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‘Dijo Elokim: Haya luz y hubo luz.’ Génesis 1:3

Que la gran luz del entendimiento ilumine nuestros cerebros y purifique nuestros corazones , a fin de que en un ambiente de intelectualidad y de perfecta fraternidad , nos entreguemos a buscar los senderos de nuestra propia superación. Eusebio Baños Gómez

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LA LUZ PRESTADA - El Espía de DIOS

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miércoles, 21 de julio de 2010

Los Toltecas.


Los toltecas (en nahuatl, maestros constructores), antigua cultura que dominó la mayor parte del centro de México entre los siglos X y XII DC. Su lengua - el náhuatl - también fue hablada por los aztecas. Mucho de lo que se conoce de los toltecas esta envuelto en el mito.

La cultura tolteca tenía una importante componente de gente guerrera, es posible que ellos triunfaran sobre la ciudad de Teotihuacán (Cerca del año 750 DC). Los toltecas unieron a muchos pequeños estados en el México Central dentro de un Imperio gobernado desde su capital, Tulum (también conocida como el Tollan), cerca de Tula, México.

En el año 975 DC, los guerreros Toltecas de Tula, viajaron a Veracruz, donde derrotaron a los Mayas y posteriormente se establecieron en Yucatán, en Chichén Itzá, que previamente había sido un centro ceremonial Maya; también se establecieron en Mayapan en 987, y en Uxmal en 1007 DC. Su civilización prevaleció hasta el año 1200 DC.

Tuvieron mucho talento para construir templos. Su influencia se extendió a la mayor parte de Mesoa-América en la era postclásica. La influencia de los toltecas sobre los Mayas de Yucatán es grande, esto se refleja especialmente en la ciudad de Chichén Itzá. Los toltecas (o, unos dicen, una versión ficcionalizada de ellos) se han hecho famosos en las décadas pasadas a través del escritor Carlos Castañeda.

Entre los pueblos nahuas de la época de la conquista, la palabra tolteca significaba alguien sabio que dominaba las artes y artesanías. Y la palabra toltequidad equivalía a lo que llamaríamos, alta cultura.

En 1941, un grupo de antropólogos mexicanos designo a la ciudad de Tula, en el estado de Hidalgo, como Tollan, la mítica capital de los Toltecas, pero algunos arqueólogos, como Laurette Sejourne criticaron la decisión, señalando que después de varias etapas de excavación no se había revelado una ciudad suficiente para justificar la leyenda de los toltecas, señalando que el origen de Tollan y de la leyenda debería ubicarse en Teotihuacan, siendo el pueblo de Tula uno de los refugios de los sobrevivientes de Teotihuacan y por ello se ostentaban como Toltecas.

Ahora el historiador mexicano Enrique Florescano, del Instituto Mexicano de Historia vuelve a retomar esta interpretación, basándose en la mención de textos mayas anteriores a Tula, que se refieren a Teotihuacan como Tollan.



LAS ARMAS DEL GUERRERO.

Los antiguos mexicanos tenían la costumbre de arropar sus conocimientos y sabiduría a través de la poesía y la parábola. La metáfora poética fue el lenguaje fundamental para expresar complejos conceptos filosóficos sobre lo impronunciable, lo inconmensurable, lo sagrado y lo divino.
Las armas del Guerrero fueron simbólicamente "flor y canto", entendiendo por "flor" el amplio concepto de la belleza. Y el "canto", entendido como la sabiduría humana. De este modo los filósofos, además de ser pensadores tenían que ser poetas. Para entender el pensamiento filosófico de los toltecas, debemos compenetrarnos con las formas poéticas y metafóricas de la expresión de su conocimiento.

" Brotan cual esmeraldas,
tus flores,
oh dador de la vida.
Tus cantos reúno
Como esmeraldas los ensarto:
Hago con ellos un collar:
El oro de las cuentas está duro:
Adórnate con ellos.
¡ Es en la tierra tu riqueza única!
(Colecc. de Huexotzingo.)

La belleza es consustancial a la sabiduría. La sabiduría humana busca fundamentalmente la trascendencia espiritual y la belleza, es el modo de expresión del espíritu. Es por ello que el arte, es el lenguaje por excelencia del espíritu. El punto que une lo divino con lo terreno, el cielo con la tierra, lo abstracto con lo concreto, el espíritu con la materia.

La belleza es el jardín donde brotan las hermosas flores del espíritu, y estas flores nacen entre bellos cantos que salen de los más profundo de un corazón sensible, sosegado y luminoso. Este es el misterio de "flor y canto" y éstas son las armas del Guerrero.
El potencial del Guerrero radica en tres grandes pilares. La sensibilidad, la responsabilidad y la disciplina.
La sensibilidad es el potencial común a todos los seres vivos, desde el mismo planeta Tierra, pasando por el ser humano, hasta una insignificante bacteria. Todos los seres vivos poseemos sensibilidad y aunque es intrínseca a todo ser vivo, lo que hace la diferencia es la "conciencia de ser" que posea el ser vivo, de ahí que unos y otros tendrán mayor o menor "sensibilidad". De esta manera diremos que todos los seres humanos tenemos el mismo potencial de sensibilidad, la diferencia es que unos lo desarrollan más que otros a partir de su conciencia.
La responsabilidad existencial viene de lo más profundo del ser humano. En efecto, todos poseemos una "doble conciencia". Una que es "nueva" y que opera en el mundo de "afuera", en lo cotidiano. La otra que es "muy vieja" y opera desde lo más profundo de nuestro ser. La primera es "nerviosa, insegura, ignorante y violenta". La segunda es "tranquila, segura, muy sabia y serena".
La primera es la que actúa en el mundo de todos los días es, "esa persona que vemos en el espejo". La segunda es, "ese ser interior infinito y trascendente" que generalmente es ajeno a nosotros mismos y está alejado de los asuntos cotidianos de nuestra vida, pero que a final de cuentas, es lo más importante.

El aliado del Guerrero es aquella ancestral conciencia que vive temporalmente en lo más profundo de nosotros y que es el ser trascendente en camino a la Luz del infinito. Uno de los desafíos más difíciles del Guerrero es entablar un "dialogo" con "ese otro yo antiguo" que habita en lo más profundo de nosotros mismos, cultivar una amistad para que él, sea el consejero para la toma de decisiones más importantes de la vida. Cada individuo esta compuesto de estas dos partes, ninguna es más importante que la otra, las dos se complementan.
La diferencia de un Guerrero y un "ser común" es que el Guerrero llega a la totalidad de si mismo a través de unir en equilibrio "sus dos partes". Las dos partes de uno se necesitan para crecer, pues ese ser interior "lo sabe todo", el problema es que no lo consultamos y muchas veces lo evadimos. Con la sabiduría de nuestro "aliado" sabremos siempre lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer. No puede vivir el ser cotidiano, sin la sabiduría del ser trascendente y éste, no puede existir sin el ser cotidiano. Un par de opuestos complementarios.
La disciplina es el tercer elemento que permite construir el arsenal del Guerrero. Pero no nos referimos a disciplina militar, no es obedecer a un tercero ciegamente, sin pensar ni decidir personalmente. Por el contrario, la disciplina para un Guerrero, es un acto intimo y privado, fruto de una comprometida decisión ante la vida. La responsabilidad es un logro personal, porque una persona que sabe lo que tiene que hacer, necesita la "fuerza de voluntad" para hacer lo que debe hacer y no hacer, lo que no debe hacer. Ser una persona disciplinada y no serlo, es tan sólo una actitud ante la vida. Existen personas que les gusta tener encima a otra, que con un látigo se haga responsable de su vida. Existen otro tipo de personas que no toleran que alguien siempre les este diciendo, que hacer y que no hacer, de ese tipo de personas están hechos los Guerreros.
La disciplina interior, nace producto de una actitud ante la vida, de la toma de una decisión; pero requiere que se cultive, se fortalezca y acrecenté. La disciplina es una intención premeditada, conciente y continua, que poco a poco va generando una poderosa fuerza interna a la que llamamos "voluntad". El Guerrero va desarrollando, poco a poco, un "intento inflexible" por transformarse así mismo y poco a poco, empieza a notar cambios sensibles en su interior y en el mundo que le rodea. Sin esa fuerza los seres humanos somos partículas de polvo en el vendaval de la vida enajenada.
Uno de los grandes logros de nuestra ancestral cultura es la humildad. En efecto, la humildad deviene de la sabiduría. Cuando una persona es sabia, en consecuencia es humilde, e inversamente, en cuanto más ignorante es un apersona, más prepotente y arrogante es. Para que una persona sea humilde, se requiere mucho trabajo y poder interior. Implica el conocimiento y el control interno.

El Guerrero es invulnerable porque no tiene nada que defender. La arrogancia, la presunción, la prepotencia, la importancia personal, requieren de una "defensa" de lo que creemos, suponemos o deseamos imponer a los otros sobre nuestra persona. La humildad purifica no sólo el alma, sino el entorno en el que se mueve el individuo. El Guerrero no tiene que aparentar, defender, o fortalecer nada sobre su persona. El Guerrero trata de pasar inadvertido en medio de una multitud, pues su humildad no es fingida. Él sabe qué es lo que en verdad busca en la vida y por lo que tiene perfectamente claro, que es lo que no quiere y además sabe que la muerte lo puede encontrar en cualquier esquina, en cualquier momento, sin anuncio previo llega el golpe seco y demoledor de la guadaña.
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Otra de las armas del Guerrero es encontrar su "centro dinámico". En el universo todo es movimiento, no existe nada estático. La diferencia es el nivel de vibración. Una montaña, una ballena, un ratón o una bacteria, cada uno de ellos vibran armoniosamente con "el inconmensurable", la diferencia es la frecuencia.
En ese sentido, la vida de los seres humanos, se puede ejemplificar muy bien a través del movimiento de una rueda.
Cuando la persona se encuentra alejada "de su centro", cuando vive "descentrada", el movimiento en torno al centro será muy grande y más lento que en el centro. Cuando un Guerrero encuentra su centro dinámico a partir del trabajo interior en la vida cotidiana, su movimiento será mucho más rápido y al mismo tiempo parecerá que no se mueve. Esa velocidad en el "reposo" le permite al Guerrero proyectar una imagen de tranquilidad, serenidad y aplomo, a pesar de que su ser este muy revolucionado interiormente.

