Bienvenida

‘Dijo Elokim: Haya luz y hubo luz.’ Génesis 1:3

Que la gran luz del entendimiento ilumine nuestros cerebros y purifique nuestros corazones , a fin de que en un ambiente de intelectualidad y de perfecta fraternidad , nos entreguemos a buscar los senderos de nuestra propia superación. Eusebio Baños Gómez

Página del día

LA LUZ PRESTADA - El Espía de DIOS

Menú

Mostrando entradas con la etiqueta Alma. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Alma. Mostrar todas las entradas

jueves, 26 de septiembre de 2013

LA KÁBALA y EL ZOHAR.

¿Porqué estudiarla?.

Al estudiar los textos cabalísticos, una persona común aprende cosas que anteriormente le estaban veladas. Sólo tras adquirir el sexto sentido mediante este estudio, podrá ver y sentir lo que previamente no estaba revelado.

Los Cabalistas no transmiten el conocimiento de la estructura del mundo superior o espiritual sin un motivo válido.

Existe un fenómeno de máxima importancia en sus escritos: Todos tenemos la posibilidad interna de desarrollar este sexto sentido.

Puede suceder que, al acercarse a las materias cabalísticas, uno al principio no comprenda lo que está leyendo.

Para entenderlas correctamente, hay que invocar la llamada "luz circundante", la luz correctora, que muy gradualmente nos mostrará nuestra realidad espiritual.

Los términos "corregir" y "corrección" se utilizan en la Cábala para describir un cambio en el deseo de recibir, esto es, de recibir las cualidades del mundo espiritual y del Creador.

Todos poseemos este sexto sentido, el sentido espiritual aún dormido, conocido como "el punto del corazón".

La luz que eventualmente habrá de llenarlo, este sexto sentido a desarrollar, se encuentra enfrente.
El sexto sentido es también llamado "vasija espiritual" (kli), y sigue existiendo aún sin realidad material. La vasija espiritual de una persona común no se encuentra todavía lo suficientemente desarrollada como para percibir el mundo espiritual.

Si uno estudia adecuadamente los escritos originales de la Cábala, esta luz ilumina el punto del corazón y comienza a desarrollarlo. El punto se agranda, expandiéndose hasta permitir la entrada de la luz circundante. La entrada de la luz en el punto del corazón provoca en uno la percepción espiritual.

Este punto es el alma de la persona.

Nada es posible sin la ayuda de arriba, sin el descenso de la luz circundante que nos ilumine gradualmente el camino. Aunque no reconozcamos dicha luz, existe una conexión directa entre el punto del corazón y la luz que ha de llenarlo, según el plan de arriba.

Estudiar libros de Cábala le permite a uno conectarse con la fuente de la luz, sintiendo poco a poco un deseo de espiritualidad.

Este proceso se conoce como "segula" (remedio).

Rabí Yehuda Ashlag escribió en la Introducción al estudio de las Diez Sefirot:
"En efecto, ¿por qué los Cabalistas ordenaron a todos estudiar Cábala?.

Es grandioso y meritorio divulgar la incomparablemente maravillosa cualidad del estudio de la sabiduría de la Cábala; aunque no entiendan lo que están estudiando, el tremendo deseo de entender despertará las luces que rodean su alma.

Esto significa que todos tienen garantizada la posibilidad de acceder eventualmente a los maravillosos logros que Dios previó para nosotros al planificar la Creación. Quienes no lo logren en esta encarnación, lo harán en otra, hasta que se cumpla la intención del Creador."

Aunque uno no logre esta realización, las luces le están destinadas; las luces circundantes permanecen esperando que prepare su vasija para recibirlas.

Y así cuando alguien, aunque carezca de las vasijas, se compromete con esta sabiduría, invocando los nombres de las luces y las vasijas que le pertenecen y lo esperan, éstas brillarán hasta cierto grado sobre él.

Pero sólo penetrarán en su alma interior cuando sus vasijas estén listas para aceptarlas. La Cábala es el único medio de crear la vasija para recibir la luz del Creador.

La luz que uno recibe cuando se entrega a la sabiduría atrae un encanto celestial, confiriéndole una abundancia de santidad y pureza que lo acerca a la realización.

La Cábala es especial pues permite saborear la espiritualidad ya durante su estudio, haciendo que uno la prefiera al materialismo.

De este modo, uno va depurando su voluntad en la medida de la propia espiritualidad, alejándose de las cosas que antes le atraían, como un adulto que abandona los juegos infantiles.

¿Por qué necesitamos la Cábala? Porque la Cábala nos ha sido entregada como un trampolín para el cambio.

Nos ha sido dada para que podamos conocer al Creador. Estas son las únicas razones por las cuales nos ha sido concedida.

Quien estudie Cábala para auto modificarse y para conocer al Creador, alcanzará el estadio en que comenzará a ver que puede mejorar sin sufrimiento.

POR EL DESPERTAR DE LAS CONCIENCIAS EN LA BÚSQUEDA DE LA VERDAD Y LA LUZ
DE LA CREACIÓN HACIA EL SENDERO DEL SEÑOR Y CREADOR DE EL PARAÍSO DE LA LUZ EN CADA ARCANO QUE TIENE TODO SER HUMANO, SIN EGOÍSMOS Y POSESIONES INTELECTUALES…

ALQUIMIA CABALISTICA

El estudio de la Kábala hebraica, ha tenido desde la antigüedad una relación directa con la Alquimia, aunque sus conexiones no han sido muy divulgadas, en especial desde la instauración de la Inquisición por los Reyes Católicos, ante el lógico temor de los practicantes de este Arte de ser acusados de judaizantes al publicar sus escritos.

Alquimistas como Nicolás Flamel, tan claros y explícitos al tratar de temas relativos a los judíos hay pocos, cabe tener en cuenta su avanzada edad al terminar sus libros (era octogenario en una época en que la edad media de vida no llegaba a los 40 a os), en el libro de las figuras jeroglíficas reconoce que estos fueron expoliados y que perdieron muchas de sus propiedades mas valiosas, entre ellas el famoso libro de Abraham el Judío, cuyo destino se ignoraba hasta hace pocas fechas.

La tradición ocultista confirma que la Kábala ó KABBALAH fue recibida por Moisés en el Monte Sinaí al recibir las Tablas de la Ley de manos de Dios. Luego fue transmitida a Esdrás.
Los estudiosos de la Kábala son semitas en occidente, (Kábala occidental), y asiáticos (Kábala oriental).
La Kábala está en relación con el antiguo testamento, que los judíos denominan TORAH o Ley.

