan. “Después de 38 siglos — hace notar Woolley en el relato de su expedición — podrían encenderse de nuevo hogares y poner otra vez en servicio las cocinas más antiguas del mundo.”

Hoy día los templos, las salas del Tribunal, las oficinas de Hacienda y las fábricas son instituciones completamente separadas unas de otras. En Ur era distinto. El distrito sagrado, bajo la administración del templo, no estaba exclusivamente reservado a la veneración de los dioses. Además de las ceremonias del culto, correspondían a los sacerdotes otras muchas atribuciones. Aparte de las ofrendas recibían, además, los “diezmos” y los impuestos, que eran debidamente inscriptos. Toda entrega era anotada en una tablilla de tierra cocida: seguramente los primeros recibos de impuestos que extendieron los hombres. Los escribientes, que eran sacerdotes, anotaban las entradas por impuestos en memorias semanales, mensuales y anuales.

La moneda acuñada aún no era conocida. Los impuestos eran pagados en especies; cada habitante de Ur pagaba con lo que podía. El aceite, el trigo, las frutas, la lana y el ganado eran guardados en grandes locales; lo que era susceptible de echarse a perder pasaba a las tiendas que existían en el mismo templo. Muchos artículos eran transformados en el mismo templo, como, por ejemplo, en las hilanderías que dirigían los mismos sacerdotes. Uno de estos talleres sacerdotales fabricaba doce distintas clases de vestiduras. En las tablillas allí encontradas figuran los nombres de las muchachas que las tejían. Hasta figura el peso de la lana entregada a cada tejedora, y el número de (las=no) piezas que de ella resultaba estaba también anotado con toda escrupulosidad. En un edificio destinado a la administración de justicia se encontraron los textos de las sentencias, tan cuidadosamente inscriptos como en nuestros juicios actuales.

Tres temporadas había estado trabajando la expedición angloamericana en el viejo Ur y este singular museo de la primitiva historia aún no había dado todos sus tesoros. Fue entonces cuando, fuera de los límites de los templos, los excavadores experimentan una sorpresa extraordinaria.

Al sur de la torre escalonada, al explorar una serie de colinas, vieron surgir del fango paredes, muros y fachadas situadas unas junto a otras formando varias hileras. Las palas van poniendo al descubierto toda una serie de casas, un verdadero dédalo, cuyas paredes alcanzan, en algunos casos, alturas hasta de 3 metros. Entre ellas se abren paso estrechas callejas. De vez en cuando las calles desembocan en amplias plazas

Después de muchas semanas de arduo trabajo, y después de remover muchas toneladas de cascotes, aparece ante aquellos hombres una visión inolvidable.

¡Debajo de Tell-al-Muqayyar, de matices rojos, aparece a la luz del sol toda una ciudad, despertada por los incansables exploradores después de un sueño milenario! Woolley y sus colaboradores están fuera de sí de alegría. Ante ellos está Ur; ¡aquella Ur de Caldea de que habla la Biblia!

¡Con qué comodidad habían vivido sus moradores! ¡Cuán espaciosas eran sus casas! En ninguna otra ciudad del País de los Dos Ríos han salido a la luz edificios particulares tan hermosos y confortables.

Comparados con ellos los que se han conservado de Babilonia resultan humildes, hasta pobres. El profesor Koldewey, en las excavaciones alemanas realizadas a principios de este siglo, sólo encontró sencillas edificaciones de barro, de una sola planta con tres o cuatro habitaciones alrededor de un patio abierto. Así vivía la población hacia unos 600 años antes de J.C. en la tan admirada y alabada metrópoli de Ur; en cambio, 1.500 años antes vivían en macizos edificios en forma de villas, casi todos de dos plantas, contando de doce a catorce estancias. La planta baja era sólida, construida con ladrillos cocidos y la segunda con adobes; las paredes, limpiamente enlucidas con mortero y blanqueadas.

El visitante entraba por la puerta a un pequeño atrio con sus pilas de agua donde se lavaba los pies y las manos. De allí penetraban a un espaciosos y claro patio interior, cuyo suelo estaba bellamente pavimentado. Alrededor de este patio se agrupaban el recibidor, la cocina y las habitaciones, así como el altar privado. Por una escalera de piedra, debajo de la cual se escondía el cuarto de aseo, se subía al piso superior; en él las estancias se distribuían entre las propias de la familia y las de los huéspedes.

Entre las paredes derruidas volvió a surgir a la luz del día todo cuanto había pertenecido a la vida de estas casas patriarcales. Numerosas colecciones de vasijas, ánforas, vasos y tablillas de barro llenas de inscripciones formando un mosaico a través del cual podía ser reconstruida, pieza a pieza, la vida cotidiana de Ur. Ur de Caldea a principios del segundo milenio antes de J.C. era una poderosa capital, rica y llena de magnificencia.

Woolley no puede desprenderse de una idea: Abraham tuvo que haber salido un día de Ur de Caldea y seguramente vino al mundo en alguno de esos edificios patriarcales. Debió de pasar junto a los muros del gran templo y por estas calles; y, al alzar los ojos, sus miradas debieron tropezar con la poderosa torre escalonada, con sus cuadriláteros de color negro, rojo y azul rodeados de árboles. Woolley escribe entusiasmado:

“Tenemos que cambiar por completo la concepción que teníamos formada del patriarca hebreo al comprobar en qué magnífico ambiente pasó su juventud. Era ciudadano de una gran ciudad y heredó la tradición de una civilización antigua y bien organizada. Las mismas casas denotan confort, hasta casi lujo. Encontramos copias de himnos del servicio del templo y, junto a ellas, había también tablas matemáticas. En estas tablas, además de simples sumas, estaban inscritas fórmulas para la extracción de raíces cuadradas y de raíces cúbicas. ¡Y en otros textos los escribas habían copiado las inscripciones de los edificios de la ciudad y hasta una pequeña historia del templo!”