De esta manera, el Guerrero, no vive en estallidos de euforia, depresión o enojo. El estilo del Guerrero es la fluidez, la humildad y la amabilidad. El Guerrero no trata "de ser alguien", por el contrario, el Guerrero se diluye a través de entender el verdadero significado de la vida, porque sabe que el mundo material es sólo la apariencia inmediata, lo trascendente esta en el mundo del espíritu y lucha fieramente por ese conocimiento, "como un tigre, como una águila".
El conocimiento del espíritu no se expresa con palabras. El conocimiento del espíritu es una actitud ante la vida, un estado de ánimo, una intención sostenida e inflexible. Una forma de vivir, de enfrentar el mundo y la vida, una forma de morir.
El Guerrero se ha comprometido a "florecer su corazón" en su "Batalla Florida" y se entrega de lleno a la vida espiritual interior en medido de la vorágine cotidiana. No huye de la vida exterior ni sucumbe a ella, sólo la usa.

Pasa inadvertido, escoge sus batallas, acecha y actúa. No busca que lo reconozcan, lo admiren o lo comprendan. El Guerrero ha creado su mundo interior en busca de la Luz del espíritu y no desea nada del mundo aparente, toma lo mínimo que necesita y se desvanece hasta perderse en la nada.
Es por ello que otra de las características del Guerrero es su silencio. Los seres humanos comunes se la pasan hablando todo el tiempo y no dicen nada. Hablar es un acto compulsivo para no sentir su vacío. Es por ello que actúan sus pensamientos convertidos en palabras. Hablan palabras ajenas, envenenadas, huecas. El Guerrero en cambio mantiene un silencio interno, que le permite entrar en contacto con el universo que le rodea y con el "Ser Interior", que ha convertido en su aliado. El Guerrero no es un parlanchín y mucho menos una persona presumida.

Aquel que se diga Guerrero o presuma de serlo, con ello demostrara dos cosas. Que no lo es y que además, es mentiroso.

Una de las armas más eficaces del Guerrero, es el saber que le es muy difícil cambiar y salir victorioso en su Batalla Florida. Lo que hace verdaderamente a una persona ser un Guerrero, no es su perfección. Por el contrario, lo que lo hace ser un Guerrero, son precisamente sus imperfecciones, la conciencia de ellas y la lucha permanente para borrar de su personalidad estas aristas cortantes, que generan el dolor y el desgaste energético. A los seres humanos nos es muy difícil cambiar y cuando lo hacemos, generalmente es producto de un gran dolor, que al conmocionar permite el cambio. El Guerrero sabe que le es muy difícil cambiar y sí fracasa en el intento, no se desmorona y abandona la intención, por el contrario, la paciencia es uno de los requisitos para ser Guerrero, pues sólo con una infinita paciencia y humildad, se puede mantener una lucha de toda la vida, sin miedo a fracasar y reintentarlo cuantas veces sea necesario.
Finalmente, el arma más poderosa del Guerrero es el desapego. En efecto, lo que hace vulnerable y débil a los seres humanos es el apego a las personas, los sentimientos, los deseos, las ideas y los objetos. El instinto de posesión, que en alguna medida es necesario, los mercaderes lo han desarrollado en forma desproporcionada en las masas embrutecidas. Las personas pretenden llenar su vacío existencial comprando o poseyendo. Pero cuando el Guerrero a través de su conciencia, se puede desprender de todo cuanto le rodea, se convierte en un ser invulnerable, en una persona poderosa. Su poder radica precisamente en que no quiere ni desea nada. Puede prescindir de todo, si es necesario, y no abusa, ni se excede. El Guerrero no se atasca en las voluptuosas redes del "tener" o el placer. El Guerrero no tiene nada y sin embargo, nada le hace falta. Toma y usa lo que requiere y nunca maltrata, perjudica o deforma el mundo que le rodea.

Sin embargo, la pérdida al terror de la muerte es su mejor logro en esta vida. No se puede tener consciencia de la vida sin tener consciencia de la muerte. Para apreciar la vida, debemos tener consciencia de la muerte. La muerte material significa el inicio de la vida eterna espiritual. Todos los seres vivos tendremos que morir.
Tener que vivir sin haber vivido una vida verdadera, propia y fuerte, es verdaderamente aterrador y doloroso.
El Guerrero sabe que esta luchando permanente y cotidianamente por vencer a la inercia de la materia y a las "entidades de la noche", que pretenden acabar en el ser humano la luz del espíritu. Él sabe que en cualquier momento se pude ir y que la guadaña de la muerte no avisa, de modo que siempre esta dispuesto para enfrentar ese grandioso momento. Pero él sabe que una vida que se ha dedicado a la "Batalla Florida", es una vida que cuenta, que aporta y que trasciende. Él sabe que jamás llegará a tocar la Luz del espíritu, pero no puede vivir sin luchar afanosamente todos los días por lograrlo, pues entiende que no existe mejor tarea en el mundo, que esa precisamente. Esta lucha le da significado a su vida.

Quetzalcóatl es el símbolo de la serpiente que representa a la materia y al espíritu. La serpiente emplumada. La primera que se arrastra en el polvo del mundo terrenal y la segunda que logra desplegar sus alas, producto de su bello plumaje de quetzal, para buscar el origen celestial y divino de su existencia. El Guerrero vive el drama cósmico de la "serpiente emplumada" en carne propia y encuentra la trascendencia existencial en la "Batalla Florida". El resultado lo tiene sin cuidado. Ser Guerrero de la Muerte Florecida, es ir en la vida sin miedo y sin ambición, con un rumbo en el horizonte y con los ojos puestos en el alto cielo. Es difícil encontrar una mejor forma de vivir.

martes, 20 de julio de 2010

Pico della Mirandola.


Giovanni Pico della Mirandola, conde de la Concordia, nació el 24 de febrero de 1463 en Mirandola, cerca de Módena (Italia). Descendiente de una familia principesca, el joven Giovanni demostró pronto extraordinarias condiciones para el estudio. Deseando su madre que realizase la carrera eclesiástica, cursó Derecho Canónico en Bolonia entre los años 1477 y 1479. Terriblemente inquieto, siguió al año siguiente estudios de Filosofía en Ferrara y, entre 1480 y 1486 se dedicó enteramente, en Padua y en París, al estudio de la filosofía y la literatura, elaborando las bases de un amplio programa filosófico y teológico del que saldrían las Conclusiones, cuyo texto definitivo redactaría en 1486. Fue en esta época cuando trabó amistad con Elías del Medigo[1] que enseñaba en Padua la filosofía de Aristóteles y Averroes, filosofía que influiría grandemente en sus Conclusiones. Tuvo también por maestro a Marsilio Ficino, quien siempre sintió gran cariño por su discípulo.
Gran parte de los conocimientos que en la época de Pico, se consideraban "científicos", o se los que tratan sobre medicina, astrología, alquimia o ciencias naturales, se fundaban en textos árabes traducidos al latín y al hebreo. Los conocimientos "filosóficos", o sea las obras filosóficas más notables de la Antigüedad, en general de origen griego o árabe, también fueron traducidas a estos idiomas, que nuestro autor dominaba.
Con sus 900 Tesis o Conclusiones Pico quiso realizar la síntesis de las doctrinas de las principales escuelas filosóficas de la Antigüedad y de la Edad Media. Estas Tesis o Conclusiones estaban destinadas a ser discutidas públicamente en un encuentro de eruditos que Pico proyectaba organizar e incluso financiar, en Roma. Para ello invitó a los más relevantes sabios europeos, pagando los desplazamientos de aquellos que residían lejos. Estas Tesis de omni re scibili excitaron la curiosidad en un principio, pero pronto despertaron en los medios eclesiásticos sospechas de heterodoxia. Y en efecto, fueron condenadas en parte por el Papa Inocencio VIII que consideró heréticas a trece de ellas.
Al intentar defender Pico las tesis condenadas en su Apologia tredecim quaestionum (obra redactada en 1487), Inocencio VIII replicó condenando en bloque las 900 tesis. Sin embargo, un año antes de la temprana muerte de Pico, esta condena fue levantada por Alejandro VI, sucesor de Inocencio[2].
Pico manifestó en sus Conclusiones[3] de tipo filosófico un amplio conocimiento de las ideas de Averroes y Avicena. Profundamente interesado por la religión islámica, nuestro autor estudió el Korán en un ejemplar que le había facilitado su maestro Marsilio Ficino. También conoció la obra de Abentofáil, el autor de El Filósofo Autodidacta.
Es harto probable que, pese a conocer el árabe, Pico no tuviera acceso directo a las obras de Avicena, muchas de las cuales podían consultarse en traducción latina. Parece que lo más que le llamó la atención en este autor fue su sistema ontológico y su teoría de la materia y del cuerpo inerte. Gracias a los trabajos de F. Secret y otros eruditos, está demostrado que Pico fue introducido en el averroísmo y el aristotelismo por su maestro Elías del Medigo, que tradujo por primera vez al latín numerosos pasajes de estos filósofos.
Nuestro autor, espíritu abierto y de altos vuelos, se interesó especialmente en ciertas afirmaciones de Averroes relativas al intelecto, el alma y la profecía.
Al parecer, las Conclusiones sobre Teofrasto, que le interesarán sobre todo por su original concepción del intelecto, proceden también de sus lecturas de Averroes, que cita a Teofrasto en su comentario a la Metafísica de Aristóteles. Es interesante observar que, espíritu sintético, Pico hace corresponder el "intelecto agente" al Metatron de la Kábbala.
A la hora de estudiar las Conclusiones formuladas por Pico a propósito de los filósofos platónicos (Plotino, Porfirio, Jámblico, etc...) hay que considerar su amistad con Marsilio Ficino, el traductor y comentador de Platón y Plotino más importante del Renacimiento. Sin duda fue él quien introdujo en el platonismo a Pico, que utilizó las traducciones de su maestro, en especial la de Los Misterios de Egipto y otras obras de Jámblico. En lo que a Plotino se refiere, es harto probable que nuestro autor se basara también en las traducciones de Ficino.
Las Conclusiones sobre la sabiduría egipcia y caldea, parecen apoyarse en el Corpus Hermeticum por una parte, y en las anteriormente citadas obras de Jámblico por otra.
En las Conclusiones según Platón, Pico se interesa especialmente por el problema del alma y de su destino. Cuando ésta se encarna (ver Concl. Nº 2) no lo hace toda ella; una parte queda en el cielo. La reunión de las dos partes es, en cierto modo, el objetivo espiritual ansiado tanto por aquella que permanece en el cielo como por la que está en la tierra, prisionera de la materia. Cuando el intelecto particular del hombre se une indisolublemente al intelecto primero, o sea cuando el ser o la vida particulares se unen a las universales, el hombre alcanza por fin la felicidad última (ver Concl. Nº 6 y 7). Según Adelando el árabe, el intelecto que permanecía en el cielo recibe el nombre de "intelecto agente".
Dentro de su impresionante precisión, las Conclusiones contienen, sin embargo, algunas imprecisiones dignas de mención. En las Conclusiones según la primitiva doctrina del egipcio Hermes Trismegisto que, como hoy sabemos, es una doctrina más griega que egipcia, Pico habla de diez enemigos en nosotros, cuando en el Corpus Hermeticum aparecen doce. El texto de Pico dice así:
"Dentro de cada uno de nosotros hay diez enemigos: la ignorancia, la tristeza, la inconstancia, el deseo, la injusticia, la lujuria, la decepción, la envidia, el fraude, la ira, la temeridad y la malicia".
Más adelante, Pico vuelve a hablar de estos "diez enemigos", y el número diez se repite. Sin embargo, basta con dar un breve repaso al Corpus Hermeticum para percatarse de que estos enemigos, protagonistas del destino astral del hombre encarnado, son doce y corresponden verosímilmente a los doce signos zodiacales. ¿Por qué habla Pico de "diez enemigos"? Y, sobre todo (por esto hemos citado aquí la Conclusión en cuestión) nos da los nombres de doce y no diez? ¿Se trata de una confusión de nuestro autor, o de un simple lapsus?
El hecho de que Pico hable de "diez enemigos" podría atribuirse a que nuestro autor pensara en las diez sephiroth de la Kábbala, pero en la Conclusión siguiente ya nos avisa de que no es así:
"Los diez enemigos que he nombrado según la conclusión precedente se corresponden mal con la coordinación denaria de la Cábala".
Las diez sephiroth corresponderían más bien a la "Década", fuerza divina que permite al hombre triunfar sobre los doce enemigos zodiacales.
Si bien nuestro autor tuvo que padecer las iras de Inocencio VIII y de sus acólitos a causa de sus originales opiniones, fue sin embargo muy respetado y admirado por los hombres cultivados de su época, que quedaron impresionados por su extraordinaria erudición. Numerosos son los testimonios de admiración que tras su muerte le serían manifestados. Dirigiéndose a su sobrino Juan Francisco, el beato Battista de Mantúa escribía que:
"La Santidad de la vida, la erudición, los conocimientos de las cosas humanas y divinas se unían tan bien en él, que Jerónimo y Agustín parecían revivir en un solo hombre... Por la inmensa fertilidad de sus pensamientos nos fecundaba a todos... Su muerte ha hecho sufrir a los estudios literarios, a la ciencia, a la integridad de las costumbres un gran eclipse".
También Savonarola, en su Tratado contra los astrónomos escribía:  
"Este hombre ha de ser considerado entre los milagros de Dios y de la naturaleza, a causa de la elevación de su pensamiento y de su doctrina."
Incluso los sabios hebreos de su época, entre los que destaca el erudito pensador Jochanán Alemanno le admiraron y llegaron a decir de él que: "El espíritu de Dios y el espíritu del siglo no podrían producir en cien años un hombre de su valía."
Gracias a Julio P.