Por otro lado desde los siglos XII al XVII se utilizó como una experiencia espiritual en la teosofía judía, a la que denominaban Kábala Magna, en ella se recogen dos escalas de perfección: Del hombre hacia Dios, y del hombre hacia las plantas y piedras.
La Kábala tiene una lectura oculta o misteriosa de la Torah, de la que está prohibido variar hasta una coma para que no se pierda su significado oculto.
Todos sus textos están escritos en hebreo y arameo.

La TORAH consta de una parte escrita, que se denomina TORAH visible, y de una tradición oral, que se denomina TORAH invisible.

Sin un buen conocimiento de ambas no hay comprensión de la Kábala.

La manera cristiana de entender la Kábala es considerarla como una palestra entre Dios y el hombre, considerada como la esencia del texto bíblico, existen misterios a los que no puede acceder el hombre.
La manera secreta de entender la Kábala es accesible al que conoce la TORAH, lo que exige conocer y amar a Dios, sin lo cual no será revelada. No se debe confundir con el misticismo.
Consiste en la búsqueda de misterios y revelaciones sobre la vida oculta, incognoscible y abismal de Dios para conocerle íntimamente.

El cabalista logra su finalidad al entrar en el orden perdido que existió antes de que el hombre fuese carnal, y solo se puede aprender por un Maestro, o por revelación directa de Dios.

Los cabalistas, al igual que los alquimistas usan el lenguaje de los símbolos, para guardar el secreto y conservar la tradición. Suelen ser también hermetistas, la correlación con la Alquimia está en la unión de lo CELESTE y lo TERRESTRE, de Dios y el hombre.

Los libros mas importantes de la Kábala son el Sepher Yetzipah, o libro de la creación, el Sepher Abahir y el Sepher Zohar.

La Alquimia, para los que tienen formación cabalistica, entronca directamente con la Kábala, el principal secreto, el conocimiento de las materias y las proporciones de la Amalgama, se puede deducir directamente a partir del nombre de Dios IEWE
(Yod-he-vau-he en hebreo).
Para quien no tenga conocimientos cabalísticos se explican algunas particularidades del alfabeto.

Iod. Es la décima letra del alfabeto sagrado cabalístico, representa por tanto a la cifra 10, y a las letras I, Y y J de nuestro alfabeto.

Indica principio masculino, fecundidad viril, es la vara de Hermes escondida bajo el signo de la fortuna, y en el TAROT se representa por la Rueda de la Fortuna, signo alquímico de la materia solar, que aporta el "Cuerpo" a la Gran Obra.

He. Es la quinta letra del alfabeto sagrado cabalístico, corresponde al n 5, equivale a las letras E y H. Su figura es un pentagrama. Esconde el secreto del mercurio alquímico y del "Alma" de la Obra.

Vau. Es la sexta letra del alfabeto sagrado cabalístico, equivale a las letras F, V y U, representa el numero 6.
Está relacionado con la belleza, el planeta VENUS, su símbolo es el hexagrama, sello de Salomón.
Contiene los 4 elementos.
Esconde el secreto del "Espíritu" de la Obra.

EL ÁRBOL DE LA VIDA
UN UNIVERSO QUE ESTA EN CADA UNO DE NOSOTROS…
CONOCETE A TI MISMO…

HISTORIA

El primer Cabalista que conocemos fue el patriarca Abraham.

El percibió las maravillas de la existencia humana, planteó preguntas acerca del Creador, y los mundos superiores le fueron revelados. Transmitió a las generaciones siguientes el conocimiento adquirido y el método usado para adquirirlo.

La Cábala se transmitió oralmente durante muchos siglos.
Cada Cabalista agregó su experiencia única y su personalidad a este cuerpo de conocimiento acumulado, en los términos de las almas de su generación.

La Cábala se siguió desarrollando después que la Biblia (los 5 libros de Moisés) fue escrita. En el período comprendido entre el Primer Templo y el Segundo (586 a.C. - 515 a.C.), ya se la estudiaba en grupos.
Luego de la destrucción del Segundo Templo (70) y hasta nuestra generación, hubo tres períodos particularmente importantes en el desarrollo de la Cábala, en los que aparecen los más importantes escritos acerca de sus métodos de estudio.

El primer período tuvo lugar durante el siglo III, cuando el libro del Zohar fue escrito por Rabí Shimón Bar Yochai (150 - 230), el "Rashbi", un alumno de ¿???Rabí Akiva (40 - 160). Sólo Rabí Shimón Bar Yochai y otros cuatro sobrevivieron. Tras la matanza de 24.000 discípulos de Rabí Akiva, el Rashbi fue autorizado por Rabí Akiva y Rabí Yehuda Ben Baba a transmitir a las generaciones futuras la Cábala que le habían enseñado.

Tras la captura y encarcelamiento de Rabí Akiva, el Rashbi escapó con su hijo Eliezer.
Vivieron en una cueva durante 13 años.

Salió de la cueva con el Zohar, un método acabado para el estudio de la Cábala y el logro de la espiritualidad. Alcanzó los 125 niveles que un ser humano puede lograr durante su vida en este mundo.

El Zohar nos relata que él y su hijo alcanzaron el nivel denominado
"Eliahu el Profeta", lo cual significa que el propio profeta en persona vino a enseñarles.
El Zohar es uno, escrito en forma de parábolas y en arameo, un idioma que se hablaba en los tiempos bíblicos.

El Zohar nos dice que el arameo es el "reverso del hebreo", el lado oculto del hebreo. Rabí Shimón Bar Yochai no lo escribió él mismo, sino que transmitió la sabiduría y la forma de alcanzarla metódicamente dictando sus contenidos a Rabí Aba. Aba redactó el Zohar de modo que sólo pudieran entenderlo quienes fueran dignos de ello.

El Zohar explica que el desarrollo humano se divide en 6.000 años, durante cuyo transcurso las almas transitan un proceso de desarrollo continuo en cada generación.

Al final del proceso, todas las almas alcanzan la posición de "fin de la corrección", esto es, el nivel más elevado de espiritualidad y completitud.
Rabí Shimon bar Yochai fue uno de los más grandes de su generación. Escribió e interpretó muchos temas Cabalísticos que fueron publicados y son conocidos hasta el día de hoy.

El libro del Zohar, por su parte, desapareció después de ser escrito.
Cuenta la leyenda que los escritos del Zohar permanecieron ocultos en una cueva cerca de Safed en Israel.