¡Abraham, evidentemente, no era un simple nómada, sino hijo de una gran ciudad del segundo milenio antes de J.C.!

¡Esto era un descubrimiento sensacional, casi increíble! Los diarios y las revistas publican fotografías de la vieja torre escalonada y de las ruinas de la metrópoli puestas al descubierto, que ofrecen un aspecto grandioso. Con sorpresa vemos un dibujo que lleva la siguiente inscripción:

“Casa del tiempo de Abraham.”

Woolley lo había encargado a un artista. Es una reconstrucción que corresponde exactamente a los fundamentos. En un patio interior se ve un edificio parecido a una villa; sobre el pavimento hay dos elevadas ánforas por donde fluye el agua; una balaustrada de madera comunica las habitaciones del piso superior con el patio. ¿Es que resultaría de repente errónea la clásica concepción de Abraham como patriarca, rodeado de su prole y de sus rebaños, tal como generaciones enteras se lo habían figurado?

La opinión de Woolley no dejó de ser discutida. Muy pronto los teólogos y los críticos la sometieron a duras impugnaciones.

En favor de la concepción de Woolley hablaba el versículo 31 del capítulo XI del Génesis.

“Tomó, pues, Téraj a Abraham, su hijo, a su nieto Lot… y los sacó de Ur de Caldea.

Pero hay también pasajes de la Biblia que hacen mención de otro lugar: cuando Abraham manda a su siervo más viejo desde Canaán a la ciudad de Najor para que busque una esposa para su hijo Isaac, Abraham llama a este Najor su patria (Gén. 4:24) y la casa de su padre y su suelo natal (Gen. 7:24); Najor estaba situada en la Mesopotamia septentrional. Después de la conquista de la Tierra Prometida, Josué habló así al pueblo que estaba allí congregado:

“Vuestros padres — Téraj, padre de Abraham y padre de Najor — habitaron de antiguo allende el río” (Jos. 24:2). Por el río se da a entender aquí, como en otras partes de la Biblia, el Éufrates. La ciudad de Ur fue construida en la orilla derecha del Éufrates. Vista desde Canaán estaba situada en la parte de acá del río, no al otro lado de él. ¿Es que Woolley había sacado conclusiones demasiado precipitadas? ¿Qué resultados positivos había alcanzado la expedición? ¿Dónde estaba la demostración de que Téraj y su hijo Abraham eran de Ur, vecinos de una gran ciudad?

“La primitiva peregrinación desde Ur en Caldea hasta Harran, aparte de la excavación de la ciudad propiamente dicha, no ha encontrado confirmación alguna arqueológica,” aclara William F. Albright, profesor de la Universidad de John Hopkins, de Baltimore (Estados Unidos). El erudito y afortunado excavador, que es tenido como un buen conocedor de la arqueología de Palestina y del Próximo Oriente, añade:

“Y el hecho notable de que los traductores griegos jamás mencionen a Ur sino a la “Tierra” natural de los caldeos, podía significar que la transferencia de la patria de Abraham a Ur era considerada seguramente como una cosa secundaria y no conocida generalmente en el siglo III antes de J.C.”

Con Ur salió de las sombras del pasado la capital de los sumerios, uno de los pueblos más antiguos y cultos del País de los Dos Ríos. Los sumerios, según ya es sabido, no eran semitas como los hebreos. Cuando alrededor del año 2000 antes de J.C. tuvo lugar la gran invasión de los nómadas semitas procedentes de los desiertos árabes, se quebró en el Sur primero en Ur con sus extensas plantaciones y canales. Podría ser que el recuerdo de aquel grandioso éxodo a las tierras del “Fértil Creciente,” del cual Ur también quedó afectada, quedase fijado en la Biblia.

Escrupulosas investigaciones y, sobre todo, las excavaciones realizadas en las dos últimas décadas, parecen comprobar con visos de certeza que Abraham no fue jamás ciudadano de la gran metrópoli sumeria. Ello contradiría todas las representaciones que de él nos hace el Antiguo Testamento sobre la vida del padre de los patriarcas: Abraham vive en una tienda, con sus rebaños va de uno a otro sitio, de una a otra fuente. ¡No vive como habitante de una gran urbe, sino la vida típica de los nómades!

Mucho más al norte del “Fértil Creciente,” según veremos, saldrá de repente de la oscuridad la historia de los patriarcas de la Biblia con su ambiente histórico.


Extracto del libro “Y la Biblia Tenía Razón” de Werner Keller

domingo, 12 de junio de 2011

La piedra cúbica.


La piedra cúbica...
...el paradigma de la perfección...
..creada habilmente por el artesano cantero...
...con seis caras iguales...
...que pueden encajar a discrección...
...con el resto de piedras cúbicas adyacentes...
...unidas entre sí por una argamasa...
...que evitaba el contacto directo...
...piedra a piedra...
...formaban un todo...
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...
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...
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...y así fueron creadas...
...gigantescas obras llamadas catedrales...
...construidas sobre amplios espacios planos...
...sin paisaje...
...altas...
...de extremos afilados...
...como queriendo llegar a Dios...
...al igual que hace un ciprés...
 ..majestuosas...
...se dijo de ello arte gótico...
...ars got...
...argot...
...l´oiseaux...
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