[1] Pico conoció a Elías del Medigo hacia 1480 y este erudito judío le hizo conocer las obras  más           importantes de la Kábbala (el Sepher Ha Zohar, las Shaare Orah, etc...
Ver el estudio documentado de F. Secret: Pico de la Mirandola et le milieu italien de la Kabbale Chrétienne publicado en su obra Les Kabbalistes chrétiens de la Ranaissance Ed. Dunod, París, 1964.

[2] Sin duda instigado por el influyente Lorenzo de Médici, protector de Pico.

[3] Aunque el libro que hoy presentamos incluye únicamente las conclusiones de tipo mágico o cabalístico, sin por ello desdeñar las puramente filosóficas, hemos creído oportuno incluir las Conclusiones según Averroes por su extraordinario interés en lo referente a los sueños.

Tradición Egipcia.


Las concepciones morales del antiguo Egipto presentan a la vez tal originalidad y tal grandeza que no podemos menos que preguntarnos cuáles eran la fuente de inspiración y la formación espiritual y religiosa que se hallaba tras ese ideario. Pues sin duda es menester gran elevación de miras para presentar como razón de ser de la vida de cada ser humano el que este logre en sí mismo el dominio del espíritu sobre los instintos sin renunciar por ello a disfrutar de los bienes de la Creación. Como subraya Jacques Pirenne (en "La réligion et la morale dans l' Egypte antique") esto asocia al hombre a la obra de Dios pues aspira, en esta cosmovisión que nos ocupa, a la misma finalidad: el triunfo de la conciencia sobre los aspectos inferiores de la naturaleza humana, la primacía del espíritu absoluto sobre el caos inerte y desorganizado de lo material. Plutarco ya señaló que esta concepción dualista es el significado profundo del mito de Isis, donde Dios se opone a la materia en forma análoga a la filosofía de Platón.

El refinamiento y elevación con que los antiguos egipcios llevaron adelante este ideario simplemente asombra. Baste por ahora señalar que se llegó a incorporar a la cortesía como parte importante de la moral. Y no cabe duda de que tan solo mencionar estas ideas que datan de tres o cuatro mil años puede causar asombro en nuestro tiempo donde tan a menudo a la cortesía se la ignora y a la moral se la pisotea...

Además, volens, non volens, es menester buscar en Egipto las raíces de las cumbres del pensamiento griego. Plutarco en "Isis y Osiris" lo dice bien claramente: "por otra parte también atestiguan sobre esto los más sabios entre los griegos, como Solón, Tales, Platón, Eudoxio, Pitágoras, y además, según otros, el mismo Licurgo, quienes llegaron hasta Egipto y convivieron con los sacerdotes. Así se afirma que Eudoxio asistió a las lecciones del sabio Conufis en Memphis, Solón a las del saita Sonchis y Pitágoras a las de Enufis en Heliopolis". A estos nombres ilustres hay que agregar, de acuerdo a otros autores los de Nicias y Herodoto (c.f.r. Eduardo Alfonso "El Egipto hermético").

Frecuentemente quién se interesa por las antigüedades egipcias pronto se pierde en los laberintos interesantes de su historia y de su mitología. No es empresa fácil empero distinguir los hilos conductores de naturaleza espiritual y religiosa en la primera y los simbolismos trascendentes de la segunda, reflejados estos últimos en el arte y la arquitectura de esta civilización asombrosa por mil razones. Pero hay algo que resulta, en nuestro modesto parecer, aún más sorprendente y es descubrir en la corriente espiritual egipcia ideas tradicionales cuyo parentesco innegable con enseñanzas hindúes y de otros pueblos resulta evidente. Subrayamos que empleamos aquí el término "Tradición" en el sentido de René Guénon para designar un conjunto de concepciones que, en forma explícita o velada, se hallan y reaparecen en las más diversas expresiones religiosas y filosóficas a lo largo de los siglos y en muy diferentes lugares. Como puntualiza Guénon esta Tradición Primordial resulta así atemporal dado que se mantiene invariable e independiente de tiempos, pueblos, lugares, costumbres y circunstancias. Merece por ello sus usuales denominaciones como Lex Peremnis o bien su equivalente sánscrito de Sanatana Dharma, o sea Ley Eterna. Naturalmente esta concepción guénoniana ha merecido tanto fervorosas adhesiones como réplicas violentas. Estas últimas han provenido de diversos campos, a veces por razones dogmático-confesionales, a veces por cuanto Guénon señala como medio indispensable para la transmisión de la Tradición un elemento suprahumano que es la Iniciación. Según Guénon la Iniciación, a la que este autor define en esencia como la transmisión de una influencia espiritual, constituye la piedra de toque para distinguir lo tradicional de lo que no lo es.

Situándonos nosotros aquí en un plano de completa objetividad diremos que es perfectamente comprensible que estas ideas de Guénon no sean aceptables para todos pero que, de todas maneras, merecen tanta atención como respeto y que la polémica se debe reducir, en última instancia y exclusivamente a una cuestión de experiencia personal. Siendo imposible agotar aquí una cuestión tan ardua y debatida queremos subrayar que el tema central de estas líneas es precisamente este contenido tradicional en la formación sacerdotal en el antiguo Egipto. Las referencias fidedignas y respetables al respecto no abundan y sí, en cambio, las narraciones fantasiosas de corte teosófico tipo Henry Durville y Pierre Christian, las que no resisten el menor análisis por su falta de seriedad.

Al respecto conviene desde ya efectuar una distinción tajante para la que emplearemos la terminología de los maestros hindúes. Estos distinguen entre Diksha y Rahasya. La primera, o sea Diksha, se refiere al proceso ritual de la Iniciación y a esta en sí misma, entendida como transmisión de una influencia espiritual. La segunda, o sea Rahasya, se refiere a la enseñanza doctrinal, generalmente secreta, que acompañaba al acto ritual. Es esta segunda parte la que más nos ocupará aquí. El gran interés del tema es que se centra en aspectos trascendentes que suponen ir mucho más lejos que la mitología, la mística y la teología egipcias. Estas últimas solo resultan a la postre un ropaje para que el conocimiento metafísico y sapiencial se conserve cifrado en símbolos y velado por alegorías. 


En tal sentido vale la pena citar a Plotino en la Enéada Quinta: "Los Sabios de Egipto me parecen haber dado prueba de una ciencia consumada o de un maravilloso instinto cuando, para revelarnos su Sabiduría, no recurrieron ni a letras que expresen palabras ni a proposiciones que representen sonidos o enunciados. Ellos figuraron los objetos por medio de jeroglíficos y así designaron simbólicamente a cada uno de ellos. De este modo cada jeroglífico constituía una especie de ciencia o de sabiduría y ponía la cosa ante los ojos de una manera sintética, sin concepción discursiva ni análisis. 