Fueron encontrados varios siglos después por residentes árabes de la zona. Un día, un Cabalista de Safed compró pescado en el mercado, descubriendo con sorpresa el valor inconmensurable del papel en el que estaba envuelto.
Inmediatamente se dedicó a comprar a los árabes el resto de las piezas , reuniéndolas en un libro.

Esto sucedió porque está en la naturaleza de las cosas ocultas el que sean descubiertas en el momento oportuno, cuando las almas adecuadas reencarnan e ingresan a nuestro mundo.
De este modo es revelado el Zohar a lo largo del tiempo.
Pequeños grupos de Cabalistas estudiaron estos escritos en secreto. Rabí Moshé de León publicó este libro por primera vez en el siglo XIII en España.

El segundo período es muy importante para la Cábala de nuestra generación.
Es el período del Ari, Rabí Isaac Luria, autor de la transición entre los dos métodos de estudio de la Cábala.

En los escritos del Ari aparece por primera vez el lenguaje puro de la Cábala.
El Ari proclamó el comienzo de un período de estudio abierto y masivo de la Cábala.

El Ari nació en Jerusalem en 1534.Su padre murió siendo él pequeño y su madre lo llevó a Egipto, donde se crió en la casa de su tío.
Durante su vida en Egipto, se mantenía gracias al comercio, pero dedicaba la mayor parte de su tiempo al estudio de la Cábala.

Según la leyenda, pasó siete años aislado en la isla de Roda en el Nilo, estudiando el Zohar, los libros de los primeros Cabalistas y los escritos de otro miembro de su generación, el "Ramak", Rabí Moisés Cordovero.

En 1570 llegó a Safed en Israel. A pesar de su juventud, comenzó inmediatamente a enseñar Cábala.
Su grandeza fue pronto reconocida; todos los sabios de Safed, muy versados en la Toráh revelada y en la oculta, vinieron a estudiar con él, y se volvió famoso. Durante un año y medio, su discípulo Haim Vital volcó al papel las respuestas a muchas de las preguntas que surgían durante sus estudios.

Algunos de estos escritos son escritos del Ari, conocidos por nosotros como "Etz Hahayim" (El Arbol de la Vida), "Sha'ar Hakavanot" (El Portal de las Intenciones), "Sha'ar Hagilgulim" (El Portal de la Reencarnación) y otros. El Ari nos legó un sistema básico para estudiar la Cábala, que sigue vigente hasta el día de hoy.

El Ari murió siendo aún joven, en 1572. Acorde a su última voluntad, sus escritos fueron archivados, para no revelar su doctrina antes de tiempo.
Los grandes Cabalistas suministraron el método y lo enseñaron, pero sabían que su generación era todavía incapaz de apreciar el cambio.

Por ello prefirieron muchas veces esconder o aun quemar sus escritos. Sabemos que Baal Hasulam quemó y destruyó la mayor parte de sus escritos. Resulta significativo que el conocimiento fuera confiado al papel y luego destruido.

Lo que se revela en el mundo material afecta el futuro y será más fácilmente revelado una segunda vez.
Rabí Vital ordenó que ciertas secciones de los escritos del Ari fueran ocultas y enterradas con él. Una parte fue legada a su hijo Maharash Vital, quien la organizó como Las Ocho Puertas.
Mucho después, un grupo de estudiosos encabezados por el nieto de Rabí Vital rescataron de la tumba otra parte de los escritos.

Recién en tiempos del Ari se comenzó a estudiar el Zohar abiertamente en grupos.
A partir de allí, el estudio del Zohar prosperó durante doscientos años.

En el gran período de la Hassidut (1750 - fines del S. XIX) prácticamente todo gran rabino era un Cabalista. Aparecieron Cabalistas principalmente en Polonia, Rusia, Marruecos, Irak, Yemen y otros países. Luego, a comienzos del siglo XX, el interés por la Cábala decayó hasta casi desaparecer por completo.

El tercer período agrega un método adicional a las doctrinas del Ari, redactado en nuestra generación por Rabí Yehuda Ashlag, autor de la interpretación Sulam (escalera) del Zohar y de las enseñanzas del Ari.

Este método resulta particularmente apropiado para las almas de nuestra generación.
Rabí Yehuda Ashlag, conocido como "Baal Hasulam" por su versión Sulam del Zohar, nació en 1885 en Lodz, Polonia. Durante su juventud, absorbió un profundo conocimiento de la ley oral y escrita, siendo luego juez y maestro en Varsovia.

En 1921 emigró a Israel con su familia, ocupando el puesto de rabino de Givat Shaul, en Jerusalém.
Ya estaba inmerso en la redacción de su propia doctrina cuando comenzó a escribir el comentario al Zohar en 1943.

Baal Hasulam terminó de redactar su comentario al Zohar en 1953.
Murió al año siguiente, siendo enterrado en el cementerio de Givat Shaul en Jerusalém.

Le sucedió su hijo mayor, Rabí Baruch Shalom Ashlag, el "Rabash". Sus libros se estructuran según las instrucciones de su padre. Elaboran con elegancia los escritos paternos legados a nuestra generación, facilitando su comprensión.

El Rabash nació en Varsovia en 1907, emigrando a Israel con su padre. Sólo después de su casamiento le permitió éste integrar los selectos grupos de estudio de la sabiduría oculta -la Cábala. Rápidamente se le autorizó dar clase a los principiantes.

Luego de la muerte de su padre, se encargó de seguir enseñando el método especial que había aprendido. A pesar de sus grandes logros, insistió, como su padre, en mantener un modo de vida muy modesto.

A lo largo de su vida trabajó de zapatero remendón, de albañil y de empleado de oficina. Vivía en lo exterior como una persona común, pero dedicaba cada minuto libre al estudio y a la enseñanza de la Cábala.

El Rabash murió en 1991.

Rabí Yehuda Ashlag, el Baal Hasulam, es el líder espiritual adecuado para nuestra generación. Es el único de su generación que escribió un comentario completo y actualizado del Zohar y de los escritos del Ari.

Estos libros y los ensayos de su hijo, Rabí Baruch Ashlag, el Rabash,
son la única fuente a la que podemos acudir para asistirnos en todo progreso ulterior.

Al estudiar sus escritos, estamos estudiando en realidad el Zohar y los escritos del Ari a través de los comentarios más recientes (últimos cincuenta años).