Acto seguido esta noción sintética era reproducida por otros símbolos que la desarrollaban, la expresaban discursivamente y enunciaban las causas por las cuales son así las cosas, cuando su bella disposición encendía la admiración". De esta manera los jeroglíficos (palabra que etimológicamente proviene de hieros-glifo o sea símbolo sagrado) constituyen una verdadera llamada a lo que Guénon denomina con absoluta propiedad la intuición intelectual, la que se sitúa, por su naturaleza misma, mas allá de todo conocimiento racional y discursivo. Aquí también se dividen las opiniones pero Guénon mismo menciona ("Introduction générale a l'etude des doctrines hindoues" pag. 103) que ya Aristóteles en sus "Últimos Analíticos" sostenía que el intelecto constituía una facultad más elevada que la razón, lo que es, en suma, exactamente lo mismo. En esto se halla el principio del simbolismo trascendente, entendido como vía de acceso a concepciones metafísicas. 

Lamentablemente los egiptólogos durante muchísimos años no comprendieron esto y procedieron en una forma puramente descriptiva, sin duda torpe y pueril en lo que hace a su tratamiento de las doctrinas y creencias egipcias antiguas.
Del material moderno que merece el calificativo de científico es imprescindible mencionar entre otras muchas las obras de Adolf Ermann, ex-profesor de la Universidad de Berlín, Jacques Pirenne, E. A. Wallis Budge y Francois Daumas. Pero frente a estos orientalistas "oficiales" es menester preferir la obra colosal realizada por los esposos R. A. e Isha Schwaller de Lubicz, quienes han ido más lejos que nadie en cuanto a la comprensión profunda del simbolismo de los templos egipcios. Sus conclusiones han sido la piedra del escándalo en el mundo de la egiptología a partir de la aparición de "Le Temple de l' Homme" (1958), pero luego se han ido abriendo camino por ser la única forma de llegar a una comprensión profunda del contenido doctrinal más elevado que se impartiera en los templos del antiguo Egipto. 


Cuando leemos por ejemplo en Pirenne que "los textos religiosos disimulan, sea bajo el aspecto de genealogías de dioses, sea como símbolos y mitos, las ideas que sirvieron de base a la religión" se hace tangible la influencia de los esposos Schwaller de Lubicz pues ningún egiptólogo hubiera osado escribir tales cosas hasta hace muy pocos años. En "Le Miracle Egyptien" de R. A. Schwaller de Lubicz se puntualiza esta idea central con mayor precisión aún: "En el viejo mundo de Egipto todo es símbolo, cada gesto de la vida, cada rito del culto, cada estela, cada monumento, cada jeroglífico, el color, la ubicación, y la forma de cada objeto usual, todo obedece a la Ley de Sabiduría que sitúa cada cosa en el lugar armónico según su naturaleza cósmica".

Pero, naturalmente, el lugar central lo deben ocupar las fuentes egipcias antiguas. Es precisamente sobre estas que trabajaron los esposos Schwaller de Lubicz en colaboración con el célebre egiptólogo "oficial" Alexandre Varille, antiguo miembro del Instituto Francés de Arqueología Oriental del Cairo, experto científico en el Servicio de Antigüedades de Egipto y Miembro Correspondiente de la Academia de Ciencias, Bellas Letras y Artes de Lyon. La lucha por imponer estas nuevas y grandiosas concepciones fue muy ardua y no intentaremos resumir aquí su historia.

Entrando ahora en materia intentaremos resumir, dado lo exiguo del espacio acordado, las ideas centrales en que basaba la enseñanza en los santuarios del antiguo Egipto a los neófitos, siguiendo las pautas e ideas de los esposos Schwaller de Lubicz en sus magníficos trabajos. Es menester recordar aquí un aspecto esencial que a menudo se olvida. A lo largo de los cuatro mil años de su historia las ideas, creencias y mitos del Antiguo Egipto evolucionaron. Para dar ejemplos comunes Osiris comienza por ser un dios agrario en tiempos de la Primera Dinastía y concluye siendo el padre de los dioses y el más poderoso de todos ellos. La Ogdoada o Panteón de los Misterios de Memphis no es la misma que las posteriores de Heliópolis y Hermópolis. En suma las ideas religiosas egipcias no nacieron y permanecieron como algo estático y terminado sino que adoptaron formas cambiantes con el tiempo, incluyendo variaciones locales y revueltas temporarias como la bien conocida de Akenathon (Amenophis IV).

A su vez debemos mencionar a otras fuentes de la antigüedad, tales como Jamblico con sus "Misterios Egipcios" y en segundo lugar a Plutarco con su ya citado "Isis y Osiris". El interés de estas obras es grande pero no sirven de mucho para nuestros propósitos. Por ello es que nos centraremos en las contribuciones de los esposos Schwaller de Lubicz, plenas de interés y con sólido aparato crítico que respalda su contenido.

El nombre mismo de Egipto deriva de una palabra griega, Aegyptus, la que a su vez proviene de Ha Ka Ptah, nombre del templo dedicado al dios Ptah en Memphis o Mem-nefer (su antiguo nombre egipcio), construida por Menes, primer Faraón de la Primera Dinastía. Memphis fue el centro iniciático principal del Egipto antiguo. El dios Ptah personificaba a la fuerza creadora, siendo llamado "el alfarero divino" por ser el constructor del mundo y el organizador de la materia así como el dispensador de toda vida. Se lo representaba con forma humana y el escarabajo era su símbolo. Era Ptah el dios protector de artistas, artesanos y constructores. 


A este gran centro iniciático sucedieron los de Heliópolis, Hermópolis, Sais y muchos otros de mayor o menor importancia. Pero nuestro interés no se halla hoy centrado en esto sino en el contenido de la enseñanza. Digamos que, bien existían formas elementales de esta destinadas al pueblo, lo que constituía la enseñanza superior al parecer estaba íntegramente en manos de los sacerdotes y de personas vinculadas a los templos. Pero sería un error clasificar a los habitantes del Egipto antiguo simplemente en "religiosos" y "laicos", pues, de hecho, existían personas que revestían un rango intermediario. Por ejemplo, en las festividades religiosas, muchos roles ceremoniales se hallaban a cargo de príncipes, nobles o bien altos dignatarios de la corte faraónica.

A su vez, muchos sacerdotes se casaban y vivían con sus familias fuera del recinto sagrado de los templos. Algunos cargos religiosos, como por ejemplo el de Profeta de Amón, eran hereditarios y no eran incompatibles con el desempeño de otras funciones sociales y militares o bien la de administrar los patrimonios personales. Pero lo interesante es subrayar que los más altos conocimientos científicos y los secretos técnicos eran conservados y enseñados por hombres vinculados a los templos...

Lo anterior plantea interrogantes esenciales que se intentarán elucidar aquí brevemente. Esas preguntas se refieren a: 1ero.) quiénes eran los educadores y educandos, 2do.) cuáles eran las características generales de la enseñanza y, lo más importante, 3ero.) si existían en realidad una enseñanza externa (exotérica) abierta a todos y otra interna o secreta (esotérica) reservada solo para los mejores. Pasemos a tratar ordenadamente estas cuestiones.

1ero.) Ya hemos puntualizado el hecho de que la instrucción superior en todas sus formas se hallaba totalmente a cargo del sacerdocio pero además lo mismo ocurría con la educación elemental o primaria reservada a los nobles y a los futuros altos dignatarios. Existen testimonios escritos en viejos papiros y ostracas (trozos de calcáreo) que confirman esto con frases muy reveladoras relativas a educación recibida en el Templo desde la niñez e, incluso, algunos miembros de las clases dirigentes que mencionan haber sido instruidos desde temprano "en los secretos de Thot". Recordemos que Thot fue el maestro de sabiduría a quien, tras su muerte y divinización, los griegos llamaron Hermes y los romanos Mercurio, identificándolo de alguna forma con el astro de ese nombre. 


En los Misterios de ambas Hermópolis (en el Alto y en el Bajo Egipto) y en otros templos el "Neter" (aspecto divino) objeto del culto era precisamente Thot, adorado como el dios de la escritura y escriba entre las divinidades, y que regía además la matemática y la astronomía, las lenguas y el sistema legal entre otras atribuciones. Las enseñanzas de Thot, transmitidas de generación en generación, constituían un aspecto central (pero no necesariamente el único) de la más alta enseñanza sapiencial impartida en el antiguo Egipto. 

En cuanto a quienes se impartía la enseñanza, resulta obvio que existía una gran diferencia entre la popular destinada a quienes solo pretendían aprender las primeras letras y un oficio y aquella dirigida a las élites que eran seleccionadas para su ingreso al servicio de la corte y de los templos. Ser aceptado en estos últimos suponía no solamente capacidad intelectual sino además plena adaptación mental a las modalidades del sacerdocio y su enseñanza, además de tener que soportar una despiadada rigidez en lo que tocaba al aprendizaje de las responsabilidades individuales. El lema central parece haber sido la impersonalidad del servicio y la austeridad de las costumbres, siendo necesario destacar esto pues se inserta directamente en aspectos doctrinales esenciales de la enseñanza en los Misterios egipcios que luego revistaremos brevemente.
2do.) En lo tocante a las características dominantes de la enseñanza en los templos diremos que esta apuntaba desde un comienzo a formar la mentalidad del hombre "de acuerdo a las leyes de Maat". Esta diosa egipcia personificaba la sabiduría, la rectitud, la verdad, la ley divina y el orden natural del cosmos. Era mitológicamente la hija bienamada y confidente de Ra y la esposa de Thot. En esencia las "leyes de Maat" consistían en el desarrollo de la "conciencia de la verdad", en cuanto aplicación sistemática del principio de armonía y correspondencia simbólica a cada aspecto de la existencia y a cada detalle de las obras humanas para descubrir como en un despertar las relaciones "vivas" entre las cosas y los seres.

Naturalmente es imposible extendernos aquí en los detalles de esto pero, de acuerdo a las fuentes antiguas existentes (egipcias y no egipcias) podemos mencionar como disciplinas abarcadas las relativas al ser humano (anatomía, medicina y cirugía) como también lo relativo a su constitución psíquica, el sentido último de la vida humana y sus consecuencias incluyendo el destino de ultratumba.

Las ciencias de la naturaleza abarcaban la constitución de lo creado y las cosmogonías mitológicas, mientras que las ciencias del universo incluían conocimientos astronómicos y astrosóficos.

En todas estas disciplinas la noción central que se destacaba en la enseñanza era la correspondencia entre el Macrocosmos, el Universo y el Microcosmos o sea el ser humano. Esto permitía una forma de inducción trascendental pues conocer la tierra suponía conocer el cielo y, yendo aún más lejos, establecer una conexión entre lo visible e invisible. De este modo el conocimiento de las leyes naturales y de los fenómenos sensibles permitía avanzar en el orden metafísico y suprasensible.

Para la sabiduría egipcia antigua el verdadero templo viviente es el hombre en el cual se encarnan los principios y funciones cósmicas, los "Neter". En los templos se hallaban sectores o "casas" en los cuales se representaban los símbolos de esos "Neter" para enseñar al hombre a reconocer en sí mismo los elementos del Macrocosmos de los cuales él es imagen y síntesis.

Cabe agregar que la fase preliminar de la enseñanza se centraba en el despertar de la conciencia latente por medio del cultivo de las facultades de observación, del discernimiento de las calidades (poder juzgar) y de la noción de responsabilidad.

Esto puede resumirse como sigue: experimentar la vida, observar, discernir partiendo del simple candor del niño ante la escuela de la Naturaleza. Todo apuntaba desde el vamos a transformar al ser humano común indiferente e inconsciente en el Compañero de Horus. Horus encarna el principio de evolución superior al que debe aspirar la humanidad toda.

A esta altura, y antes de encarar los temas de esta exposición que pueden ser mayor motivo de sorpresa conviene referirnos a una característica de la mentalidad egipcia que se revela a cada paso en los textos y en los monumentos, en las estatuas, tumbas, estelas y ostracas. Todo aparece al profano como imágenes religiosas o simples motivos decorativos. Pero, en realidad, la comprensión profunda del simbolismo exige de nuestra parte, como ya se ha dicho, una actitud mental sintético-intuitiva que nos permita captar la verdad sin pasar por la etapa de análisis característica del Occidente contemporáneo. 


Y esto no es fácil pues supone el doble esfuerzo de lograr una formación y una información. La información es previa, a nivel doctrinal y sapiencial. La formación supone dominio y práctica prolongada de técnicas de concentración y ascesis. Esto es pedirle demasiado a la inmensa mayoría de los hombres y mujeres contemporáneos, los que se hallan demasiado ocupados en el aquí y ahora material o bien demasiado convencidos de sus medias verdades como para hacer el esfuerzo correspondiente de comprensión. Hay que recordar que todo aprendizaje supone ante todo un acto de humildad...

Las pruebas de acceso al Templo y a la enseñanza iniciática eran muy severas y prolongadas. Se nos habla de períodos de probación que podían alcanzar hasta quince años de duración. En esto había grados pues el acceso a ciertas partes del templo estaba vedado a los neófitos (los nuevos-hechos o flamantes iniciados, etimolog. neo-fito). La expresión egipcia m-khenou "tener acceso al interior" indica claramente diferencias de privilegios entre los discípulos del Templo o "Casa de Vida", para emplear la expresión que aparece en múltiples documentos de papiro y de piedra.

La sorpresa la constituye el paralelismo evidente que existe entre las doctrinas del esoterismo egipcio y las del hinduismo.

Gracias a la labor inmensa de los esposos Schwaller de Lubicz ha sido posible conocer en gran medida el contenido de la enseñanza impartida en los templos egipcios y asombra encontrar aquí en forma lógica y estructurada temas comunes en tan gran número con las enseñanzas esotéricas hindúes. Así es que en Egipto se enseñaban doctrinas equivalentes a la del Atma, el Pravritti y el Nivritti, el Kundalini que fluye a través de los nadis dorsales, los Chakras, el Samnyasa y el Tyaga. 


La doctrina aparente del Libro de los Muertos sobre la vida post-mortem encubría la verdadera enseñanza en los templos que no era otra que la transmigración. La cantidad de coincidencias entre ambos esoterismos es tan grande e importante que haría necesariamente pensar en una fuente común o, más razonablemente aún, darle de pleno la razón a René Guénon en cuanto la existencia de una Tradición Primordial y Universal transmitida secretamente de boca a oído en las más diversas épocas y países. Esto por cuanto similares ideas aparecen una y otra vez en los más diversos contextos de lugar, tiempo y circunstancia. Desgraciadamente no es posible aquí efectuar un resumen adecuado de tales doctrinas lo que, en rigor, exigiría un libro entero. Merece sin embargo destacarse que en muchos aspectos esenciales tanto doctrinales y especulativos como operativos los antiguos egipcios fueron bastante más lejos al parecer que los hindúes.
En años recientes (1983-87), siguiendo los pasos de los esposos Schwaller de Lubicz ha aparecido otra contribución remarcable en dos volúmenes sucesivos, debida a Genevieve y Babacar Kane. Se trata del "Yoga de los Faraones" y del "Yoga de la Verticalidad", ambas surgidas de un análisis profundo del legado del Antiguo Egipto. Los Kane nos ofrecen en estos dos libros una extensa y minuciosa reconstrucción de una variedad de técnicas de elevación espiritual y curación psico-física originarias del antiguo Egipto. Gracias a la labor de estos autores estas técnicas han alcanzado enorme difusión en Europa en años recientes. Sin duda el empleo de la palabra "Yoga" no es del todo feliz para designarlas pues este término evoca demasiado directamente técnicas específicamente hindúes pero no es fácil reemplazarla y la idea central es exactamente la misma.

Recordemos que "Yoga" proviene etimológicamente de "Yuj" o sea contacto, unión y que, en esencia, con las verdaderas técnicas de Yoga se apunta precisamente al contacto de la conciencia individual con la Conciencia Universal o sea, en terminología occidental, la Unyo Mystica. Y es necesario subrayar aquí lo que afirman con justeza los esposos Kane en cuanto que el Yoga no es una religión sino una técnica que permite al ser humano re-integrarse en cuerpo, alma y espíritu cualquiera que sea su creencia. Lo único lamentable es que muchos, tomando la parte por el todo, presentan como Yoga a una serie de prácticas gimnásticas y respiratorias a menudo peligrosas y hasta aberrantes las que, originalmente, solo servían como preparación preliminar para las disciplinas del Raja Yoga, el único auténtico y conducente a la disciplina espiritual más elevada.

La metodología intelectual de los esposos Kane merece objeciones en cuanto al ordenamiento del material y las fuentes citadas pero existen en su labor aspectos verdaderamente destacables. Entre ellos debe mencionarse ante todo el innegable don de observación de los autores que les ha permitido discernir en las incontables representaciones de los faraones ciertas actitudes clave de gran valor para el equilibrio, vitalidad y dominio de sí mismo.

En síntesis: el mensaje que nos ha legado el Egipto antiguo merece ser conocido y profundizado más y más pues se encuentran en él verdaderos tesoros que apuntan de lleno a la más elevada realización humana en todos los planos. Lo exiguo del espacio nos ha impedido entrar en detalles que confiamos poder desarrollar in extenso en alguna otra oportunidad.


Gracias a Carlos R.


lunes, 19 de julio de 2010

Sufismo.



Sufismo - ¿Qué es?
El Sufismo puede describirse mejor como una práctica mística que enfatiza ciertos rituales únicos, para guiar a los buscadores espirituales a un encuentro directo con Dios. Mahoma es considerado su profeta principal. Muchos consideran que el sufismo es un estilo místico del Islam.

Realmente, el Sufismo es un término difícil de definir, porque se cree que su significado se ha derivado de varias palabras con diferentes connotaciones:

  • Bishr ibn al-Harith ha dicho que: "el sufí es aquél cuyo corazón es sincero con Dios." De esta manera, una de las palabras de las cuales se cree que se deriva el sufismo es safa, que significa puro--esto debido a la pureza del corazón de los sufíes.
  • Otros han derivado sufí de la palabra saff; esto se refiere al "primer puesto" de los sufíes delante de Dios. Los sufíes creen que poseen una posición prominente en relación con Dios. El término sufffab -- que significa: "Gente del Sofá" -- y la palabra suf la cual se refiere a la costumbre de los sufíes de vestir lana, son las dos derivaciones más populares de la palabra sufí.
Estas dos últimas definiciones ganaron aceptación porque describen muy acertadamente el comportamiento que observan los sufíes. Los sufíes, siendo gente que nunca tuvo, ni tiene posesiones, son como La Gente del Sofá (gente que vivía en el tiempo del Profeta de Dios) --gente que había huido del mundo, nómadas, sin bienes terrenales, sin vestimentas finas sino de burda lana.

Los sufíes enseñan que el sufismo puede ser practicado en cualquier religión -- es el "corazón" de la religión. Ninguna fe o creencia es cuestionada, cada uno puede seguir a su propia iglesia, religión, o credo.
Sufismo - ¿Qué creen los sufíes acerca de Dios?
El sufismo sostiene una doctrina extremadamente elevada.de Dios. A continuación un extracto tomado de una de sus descripciones de Dios:

    ". . . ‘antes´, no lo aventaja; ‘de´, no compite con él por precedencia; ‘desde´, no armoniza con él; ‘para´, no se junta con él. . .”
Al tratar de decidir si Dios continúa creando, algunos sufíes se encuentran en aprietos. Algunos dicen que sí, que continúa creando, ya que el crear, hacer, y formar son sus eternos atributos. Otros dicen que él no se convirtió en creador, hacedor, y formador al realizar estos actos; de otra manera hubiera sido eternamente deficiente, llegando sólo a completarse mediante el acto de la creación.

Los sufíes creen que Dios es responsable por todo lo que ellos hacen, de cada acto que ellos, como sus siervos, ejecutan. De no ser así, entonces ellos serían iguales a Dios, haciendo cualquier cosa que se les antojase. De esta manera, Dios es responsable por cada pensamiento y obra. Dios puede hacer con sus siervos lo que quiera, sea o no ventajoso para el siervo.