Actúan como cinturón de seguridad para nuestra generación, pues nos permiten estudiar textos antiguos como si hubieran sido escritos ahora, usándolos como trampolín hacia la espiritualidad.

El método del Baal Hasulam sirve para todos. La sulam (escalera) que construyó en sus escritos asegura que ninguno de nosotros deba temer el estudio de la Cábala.

Todo aquél que estudie Cábala durante tres a cinco años accederá a las esferas espirituales, a la realidad total y a la "comprensión divina",
nombre de lo que está arriba (más allá) de nosotros y que aún no percibimos.
Estudiando según los libros de Rabí Yehuda Ashlag, alcanzaremos la auténtica corrección.

El método de estudio apunta a despertar en nosotros el deseo de comprender los mundos superiores.
Aumenta nuestro deseo de conocer nuestras raíces y de conectarnos con ellas. Entonces seremos capaces de mejorar y de auto realizarnos.

Los tres grandes Cabalistas son de una misma alma, que apareció en un tiempo como Rabí Shimón, en una segunda ocasión como el Ari y una tercera vez como Rabí Yehuda Ashlag.
Cada ocasión correspondió al momento oportuno de madurez y merecimiento de cada generación, descendiendo el alma para enseñar el método adecuado.

Las generaciones son cada vez más dignas de descubrir el Zohar.
Lo que fue escrito y oculto por Rabí Shimón Bar Yochai fue descubierto más tarde por la generación de Rabí Moshé de León y luego por la del Ari, quien comenzó a interpretarlo en términos de Cábala.

Estos escritos también fueron archivados y luego parcialmente redescubiertos a su debido tiempo, en tanto que nuestra generación tiene el privilegio de contar con la Sulam, que habilita a cualquiera a estudiar la Cábala y auto corregirse ya.
Vemos que el Zohar le habla a cada generación.
A medida que pasan las generaciones, es más revelado y mejor comprendido. Cada generación abre el libro del Zohar a su modo, según las raíces de su alma.

Significativamente, al mismo tiempo se intenta ocultar los escritos cabalísticos, para que los que sientan la necesidad los busquen y descubran por sí mismos.
Los Cabalistas saben evidentemente que el proceso de cambio requiere dos condiciones:
momento adecuado y madurez del alma.

Somos testigos de un suceso muy interesante, caracterizado por el surgimiento y la señalización de una nueva era en el estudio de la Cábala.

EN HONOR A LOS GRANDES SERES QUE LLEVAN EN LAS ESFERAS DE LA CONCIENCIA Y SUBCONSCIENTE HUMANO EL DESPERTAR A LA VIDA
Y AL AMOR AL ARQUITECTO DEL UNIVERSO…
QUE CADA ÁRBOL DE LA VIDA FLOREZCA EN LUZ VIDA Y AMOR…

CIENCIA y KÁBALA

Todo lo que sabemos acerca de nuestro mundo está basado en estudios humanos. Cada generación estudia nuestro mundo y transmite su conocimiento a la siguiente. De esta forma, cada generación comprende el marco en el que ha de moverse y su posición relativa respecto a las demás generaciones.
En cada era, la humanidad utiliza el mundo circundante.

Lo mismo ocurre en el plano espiritual. Cada generación de Cabalistas, desde Abraham en adelante, estudia y descubre los mundos espirituales.

Al igual que en la investigación científica, transmiten el conocimiento adquirido a las generaciones siguientes.

En este mundo poseemos un sentido general, llamado "deseo de recibir", con cinco receptores (los cinco sentidos).
Cuando alguien sufre una corrección, obtiene el sexto sentido, conocido como " sentido espiritual" , y funciona según estos cinco sentidos.

Los científicos también utilizan sólo sus cinco sentidos. Solemos considerar "objetivo" cualquier instrumento de precisión, de avanzada, técnico, mecánico u otro.

Sin embargo, en última instancia, lo que hay es un ser humano examinando, midiendo y evaluando los resultados de la investigación, con sus cinco sentidos. Obviamente, no puede suministrar una respuesta exacta
y objetiva a lo realizado por los sentidos.
En cambio la Cábala, fuente de toda sabiduría, sí puede hacerlo.

Al comenzar a estudiar la realidad, descubrimos que no podemos estudiar ni comprender lo que está más allá:
ello permanece desconocido y no revelado para nosotros.
Al no poder verla o tocarla o saborearla, nos preguntamos si realmente existe. Sólo los Cabalistas que alcanzan la luz abstracta superior más allá de nuestros sentidos, pueden comprender verdaderamente nuestra auténtica realidad.

Los Cabalistas nos informan que más allá de nuestros sentidos sólo existe la luz abstracta superior, carente de forma, llamada creación".
Imaginen que nos encontramos en medio de un océano, en un mar de luz. Percibimos distintas sensaciones aparentemente incorporadas allí, en la medida que lo permite nuestra capacidad de comprensión.

No oímos lo que acontece fuera.
Lo que llamamos "escuchar" es en realidad la respuesta de nuestros tímpanos a los estímulos externos.
Simplemente sabemos que nuestro tímpano reacciona dentro nuestro.

Lo evaluamos internamente y lo aceptamos como un acontecimiento externo.
No sabemos lo que está realmente sucediendo fuera de nosotros; sólo percibimos la reacción de nuestros sentidos ante ello.

Lo mismo acontece con los demás sentidos: vista, gusto, tacto y olfato.
Nunca podemos salir de nuestra "caja". Lo que sea que afirmemos acerca de los acontecimientos externos es en realidad la imagen que pintamos en nuestro interior.
Esta restricción es imposible de superar.

El estudio de la Cábala puede ayudarnos a ampliar los límites de nuestros sentidos naturales para lograr el sexto sentido, con el cual conoceremos la autentica realidad fuera y dentro nuestro.
Ésta es la verdadera realidad. Mediante ella, podremos experimentar la reacción externa de nuestros sentidos.
Si dirigimos correctamente nuestros cinco sentidos, podremos ver la verdadera imagen de la realidad.
Sólo necesitamos internalizar las características del mundo espiritual.

Es como una radio que sintoniza una determinada longitud de onda. La longitud de onda existe fuera de la radio, que la recibe y reacciona. El ejemplo se aplica a nosotros también. Si tenemos aunque sea una mínima chispa del mundo espiritual, comenzaremos a sentirla en nuestro interior.

A lo largo de su evolución, el Cabalista adquiere más y más características espirituales, conectándose así con todos los niveles del mundo espiritual, todos construidos según el mismo principio.
El estudiante de Cábala comprende, percibe, evalúa y trabaja con todas las realidades, tanto materiales como espirituales, sin diferenciarlas.