Uno de los rituales más importantes del sufismo es el zikr. Durante un zikr, uno recuerda a Dios a través de la meditación, los cánticos, y movimientos -- ciertos atributos de Dios son repetidos hasta que los buscadores se "saturen" de Dios. Supuestamente, este ritual los destroza y los transforma. A medida que giran y dan vueltas alrededor por horas, alcanzan un estado de éxtasis y pureza donde el corazón está sólo consciente de Dios. El buscador se rinde al abandono total -- un vaciado total de uno mismo.
Sufismo -- ¿Cuál es la opinión cristiana sobre el sufismo?
El sufismo presenta a Dios como alguien indefinible. Sus definiciones son circulares, demasiado exuberantes y extremas para proporcionar claridad, sólo una idea de un ser que es inalcanzable. Muhammad ibn Mūsā al-Wāsitī dijo: " Así como su esencia no fue causada, así sus atributos no son causados: tratar de mostrar al eterno es perder las esperanzas de entender nada acerca de las realidades de los atributos, o de las sutilezas de la esencia (de Dios)"

Como cristianos, nosotros, también, tenemos una visión elevada de Dios; creemos que Él está por encima de todo. Nadie es como Él; nadie puede ser comparado con Él. Pero la gloria de la encarnación es que Dios se manifestó en forma humana. Jesucristo vino para hacer que el elevado Dios fuera conocido por toda la humanidad.

Hebreos 1:3: "El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios y la imagen misma de Su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder. Habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas."

Juan 1:18: "A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer." Mientras que los sufíes dan vueltas alrededor con sus cánticos durante su zikr, rindiéndose al total abandono, vulnerabilidad, y susceptibilidad, nosotros los que creemos en Jesucristo, ofrecemos nuestra adoración con sobriedad y alegría. Nosotros estamos despiertos, conscientes, alertas, conociendo plenamente y queriendo saber más y más de Dios.

2da de Timoteo 1:7: "Porque Dios no nos ha dado espíritu de cobardía, sino de poder, de amor, y de dominio propio."





Profundizando un poco.


Bajo el título Islamic Soufism, Sirdar Ikbal Alí Shah ha publicado recientemente un volumen (1) que no es, como se podría creer, un tratado más o menos completo y metódico sobre el asunto, sino sobre todo una recopilación de estudios de los que algunos se relacionan con cuestiones de orden general, mientras que otros tratan de puntos más particulares, especialmente en lo que concierne a las turuq más extendidas actualmente en la India, como los Naqsbandiya y los Chistiya. Bien que estos estudios no sean lo menos interesante de esta obra, no es nuestra intención el insistir sobre ellos aquí, y pensamos preferible examinar más bien lo que toca más directamente a los principios, lo que nos supondrá al mismo tiempo una ocasión para recordar y precisar unas indicaciones que ya hemos dado en otras diversas ocasiones. (2)


En primer lugar, el título mismo demanda una observación: ¿Porqué "Islamic Sufism"? ¿No hay ahí una especie de pleonasmo? Sin duda, en árabe, se debe decir "Taçawwuf islâmi", pues el término Taçawwuf, designa generalmente toda doctrina de orden esotérico o iniciático, sea cual fuere la forma tradicional a la que se vincule; pero la palabra "Sufismo", en las lenguas occidentales, no es verdaderamente una traducción de Taçawwuf, es simplemente una suerte de término convencional forjado para designar especialmente al esoterismo islámico.


Es cierto que el autor explica su intención: él ha querido, añadiendo el adjetivo "islámico", evitar toda confusión con otras cosas que son a veces calificadas también de "Sufismo" por ignorancia; pero ¿se debe tener en cuenta en este punto el abuso que se hace de las palabras, particularmente en una época desordenada como aquella en la que vivimos? Es ciertamente necesario el poner en guardia contra las teorías y contra las organizaciones que se apropian indebidamente de títulos que no les pertenecen; pero, tomada esta precaución, nada impide emplear las palabras guardando su sentido normal y legítimo; y además, si fuera de otra manera, quedarían muy pocos términos de los que servirse.


Por otra parte, cuando el autor declara que “no hay otra forma de Sufismo distinta a la islámica”, nos parece que hay ahí un equívoco: si pretende hablar propiamente de “Sufismo”, la cosa es evidente, pero, si quiere decir Taçawwuf en el sentido árabe de la palabra, hay que comprender ahí las formas iniciáticas que existen en todas las doctrinas tradicionales, y no solamente en la doctrina islámica. Por lo tanto, esta afirmación, incluso con tal generalidad, es cierta en un sentido: toda forma iniciática regular, en efecto, implica esencialmente en primer lugar, la consciencia de la Unidad principial, y, en segundo lugar, el reconocimiento de la identidad fundamental de todas las tradiciones derivadas de una fuente única, y, por consiguiente, de la inspiración de todos los Libros sagrados; ahora bien, ahí está, en el fondo, el estricto equivalente de los dos artículos de la shahâdah.


Se puede pues decir que todo mutaçawwuf, a cualquier forma que se vincule, es realmente “muslim”, al menos de modo implícito, basta para ello entender la palabra”Islam” en toda la universalidad que comporta; y nadie puede decir que eso sea una extensión ilegítima de su significación, pues entonces devendría incomprensible que el Corán mismo aplique esta palabra a las formas tradicionales anteriores a la que se denomina más especialmente islámica: en suma, tal es, en su sentido primero, uno de los nombres de la Tradición ortodoxa bajo todas sus formas, todas ellas procedentes parecidamente de la inspiración profética, y las diferencias no debiéndose más que a la adaptación necesaria las circunstancias de tiempo y de lugar.


Esta adaptación, por lo demás, no afecta realmente más que a la vertiente exterior, que podemos denominar la shariyah o lo que constituye su equivalente); pero el lado interior, o la haqîqah, es independiente de las contingencias históricas y no puede estar sometida a tales cambios; también por ello, bajo la multiplicidad de formas, la unidad esencial subsiste efectivamente.


Desgraciadamente, en la obra de que tratamos, no aparece por ninguna parte una noción lo suficientemente clara de las relaciones de la shariyah y de la haqîqah, o, si se quiere, del exoterismo y del esoterismo, y, cuando vemos, en ciertos capítulos, puntos de doctrina y de práctica pertenecientes al Islamismo más exotérico presentados como perteneciendo propiamente al “Sufismo”, no podemos dejar de temer que haya en el pensamiento del autor alguna confusión entre los dos dominios que deben siempre permanecer perfectamente distintos, como lo hemos explicado frecuentemente; el exoterismo de cierta forma tradicional es, para los adherentes a esta, el soporte indispensable del esoterismo, y la negación de tal lazo entre uno y otro sólo aparece en algunas escuelas más o menos heterodoxas, pero la existencia de esta relación, no impide a los dos dominios el ser radicalmente diferentes: religión y legislación de una parte, iniciación de la otra, no proceden con los mismos medios y no enfocan el mismo fin,


En cuanto al origen del “Sufismo”, en el sentido habitual de la palabra, estamos enteramente de acuerdo con el autor para pensar que es propiamente islámico y procede directamente de la enseñanza misma del Profeta, a quien remonta en definitiva toda silsilah auténtica. Es decir, que cualquiera que se adhiere realmente a la tradición no podría aceptar los puntos de vista de los historiadores profanos, que pretenden relacionar ese origen con una influencia extranjera, sea neoplatónica, sea persa e india; ahí hay un punto que hemos tratado suficientemente en diversas ocasiones como como para deber insistir ahora (3).


Incluso si ciertas turuq han realmente “tomado en préstamo” y más valdría decir “adaptado”, algunos detalles de sus métodos particulares (aunque las similitudes podrían también explicarse por la posesión de los mismos conocimientos, especialmente en lo que concierne a la “ciencia del ritmo” en sus diferentes ramas), ello sólo tiene una importancia muy secundaria, el Sufismo mismo es árabe antes que nada, y su forma de expresión, en todo lo que tiene de verdaderamente esencial, está estrechamente ligada a la constitución de la lengua árabe, como la de la Qabbalah judía lo está a la constitución de la lengua hebrea; es árabe como el Corán mismo, en el cual tiene sus principios directos, como la Qabbalah tiene los suyos en la Thorah; pero aún hace falta, para encontrarlos ahí, qu el Corán sea comprendido e interpretado según los haqâïq, y no simplemente según los pocedimientos linguísticos, lógicos y teológicos de los “ulamâ az-zâhir” (literalmete, “los sabios del exterior”, o “doctores de la shariyah”, cuya competencia sólo se extiende al dominio exotérico).


Poco importa, por lo demás, a este respecto, que la palabra “sufí” misma y sus derivados (taçawwuf, mutaçawwuf) hayan existido en la lengua desde el principio, o que sólo hayan aparecido en una época más o menos tardía, lo que es todavía un gran tema de discusión entre los historiadores, la cosa muy bien puede haber existido antes que l palabra, bajo otra designación, sea incluso sin que se haya sentido por entonces la necesidad de darle una (4).


Por lo que concierne a la proveniencia de esa palabra, la cuestión es quizá insoluble, al menos desde el punto de vista empleado habitualmente: diríamos de buena gana que hay demasiadas etimologías supuestas y ni más ni menos plausibles unas que otras, para escoger verdadaderamente una, el autor enumera cierto numero de ellas, y hay aún otras más o menos conocidas. Por nuestra parte, vemos ahí sobre todo una denominación puramente simbólica, una especie de “cifra” si se quiere, que, como tal, no necesita tener ninguna derivación etimológica propiamente hablando, se encontrarían además en otras tradiciones casos comparables (en la medida, entiéndase bien, que lo permite la constitución de las lenguas de que se sirven), y, sin buscar más lejos, el término de “Rosa-Cruz” es un ejemplo de ello bastante característico; eso es lo que ciertas iniciaciones denominan “palabras cubiertas”.


En cuanto a las sedicentes etimologías, no son en realidad sino similitudes lingüísticas que corresponden además a relaciones entre ciertas ideas que vienen así a agruparse más o menos accesoriamente alrededor de la palabra de que se trata, los que tienen conocimiento de lo que hemos dicho en otra parte de la existencia muy generalizada de cierto simbolismo fonético no podrían sorprenderse de ello.. Pero aquí, dado el carácter de la lengua árabe (carácter que por lo demás le es común con la hebrea), el sentido primero y fundamental debe estar basado sobre los números, y, de hecho, lo que hay de particularmente notable, es que la palabra “Sufí” tiene el mismo número que Al-Hikmah al-ilahiyah, es decir, “la Sabiduría divina” (5).