Alcanza el mundo espiritual mientras se encuentra inserto en este mundo.

Percibe ambos mundos sin fronteras divisorias entre ellos.

Sólo quien experimente esta verdadera realidad puede ver las razones de lo que le acontece aquí. Entiende las consecuencias de sus actos.
Por primera vez se torna verdaderamente práctico, viviendo y percibiendo todo y sabiendo qué hacer consigo mismo y con su vida.

Antes no podía saber para qué nació, quién es y cuáles son las consecuencias de sus actos.
Todo se insertaba en los límites del mundo material, y lo abandona en el mismo estado que ingresó.

Entretanto, nos encontramos todos en el nivel llamado "este mundo".
Nuestros sentidos están igualmente limitados; por ello vemos todos la misma imagen.
Baal Hasulam escribe:
"Todos los mundos superiores e inferiores están incluidos en el hombre."
Esta frase es clave para quien se interesa en la sabiduría de la Cábala
y en vivir la realidad circundante.
Esta realidad incluye los mundos superiores y este mundo; juntos, forman parte del ser humano.

Ahora comprendemos el mundo mediante elementos materiales o físicos.
Al estudiar, agregaremos elementos adicionales, que nos permitirán descubrir cosas que hoy no podemos ver.

Nuestro nivel es muy bajo, pues estamos ubicados en diagonal opuesta al nivel del Creador.
Comenzamos a elevarnos a partir de este nivel al corregir el deseo.
Entonces descubrimos otra realidad circundante, aunque en realidad no cambió nada. Cambiamos nosotros en nuestro interior y en consecuencia nos volvemos conscientes de los otros elementos que nos rodean.

Más tarde, estos elementos desaparecen y percibimos que todo se debe exclusivamente al Creador, al Todopoderoso. Los elementos que comenzamos a descubrir gradualmente se denominan "mundos".

No debemos imaginar la realidad espiritual, sino percibirla.
Imaginarla nos aleja de su alcance.
Los Cabalistas alcanzan los mundos superiores a través de sus sentidos, así como nosotros alcanzamos el mundo material.
Los mundos se interponen entre nosotros y el Creador, ocultándolo de nosotros.
Como dice Baal Hasulam, es como si nos filtraran la luz.

Vemos la realidad circundante distorsionada.
De hecho, podemos decir que no hay nada entre nosotros y el Creador.

Estas interferencias, los mundos entre nosotros, Lo ocultan de nosotros.
Son máscaras colocadas sobre nuestros sentidos.
No Lo vemos en su verdadera forma; vemos sólo elementos fracturados.
En hebreo, el origen del término "olam" (mundo) es "alama" (ocultar).
Parte de la luz se transmite, parte se oculta.
Cuanto más elevado es el mundo, menos oculta.

Los habitantes de este mundo pintan diversas imágenes de la realidad.
La lógica dictamina que la realidad debiera ser uniforme para todos.
Sin embargo, uno escucha una cosa, otro otra; éste ve una cosa, aquél otra.

Baal Hasulam lo ilustra mediante el ejemplo de la electricidad:
en nuestros hogares hay tomacorrientes que contienen energía abstracta que enfría, calienta y crea vacío o presión según la especificación del artefacto que se le conecta.
Pero la energía no tiene forma propia:
es abstracta. El artefacto revela el potencial de la electricidad.

Podemos decir lo mismo de la luz superior, el Creador sin forma.
Cada uno percibe al Creador según su nivel de corrección.
Al iniciar su estudio, es posible que uno perciba sólo su propia realidad y ninguna fuerza superior.

Gradualmente irá descubriendo, mediante el uso de sus sentidos, la verdadera realidad expandida.
Al avanzar, si corrige todos sus sentidos según la luz circundante, no habrá ninguna separación entre él y la luz, entre el hombre y el Creador, como si no hubiera ninguna diferencia entre sus características.
Uno logra entonces la santidad, el nivel más elevado de espiritualidad.

¿Cómo podrá un principiante dominar esta ciencia si ni siquiera puede comprender a su maestro como corresponde?

La respuesta es muy simple.

Ello sólo es posible elevándonos espiritualmente por encima de este mundo.
Para ello debemos liberarnos de todo rastro de egoísmo material y considerar el logro de los valores espirituales como nuestro único objetivo. Anhelo y pasión sólo por lo espiritual en nuestro mundo ésta es la llave para el mundo superior.

POR EL DESPERTAR DE LOS SENDEROS EN EL UNIVERSO
DE CADA SER HUMANO A TRAVÉS DE LA CABALA,
EL ÁRBOL DE LA VIDA DE LA LUZ DEL PADRE DE LA CREACIÓN…

LA KÁBALA HERMÉTICA.

En la antigua literatura judaica, la Cábala o "Tradición" (Qabbalah) era el cuerpo total de la doctrina religiosa recibida a excepción del Pentateuco.

A partir del siglo X d.C. se consideró a la Cábala como ciencia secreta, misteriosa y teosófica, destinada a explicar, siempre con lenguaje críptico, la Creación del Universo por el Ser definido como "Uno y Absoluto". Algunos cabalistas, como Pico Mirandola, Reuchlin y Schikard, recogen la antigua tradición según la cual la Cábala deriva de la inspiración que Dios insufló sobre Adán, Abraham, Moisés, Esdrás y todos los que constituyen el círculo místico de los últimos Profetas.

Según el Cronicón de Christiano Adricomio Delfo, Moisés fue el primero en recibir el mensaje de Dios desde una faceta mística e intelectual.
El acontecimiento tuvo lugar en el 2.453 a.C, en la cumbre del monte Sinaí.
En aquel lugar le esperaba Dios en el interior de una nube, con el único fin de instruirle en la Ciencia de las Ciencias.
Allí, le enseñó un modelo de cómo construir el Templo, el Tabernáculo, el Arca, los Altares, la Mesa, el Candelabro y cuantas cosas pertenecieran al Templo.
De ahí procede el concepto de que las formas y proporciones del Templo son inspiradas por Dios, que llega, incluso, a proponer el nombre de los artistas o maestros de la Magna Obra: Befeleel y Ooliab.

ÁRBOL SEPHIROTICO (ARBOL DE LA VIDA)

No hay que olvidar que, para la Ciencia de la Tradición, los nombres encierran en sí un poder, abarcando, al mismo tiempo, las leyes secretas y el orden armónico, que son las premisas conceptuales que permiten la construcción del templo arquetipo o divino, receptáculo de la Presencia de Dios sobre la Tierra. La Cábala Esotérica del siglo XII, en su doble vertiente mística y profética, busca así en cada letra de la Torah ese signo de conocimiento que lleve al elegido por el camino del saber total.

El Templo-Tabernáculo fue, pues, un edificio perfecto, diseñado por Dios mismo, el cual, actuando como Sumo Arquitecto, reproduce la estructura armónica que rige el Universo. Es un don del Creador, que es la imagen del orden y de la Perfección, símbolo del "'Plan de Universo".

El Orden genera la perfecta adecuación de las esferas en el Árbol Cabalístico. Se trata, en otras palabras, del "Arte del Creador" del que nos habla San Agustín.

Siguiendo el pensamiento Esotérico el hombre es la imagen de Dios. De todo ello, los teóricos deducían que el Templo de Dios debía ser construido a imagen de Dios; y como Dios es sabiduría, era preciso que la obra fuera proyectada con sabiduría e inteligencia, buscando la Belleza en la armonía y en la proporción.

Para la Cábala, del equilibrio entre el orden y la proporción nace "Tipheret", la Belleza, que es la expresión más sublime de los atributos morales.

El Trono del Dios Creador, YHVH ELOHIM), vértice de la tríada que representa el Adam Kadmon de la Cábala hebráica.

Sólo a través del nueve (Jesod) es posible sublimar el alma y retomar la tríada que simboliza el Mundo Intelectual y así alcanzar, por mediación de "Daat"
(donde reside el Espíritu Santo o "Ruah ha-Kadosh"),
la Corona ("Kether", el número Uno o unión con Dios),
cuyo fundamento es la Sabiduría y la Inteligencia.

Hecha ya esta pequeña reseña a modo de introducción en los conceptos esotéricos utilizados por los Maestros, se ha pretendido con el presente artículo acercar al lector al mensaje cabalístico que se oculta en toda obra simbólica.

Esperemos haya despertado un interés didáctico de una visión de las cosas a la luz del misticismo de la Tradición o Cábala. Aquí, se dan algunas claves para la interpretación del Simbolismo Hermético, dejando al lector el conocimiento necesario para que experimente con su propia iniciativa y razón las próximas enseñanzas de Cábala que le haremos llegar, para ser descifrada con el conocimiento de nuestro Ser Interior Profundo.

LOS SENDEROS

Hay veintidós senderos que unen a las esferas entre ellas, por lo que es posible pasar gradualmente de una a otra.


Cada sendero lleva una letra del alfabeto hebreo con sus respectivos valores numéricos de innumerables interpretaciones visibles y ocultas, a su vez esta representado en ellos los 22 arcanos mayores del Tarot, un verdadero Cabalista debe conocer los Universos de cada lamina, también tenemos los 56 arcanos menores distribuidos en las 10 esferas, que representan los cuatro elementos de la naturaleza, los cuatro mundos, los cuatro puntos cardinales, los cuatros cuerpos físico, mental, emocional y etérico, la numerología, gematria y así sucesivamente....un mundo universal... a descubrir por el verdadero buscador...

Tenemos senderos desde Kether a malkuth:

El sendero que parte en Malkuth y lleva a Yezod tiene la letra Thau. Es el sendero difícil que exige al discípulo que vaya más allá de todas las ilusiones. Muy en lo alto, el sendero que tiene la letra Aleph une a Kether con Chokmah.

Aleph es el sendero de Dios que desciende para encarnarse en la materia, es el sendero del hombre que quiere elevarse para acercarse a Dios.

Muy pocos Iniciados han logrado recorrer los veintidós senderos hasta el Aleph, que representa la plena realización.

Aleph es el sendero de Dios que desciende para encarnarse en la materia.

E.B.G. Jacob Uriel Escalera  M.:.M.:. 
                      A.·. L.·. MMXIII
  Shalom aleijem

viernes, 27 de mayo de 2011

LA INICIACIÓN.

La iniciación es el grado supremo de una disciplina oculta sobre la cuál se pueden dar, en un libro, indicaciones que todavía pueden ser accesibles a todos. Lo que se podría decir sobre los grados que están más allá de la iniciación apenas sería comprensible. Pero se puede encontrar el camino, si a través de la preparación, la iluminación y la iniciación, se ha penetrado hasta los misterios menores.

Sin la iniciación, el hombre no podría adquirir el saber y el savoir-faire que ella confiere, más que un futuro muy lejano y después de numerosas encarnaciones, por un camino y bajo una forma completamente diferente. La persona que es iniciada hoy experimenta al presente lo que no habría sido llamada a conocer sino mucho más tarde y en unas circunstancias muy distintas.

Cada persona solamente puede descubrir, sobre los misterios de la existencia, aquello que corresponde a su grado de madurez. Es por esta sola razón por la que va encontrando obstáculos a medida que avanza hacia los grados superiores del saber y de savoir-faire. Nadie pondría un arma de fuego entre las manos de un individuo antes de que el tal individuo tuviese la experiencia suficiente como para poder servirse de ella sin causar una desgracia.

Si en estos momentos alguien fuera iniciado de buenas a primeras, le faltaría la experiencia que todavía tiene que adquirir en el transcurso de sus futuras encarnaciones, hasta el momento en que le sean desvelados los misterios correspondientes a su evolución normal. Es por esto por lo que, en el umbral de la iniciación, es preciso que, mientras se espera tener esta experiencia, tenga lugar una cosa de otro tipo.

Las primeras instrucciones que recibe el candidato a la iniciación están pues destinadas a compensar provisionalmente la experiencia por venir. Estas son las llamadas "pruebas probatorias", por las cuales es preciso pasar. Ellas constituyen el resultado normal del trabajo interior si los ejercicios han seguido correctamente el camino descrito en los capítulos precedentes.

Ciertamente, con frecuencia se encuentran libros que aluden a "pruebas". Pero ellos solamente pueden evocar una falsa imagen de la realidad. Porque el que no haya pasado por la preparación y la iluminación, ni haya tenido jamás la experiencia de estas pruebas, está absolutamente incapacitado para ofrecer una información verídica de ella.

Ante el alma del candidato se presenta un cierto número de cosas y de fenómenos provenientes de los mundos superiores; pero, naturalmente, él no puede verlas ni entenderlas más que si es capaz de comprender las figuras, los colores, los sonidos, etc., de los que hemos hablado al tratar de la preparación y de la iluminación.