El “Sufí” verdadero es por tanto aquel que posee esta Sabiduría, o, en otros términos, él es al-ârif bi´Llah, es decir, “aquel que conoce por Dios”, pues El no puede ser conocido más que por El mismo; y cualquiera que no ha alcanzado este grado supremo no puede decirse realmente “Sufí”, sino solamente “mutaçawwuf” (6)


Estas últimas consideraciones dan la mejor definición posible de at-taçawwuf, mientras sea permitido hablar aquí de definición (pues no puede haberla propiamente sino para lo que es limitado por su naturaleza misma, lo que no es el caso), para completarla, habría que repetir todo lo que hemos dicho anteriormente sobre la iniciación y sus condiciones, y no podemos hacer nada mejor que remitir allá a nuestros lectores.


Las fórmulas que se encuentran en los tratados más conocidos, y de las que algunas son citadas en la obra a la cual nos referimos, no pueden ser verdaderamente consideradas como definiciones, incluso con la reserva que acabamos de expresar, pues no alcanzan directamente a lo esencial, son solamente “aproximaciones”, si así puede decirse, destinadas ante todo a proporcionar un punto de partida a la reflexión y a la meditación, sea indicando sus medios y no dejando entrever el fin de una manera más o menos velada, sea describiendo los signos exteriores de los estados interiores alcanzados en tal o cual grado de la realización iniciática. Se encuentra además gran número de enumeraciones o de clasificaciones de esos grados y de esos estados, pero que todas deben tomarse como no teniendo en suma sino un valor relativo, pues, de hecho, puede haber una multitud indefinida; no se consideran forzosamente más que los estados principales “típicos” en cierto modo, y que además pueden diferir según los puntos de vista en que uno se coloque.


Por añadidura, no hay que olvidar que hay, sobre todo para las fases iniciales, una diversidad que resulta de la propia de las naturalezas individuales, de forma que no podría haber dos casos que sean rigurosamente semejantes (7); y por ello se dice que “las vías hacia Dios son tan numerosas como las almas de los hombres” (at-turuqu ila’ Llahi ka-nufûsi beni Adam) (8). Estas diferencias se borran solamente con la “individualidad” (al-innyah, de “ana”, “yo”, es decir, cuando se alcanzan los estado superiores, y cuando los atributos (çifât) de “al-abd” o de la criatura (que no son propiamente más que limitaciones) desaparecen (al-fanâh o “la extinción”) para no dejar subsistir más que los de Allah (“al-baqâ” o “la permanencia”), siendo el ser idéntico a estos en su “personalidad” o su “esencia” (“ad-dhât”).


Para desarrollar esto más completamente, convendría insistir muy particularmente sobre la distinción fundamental del “alma” (“an-nâfs”) y del “espíritu” (ar-rûh), que, cosa extraña, el autor del libro en cuestión parece ignorara casi enteramente, lo que aporta mucha vaguedad a algunas de sus exposiciones, sin esta distinción, es imposible comprender realmente la constitución del ser humano, y, por consiguiente los diferentes órdenes de posibilidades de los que es portador.


Sobre este último aspecto, debemos señalar también que el autor parece ilusionarse sobre lo que se puede esperar de la “psicología”; es cierto que considera esta distintamente a como lo hacen los psicólogos occidentales actuales, y como susceptible de extenderse mucho más lejos delo que ellos podrían suponer, en lo cual tiene toda la razón, pero, a pesar de eso, la psicología, según la etimología de su nombre, nunca será más que ilm an-nâfs, y, por definición misma, todo lo que es del dominio de ar-rûh, le escapará siempre.


Esta ilusión, en el fondo, procede de una tendencia demasiado extendida, y de la cual encontramos desgraciadamente en este libro otras huellas todavía, la tendencia, contra la cual nos hemos levantado tan frecuentemente, a querer establecer una especie de vinculación o de concordancia entre las doctrinas tradicionales y las concepciones modernas. No vemos para qué sirve el citar filósofos que, aunque empleen algunas expresiones aparentemente similares, no hablan de las mismas cosas en realidad, el testimonio de los “profanos” no podría valer en el dominio iniciático, y el verdadero “Conocimiento”, nada tiene que ganar con esas asimilaciones erróneas o superficiales (9).


No es menos cierto que, teniendo en cuenta algunas observaciones que hemos formulado, se obtendrá ciertamente interés y provecho leyendo este libro, y sobre todo los capítulos dedicados a las cuestiones más especiales de las que no podemos ni soñar en dar incluso la menor apreciación: quede bien entendido, por lo demás, que no se debe pedir a los libros, cualesquiera que sean, más de lo que pueden dar, incluso los de los mayores Maestros no harán jamás, por ellos mismos, que alguien que no es “mutaçawwuf” se convierta en tal, no podrían suplir ni las “calificaciones” naturales ni a la vinculación a una silsilah regular, y, si pueden sin duda provocar un desarrollo de ciertas posibilidades en aquel que está preparado, ello no es, por así decir, más que a título de “ocasión”, pues la verdadera causa está siempre en otra parte, en el “mundo del espíritu”, y no debe ovidarse que, en definitiva, todo depende enteramente del Principio, ante el cual todas las cosas son como si no existieran:




¡“La ilaha ill´Allahu wahdahu, lâ, sharîka lahu, lahu al mulku wa la-hu al-hamdu, wahuwa ala kulli skayin qadîr”!






Notas Bibliograficas


(1). Rider and Co, editores, Londres.






(2). Haremos a continuación, para no volver sobre ello, una crítica de detalle, pero que tiene sin embargo su importancia: la transcripción de las palabras árabes, en este libro, es muy defectuosa, y, sobre todo, las citas están casi siempre separads defectuosamente, lo que las torna difícilmente inteligibles; es de desear que este defecto sea cuidadosamente corregido en una edición ulterior.






(3). El autor destaca con acierto, a este respecto, que algunos de los Sufíes más eminentes, como Mohyiddin Ibn Arabi, Omar ibn al-Fârid, y sin duda también Dhûn-Nûn Al-Miçri, nunca tuvieron el menor contacto con Persia ni con la India.






(4). En todo caso, a pesar de lo que algunos hayan dicho, no podría haber equivalencia entre zuhd o “ascetismo” y “taçawwuf”, no pudiendo el primero ser nunca nada más que un simple medio y que por otro lado no es siempre empleado para fines de orden iniciático.






(5). El número total dado por la adición de los valores numéricos de las letras es, para uno y para otro, 186.






(6). La extensión abusiva dada corrientemente a la palabra “Sufí” es por completo comparable al caso del término “Yogui”, que, también él, no designa propiamente más que a aquel que ha llegado a la ”Unión”, pero que se acostumbra a aplicar igualmente a los que aún están en un estadio preliminar cualquiera.






(7). En el islamismo esotérico mismo, la imposibilidad de coexistencia de dos seres o de dos cosas semejantes en todos los aspectos es frecuentemente invocada como prueba de la omnipotencia divina. Esta, efectivamente, es la expresión en términos teológicos de la infinidad de la Posibilidad universal.






(8). Estas vías particulares se totalizan en la universalidad “adámica”, lo mismo que las almas humanas eran, en virtualidad, todas presentes en Adán desde el origen de este mundo






(9). Lo que es bastante curioso, es que el autor parece poner a la “psicología” por encima de la “metafísica”. No parece darse cuenta de que todo lo que los filósofos designan por este último nombre, nada tiene en común con la verdadera metafísica, en el sentido etimológico de la palabra, y que esta no es otra cosa que “at-taçawwuf” mismo.










(Publicado en “Le Voile d´Isis”, agosto-septiembre de 1934 y retomado en la desaparecida “Etudes Traditionnellles”, nº 494, París, octubre-diciembre de 1986. No retomado en ninguna compilación póstuma).

RENÉ GUÉNON (ABD AL WAHID YAHIA): EL SUFISMO

miércoles, 14 de julio de 2010

Del Árbol de la Montaña. Friedrich Nietzsche.


El ojo de Zaratustra había visto que un joven lo evitaba. Y cuando una tarde caminaba solo por los montes que rodean la ciudad llamada «La Vaca Multicolor»: he aquí que encontró en su camino a aquel joven, sentado junto a un árbol en el que se apoyaba y mirando al valle con mirada cansada. Zaratustra agarró el árbol junto al cual estaba sentado el joven y dijo:
Si yo quisiera sacudir este árbol con mis manos, no podría. Pero el viento, que nosotros no vemos, lo maltrata y lo dobla hacia donde quiere. Manos invisibles son las que peor nos doblan y maltratan.


Entonces el joven se levantó consternado y dijo: «Oigo a Zaratustra, y en él estaba precisamente pensando.» Zaratustra replicó:
«¿Y por eso te has asustado? - Al hombre le ocurre lo mismo que al árbol.
Cuanto más quiere elevarse hacia la altura y hacia la luz, tanto más fuertemente tienden sus raíces hacia la tierra, hacia abajo, hacia lo oscuro, lo profundo, - hacia el mal.»
«¡Sí, hacia el mal!, exclamó el joven. ¿Cómo es posible que tú hayas descubierto mi alma?»
Zaratustra sonrió y dijo: «A ciertas almas no se las descubrirá nunca a no ser que antes se las invente».
«¡Sí, hacia el mall, volvió a exclamar el joven.


Tú has dicho la verdad, Zaratustra. Desde que quiero elevarme hacia la altura ya no tengo confianza en mí mismo, y ya nadie tiene confianza en mí, - ¿cómo ocurrió esto?
Me transformo demasiado rápidamente: mi hoy refuta a mi ayer. A menudo salto los escalones cuando subo, - esto no me lo perdona ningún escalón.
Cuando estoy arriba, siempre me encuentro solo. Nadie habla conmigo, el frío de la soledad me hace estremecer. ¿Qué es lo que quiero yo en la altura?
Mi desprecio y mi anhelo crecen juntos; cuanto más alto subo, tanto más desprecio al que sube. ¿Qué es lo que quiere éste en la altura?
¡Cómo me avergüenzo de mi subir y tropezar! ¡Cómo me burlo de mi violento jadear! ¡Cómo odio al que vuela! ¡Qué cansado estoy en la altura!»
Aquí el joven calló. Y Zaratustra miró detenidamente el árbol junto al que se hallaban y dijo:
«Este árbol se encuentra solitario aquí en la montaña; ha crecido muy por encima del hombre y del animal.
Y si quisiera hablar, no tendría a nadie que lo comprendiese: tan alto ha crecido.