La primera "prueba" consiste en adquirir, respecto a las propiedades materiales de los cuerpos inanimados, después de las plantas, a continuación de los animales y finalmente del hombre, puntos de vista más exactos que los habituales. Y aclaramos que entendemos por "puntos de vista habituales" lo que hoy día se llama conocimiento científico. No se trata de ciencia, sino de visión.

Lo que se produce generalmente es que el candidato a la iniciación aprende a reconocer de qué manera las cosas de la naturaleza y de los seres vivos se manifiestan a los ojos y a los oídos espirituales, de suerte que, en una cierta medida, estos fenómenos se le presentan al observador como desvelados y desnudos. Lo que él ve y entiende escapa a los ojos y los oídos físicos. Para la visión sensorial, se muestran recubiertos de un velo. Este velo cae, sin embargo, delante del candidato, según un proceso que se puede considerar como un fenómeno espiritual de consunción. Esta es la razón por la que a esta primera prueba se le denomina "prueba de fuego".

Para muchos hombres, la vida ordinaria constituye ya por sí misma, de manera más o menos consciente, una prueba de iniciación por el fuego. Estos hombres llevan a cabo experiencias enriquecedoras, gracias a las cuales ellos ven crecer, de una manera sana y normal, la confianza en sí mismos, su valor, su decisión y su firmeza; por consiguiente, llegan a ser capaces de soportar el dolor, las decepciones y los fracasos de sus empresas con una entereza, una grandeza de alma, una fuerza y una calma inconmovibles. Quien ha pasado por tales experiencias es a menudo ya, sin que él mismo lo sepa, un iniciado. Cualquier cosa basta para abrir sus ojos y sus oídos espirituales y hacer de él un clarividente. 

Porque hay que hacerlo notar bien: una verdadera "prueba de fuego" no tiene por objetivo satisfacer la curiosidad del candidato. Cierto que él descubre hechos infrecuentes de los que de ordinario no se tiene la menor idea. Pero este descubrimiento no es el objetivo de las pruebas, no constituye la meta del candidato; este descubrimiento no es más que el medio necesario para alcanzar ese objetivo, esa meta, que no es otra que adquirir, mediante este conocimiento de los mundos superiores, una confianza en sí más profunda y mejor fundada, un valor más firme, una grandeza de alma y una perseverancia completamente distintas a las que generalmente se adquieren sobre la tierra.

Después de la "prueba de fuego" todavía es posible para todo candidato volver atrás. Continuará su existencia, fortificado en su cuerpo y en su alma, y no reemprenderá su camino iniciático hasta la próxima encarnación. En la actual encarnación será un miembro más útil para la comunidad humana que lo era antes de haber pasado la prueba. En cualquier situación que se encuentre, su firmeza, su claridad de juicio y raciocinio y su beneficiosa influencia sobre sus semejantes, tanto como su espíritu de decisión, habrán hecho notables progresos.

Si el candidato que ha sufrido la prueba de fuego quiere continuar avanzando en su entrenamiento, es preciso que le sea revelado el "sistema de escritura particular" que se utiliza en la disciplina ocultista. Las verdaderas enseñanzas ocultas están redactadas en esta escritura, porque lo que constituye el carácter escondido (oculto) de las cosas no puede expresarse, por definición, ni mediante las palabras del lenguaje corriente ni mediante los signos de la escritura ordinaria. Aquellos que han recibido la enseñanza de los iniciados traducen de la mejor manera posible, en lenguaje común, las lecciones de la sabiduría. La escritura oculta se revela al alma que adquiere la percepción espiritual; sus caracteres están siempre más grabados en el mundo del espíritu. No se aprenden como los de una escritura artificial. En el alma donde crece el conocimiento clarividente, objetivo, se desarrolla una facultad, una fuerza que la impulsa a descifrar los fenómenos y los seres espirituales como los caracteres de una escritura.

Podría ocurrir que esta fuerza, con la "prueba" que ella comporta, se despertase de manera enteramente natural en el curso del desenvolvimiento interior. Se accede sin embargo con más seguridad a la meta siguiendo las indicaciones de los ocultistas versados en la lectura de estos caracteres.

Los signos de la escritura escondida no están compuestos arbitrariamente, sino conforme a las fuerzas que actúan en el universo. A su través se aprende el lenguaje de las cosas. El candidato constata muy pronto que los signos que va descubriendo corresponden a la figuras, los colores, los sonidos, etc., que ha aprendido a percibir en el curso de la preparación y de la iluminación. Se da cuenta de que todavía no ha hecho más que deletrear el alfabeto. Solamente ahora, va a comenzar a leer en los mundos superiores. Como un majestuoso conjunto, se descubre lo que antes no aparecía sino a través de fenómenos aislados. Solamente ahora son verdaderamente auténticas sus observaciones espirituales. Antes, no podía nunca tener la completa certeza de que las cosas que creía haber visto las habría visto realmente. 

Sólo ahora puede existir un acuerdo seguro entre el candidato y el iniciado en los dominios de la ciencia superior. Porque, cualesquiera que sean las relaciones de un iniciado y otro hombre en la vida ordinaria, el iniciado no podrá comunicar su ciencia bajo una forma inmediata más que mediante el lenguaje de los signos. A través de esta lengua, el discípulo se familiariza igualmente con un cierto número de reglas de conducta. Toma conciencia de ciertos deberes de los que con anterioridad no tenía la menor idea. Y cuando sabe poner en práctica estas reglas de conducta, puede llevar a cabo acciones cargadas de un sentido que en ningún caso pueden tener las de un hombre que no haya sido iniciado. Su conducta se inspira en los mundos superiores. Estas inspiraciones no pueden ser captadas más que en esta lengua de que hablamos.

Hay que dejar bien sentado, sin embargo que determinados seres pueden llevar a cabo inconscientemente acciones inspiradas, aunque no se hayan entrenado nunca en el ocultismo. Estos auxiliares de la humanidad y del universo atraviesan la vida repartiendo favores y bendiciones. Por razones que no podemos explicar aquí, ellos han recibido unos dones que parecen naturales. La única cosa que les distingue del investigador es que este último actúa a conciencia y con discernimiento respecto a lo que quiere realizar con relación al conjunto; él conquista, mediante la disciplina, lo que las potencias superiores entregan a los demás para el bien del mundo. Estos hombres de Dios merecen veneración, pero no por eso hay que considerar el entrenamiento como algo superfluo.