Ahora él aguarda y aguarda, - ¿a qué aguarda, pues? Habita demasiado cerca del asiento de las nubes: ¿acaso aguarda el primer rayo?».

Cuando Zaratustra hubo dicho esto el joven exclamó con ademanes violentos: «Sí, Zaratustra, tú dices verdad. Cuando yo quería ascender a la altura, anhelaba mi caída, ¡y tú eres el rayo que yo aguardaba! Mira, ¿qué soy yo desde que tú nos has aparecido? ¡La envidia de ti es lo que me ha destruido!» - Así dijo el joven, y lloró amargamente.

Mas Zaratustra lo rodeó con su brazo y se lo llevó consigo. Y cuando habían caminado un rato juntos, Zaratustra comenzó a hablar así:
Mi corazón está desgarrado. Aún mejor que tus palabras es tu ojo el que me dice todo el peligro que corres.

Todavía no eres libre, todavía buscas la libertad. Tu búsqueda te ha vuelto insomne y te ha desvelado demasiado. Quieres subir a la altura libre, tu alma tiene sed de estrellas. Pero también tus malos instintos tienen sed de libertad.


Tus perros salvajes quieren libertad; ladran de placer en su cueva cuando tu espíritu se propone abrir todas las prisiones.
Para mí eres todavía un prisionero que se imagina la libertad: ay, el alma de tales prisioneros se torna inteligente, pero también astuta y mala.

El liberado del espíritu tiene que purificarse todavía. Muchos restos de cárcel y de moho quedan aún en él: su ojo tiene que volverse todavía puro.
Sí, yo conozco tu peligro. Mas por mi amor y mi esperanza te conjuro: ¡no arrojes de ti tu amor y tu esperanza!

Todavía te sientes noble, y noble te sienten todavía también los otros, que te detestan y te lanzan miradas malvadas. Sabe que un noble les es a todos un obstáculo en su camino.


También a los buenos un noble les es un obstáculo en su camino: y aunque lo llamen bueno, con ello lo que quieren es apartarlo a un lado.
El noble quiere crear cosas nuevas y una nueva virtud. El bueno quiere las cosas viejas, y que se conserven.
Pero el peligro del noble no es volverse bueno, sino insolente, burlón, destructor.


Ay, yo he conocido nobles que perdieron su más alta esperanza. Y desde entonces calumniaron todas las esperanzas elevadas.
Desde entonces han vivido insolentemente en medio de breves placeres, y apenas se trazaron metas de más de un día.

“El espíritu es también voluptuosidad” - así dijeron. Y entonces se le quebraron las alas a su espíritu: éste se arrastra ahora de un sitio para otro y mancha todo lo que roe.


En otro tiempo pensaron convertirse en héroes: ahora son libertinos. Pesadumbre y horror es para ellos el héroe.
Mas por mi amor y mi esperanza te conjuro: ¡no arrojes al héroe que hay en tu alma! ¡Conserva santa tu más alta esperanza!.
Así habló Zaratustra.
 
 

Masones Famosos del Mundo.


A
Aldrin, Edwin - Astronauta (Módulo Lunar Apolo XV)
Allende, Salvador - Presidente de Chile
Amstrong, Louis - Compositor de jazz
Arne, Thomas - Compositor, Himno lnglés

B
Bach, J.C. - Compositor
Baden Powel - Fundador de los Boy Scout
Bartholi, Fredeik A. - Arquitecto (Estatua de la Libertad N.Y.)
Beethoven, Ludvig van - Compositor
Belgrano, Manuel - Héroe nacional de Argentina
Blasco lbañez, vicente - Escritor
Bolivar, Simón - Libertador de Colombia, Venezuela, Ecuador,
Perú y Bolivia
Bonaparte, Napoleon - Militar, Emperador de Francia
Borgnine, Ernest - Actor de cine
Buckhanan, james - Presidente de USA
Byrd, richard - Militar (1° en sobrevolar los dos Polos)


C
Cartwright, Alexander - Creador del juego de Baseball
Citroen, andre - Industrial, fundador de Citroen
Chalgrin, jean Fracois - Arquitecto (arco del Triunfo, París)
Champollion, J.F. - Descifrador de la escritura geroglífica
Chrysler, Walter - Industrial fundador de Chrysler
Clark, Arthur C. - Escritor (La Odisea del Espacio)
Cody, Buffalo Bill - Explorador del Oeste Americano
Cole, Nat King- Cantante
Colt, Sammuel - Creador del revólver Colt
Conan Doyle, Sir Arthur - Escritor
Cooper, Leroy G. - Astronauta, recordman de vuelo
Crockett, David - I-leroe del oeste americano


D
Darío, Rúben - Poeta
De la Cierva, Juan - Científico inventor del autogiro
De Lysle, Rougent -- Compositor de la Marsellesa
Dempsey, William jack - Boxeador, 7 años campeon del mundo
Desaguliers, John T. - Inventor del Planetario
Disney, Walt - Cineasta
Dunant, Henri - fundador de la Cruz Roja
Dumas, alejandro - escritor, dramaturgo y periodista
Faber, Eberhard - Creador de la Cia. De lápices y colores
Faber Fairbanks, Douglas - Actor de Cine
Ferran i Clua, Jaume - Bacteriólogo (vacunas contra cólera, tifus e hidrofibia)
Fermi, Enrico - Nóbel de Física


F
Fleming, Alexander - Científico, Nóbel de medicina (penicilina)
Ford, Gerald R. - Presidente de USA
Ford, Henry - Industrial,Fundador de la Ford
Franklin, Benjamin - Físico, Político, Presidente de USA
Freud, Sigmund - Psiquiatra introductor de psicoanálisis
Fulton, Robert- Científico


G
Garble, Clark- Actor de Cine
Garibaldi, Giuseppe - Unificador de Italia
Garffeld, James A. - Presidente de USA
Gillette, King - Creador de la hoja de afeitar
Glenn, John - Astronauta (1° orbita terrestre)
Grisson, Virgil - Astronauta (Primera maniobra especial, apolo X)
Goethe, Johann W. - Pensador y literate
Gómez de la Serna, Ramon - Escritor
Guenon, Rene- filósofo


H

Handy, William C. - compositor (padre del Blues)
Harris, Paul P. - Co-Fundador del rotary Club
Haydn, f. Joseph - Compositor
Hernández, José - Poeta, autor de Martin fierro
Hilton, Charles C. - fundador de la Cadena Hilton
Hoe, richard H. - Inventor de la rotativa, impresión moderna de periódicos
Houdini, Harry- Mago


J

Johnson, Lindon B. - Presidente de USA
Johnson, richard M. - Presidente de USA
Jones, Melvin - co-fundador de los Lions club International
Juares, Benito - Primer presidente de Mexico.


L
Laplace, Pierre-Simon - Matemático, astrónomo, físico y filósofo
Lindbergh, Charles - Piloto (1° vuelo transatlántico)
Lipton, thomas - empresario fundador de la Cia. De té Lipton
Listz, Franz- compositor
Long, Crawford W. - Médico (Primero en usar eter como anestesia)
Lorenzini, Carlo - creador de Pinocho
Lugones, Leopoldo - escritor argentino
Luther King, Martin - Antisegregacionista


M
Macarthur, Douglas - Militar norteamericano
Machado, antonio - Poeta y escritor
Madison, James - Presidente de USA
Mann, Thomas - Escritor
Martí, José - Libertador de Cuba
Mayer, Louis B. - Co-fundador de la Metro Goldwing Mayer
McKinley, william - Presidente de USA
Mesmer, Franz Anton - Médico y científico
Michelson, Albert A. - Nóbel de Física (descubridor de la velocidad de la Luz)
Mix, Tom - Histórico del cine mudo
Monroe, James - Presidente de USA
Montesquieu, ch. De S. - Filósofo y Jurista francés
Montgolfier, J. Michel y jaques E. - lnventores del globo aerostático
Moreno, Mario "Cantinflas" - actor de cine
Morigi, mario - Químico (inventor del D.D.T.)
Mozart, Wolfgang A. - compositor
Murphy, Audi - Soldado, 28 medallas, héroe de la II G. Mundial


O
O'Higgins, Bernardo - libertador de Chile
Olds, Ranson - Industrial, fundador de Oldsmobil
Orlando, Louis - constructor del primer barco a vapor


P
Paganini, Niccolo - violinista y compositor
Peary, Robert - Explorador (1° en el Polo Norte)
Peral, lsaac - Inventor del Submarino
Polk, James K - Presidente de USA
Puccini, Nicolas - compositor


R
Rabindanath Tagore - escritor y poeta bengalí, Nóbel de Literatura
Ramon y Cajel, Santiago - nóbel de medicina
Robinson, Sugar Ray - boxeador pentacampeón del Mundo
Roosevelt, Franklin D. - Presidente de USA
Roosevelt, Theodor - presidente de USA


S
San,Martín, Jose de - Libertador de Argentina, héroe de Chile y Perú
Sarmiento, Domingo Faustino - Presidente de Argentina
Sax, Adolphe - Inventor del saxo
Schiele, silvester - Cofundador del Rotary Club
Schweitzer, Albert - Médico fundador Hospitales en Africa, Nóbel de la Paz
Scott, Walter Sir - Poeta y novelista
Scoot F., Robert - Explorador (1° en el Polo sur)
Sellers, Peter - actor de cine
Shorey, Hiram E. - Cofundador del rotary Club
Smith, Joseph - fundador Iglesia de Jesucristo de los Nuevos Días "'mormones"
Sucre, antonio Jose de - Libertador y Presidente de Perú
Swift, Jonathan - escritor, Poeta (Dean de San Patricio-Dublín)


T
Taft, William H. - Presidente de USA
Tolstoy, Leon - :Escritor
Truman, Harry S. - Presidente de USA
Twain, Marc - Escritor


V

Valletta, Vittorio - Director Gral. de FIAT
Voltaire - Escritor y filósofo


W

Wallace, Henry A. - Vicepresidente de USA
Washington, George - Primer Presidente de USA
Wayne, John - actor de cine
Wilde, Oscar- Poeta y dramaturgo
Wilson, Charles Edward - Presidente de la General Electric Co.


Z
Zamenhof, Lejzer Ludvig - creador del Esperanto

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