Cuando el discípulo ha aprendido la lengua de los signos, se va a encontrar frente a otra "prueba"; una prueba que debe revelar si está en disposición de evolucionar en los mundos superiores con libertad y seguridad. En la vida ordinaria, los impulsos que llevan al hombre a actuar le llegan de fuera. El cumple tal o cual tarea, porque las circunstancias se la imponen como un deber. Y en este punto, se nos hace necesario hacer notar que el estudiante no debe abandonar ninguno de sus deberes cotidianos so pretexto de que participa en una vía superior. Ningún deber, absolutamente ninguno, asumido con respecto al mundo espiritual puede forzar a nadie a descuidar una sola de sus obligaciones prácticas. El padre de familia debe permanecer siendo tan buen padre de familia como antes y la madre, tan buena madre. Ni el funcionario, ni el soldado ni ningún ciudadano de ninguna clase deben volver la espalda a sus deberes por causa de la práctica del ocultismo. Por el contrario, todas las cualidades que confieren valor a una persona en la vida ordinaria deben aumentar en el estudiante en una medida de la que el profano no podría hacerse ni una remota idea. Y si los no iniciados tienen a veces otra impresión, cosa poco frecuente e incluso rara, ello es consecuencia de que no están en absoluto capacitados para emitir un juicio sobre un iniciado; lo que trae como consecuencia que las actitudes de éste resulten a veces inexplicables para ellos.

Para quien haya alcanzado el grado anteriormente citado de la iniciación, existen unos deberes que ya no están determinados por ningún móvil exterior. No son las circunstancias de fuera las que le guían en este dominio, sino una serie de reglas de conducta que le han sido reveladas por el lenguaje "escondido". Mediante la segunda "prueba", debe demostrar ahora que estas reglas le dirigen con tanta seguridad y firmeza como un funcionario sometido a su reglamento es dirigido por éste. Para que esto sea así, el candidato debe, sentirse situado, en un determinado momento de su entrenamiento, frente a una cierta tarea. Debe cumplir una actividad inspirándose en lo que ha percibido durante los períodos de preparación y de iluminación. Y esta misma actividad debe descifrarla en el lenguaje de los signos. Si sabe reconocer su deber y actuar en consecuencia, es señal de que ha superado victoriosamente la prueba. El éxito se reconoce en el cambio provocado por la acción en las figuras, los colores y los sonidos que perciben los oídos y los ojos espirituales. A medida que se progresa en el entrenamiento oculto, se ve perfectamente cómo estas figuras, colores y sonidos producen otra impresión según la acción cumplida. Y el candidato debe saber ocasionar este cambio.

A esta prueba se le llama "prueba del agua", porque se pierde el terreno firme que procuran las condiciones exteriores, del mismo modo que a aquel que nada en un lugar de aguas muy profundas le falta todo tipo de apoyo. La prueba debe ser renovada hasta que el candidato haya conquistado una perfecta seguridad.

Mediante esta prueba, también se trata de adquirir una cualidad nueva y, a través de estas experiencias en los mundos superiores, se puede llevar en poco tiempo esta cualidad hasta un grado que normalmente no se habría podido alcanzar sino después de numerosas encarnaciones.

El punto esencial es el siguiente: para obtener la transformación requerida en esta región superior de la existencia, el candidato no debe seguir ninguna otra indicación que su percepción espiritual y lo que haya descifrado mediante el lenguaje secreto. Si, en el curso de la acción que debe cumplir, sus deseos, sus opiniones, etc., ejercitan sobre él la menor presión y olvida un solo momento conformarse a las leyes que personalmente ha reconocido como verdaderas, entonces ocurrirá una cosa completamente distinta a la que debe ocurrir. El candidato dejará muy pronto de orientarse hacia el fin de su acción y la confusión le extraviará. Mediante esta prueba, al hombre se le presenta también una ocasión excepcional para desarrollar el dominio de sí. Y en este punto hay que llamar la atención otra vez: esta prueba será superada con mayor facilidad por aquellos que, antes de la iniciación, hayan llevado una existencia capaz de brindarles el dominio de sí mismos. El que haya conquistado el poder de poner de lado sus caprichos y sus voluntades personales para servir un ideal y unos principios elevados; el que sepa siempre cumplir con su deber, inclusive cuando este cumplimiento vaya en contra de sus inclinaciones naturales y sus simpatías, éste es ya, inconscientemente, en la vida ordinaria, un iniciado. Y ya le falta muy poco para poder triunfar en la prueba descrita.

Digamos inclusive que es indispensable haber adquirido ya inconscientemente en la existencia un cierto grado de iniciación para afrontar con éxito la segunda prueba.

En efecto, las personas que no han aprendido desde su juventud a escribir correctamente experimentan grandes dificultades para hacerlo en la edad madura. Del mismo modo, será difícil, en presencia de los mundos superiores, alcanzar el grado necesario de dominio de sí, si no se posee un cierto grado de él en la existencia cotidiana. Las cosas del mundo físico permanecen siendo lo que son cualesquiera que sean nuestros deseos, pasiones y tendencias modifican el entorno; si nosotros queremos pues obtener en nuestros dominios un resultado cierto, es preciso que tengamos un completo dominio de nosotros mismos y sigamos únicamente la regla de conducta perfecta, sin ceder jamás a la arbitrariedad.

Una cualidad esencial en este estadio de la iniciación es, sin discusión, un juicio seguro y sano. Hay que tener buen cuidado de desarrollarlo desde los primeros grados, porque en estos momentos el candidato debe demostrar que lo posee en la medida suficiente como para penetrar en la verdadera senda del conocimiento. Es imposible que progrese si no tiene el discernimiento que le permita distinguir la verdad de todo cuanto es ilusión, fantasmagoría, superchería, superstición o espejismo. En los grados superiores de la existencia, este discernimiento es mucho más difícil que en el mundo físico. Todo prejuicio, toda opinión obstinada debe desaparecer ante la importancia de lo que se aborda; la verdad única debe servir de brújula. Se debe estar completamente preparado para abandonar un pensamiento, una opinión, una visión personal si el pensamiento lógico lo reclama, porque no se pueden adquirir certezas en el mundo superior más que si se renuncia para siempre a halagar la propia opinión.

Los hombres inclinados a las fantasías, las ensoñaciones, las supersticiones no pueden hacer ningún progreso en el sendero. El investigador debe adquirir un bien precioso: el de librarse de toda duda respecto a los mundos superiores. Estos se van a revelar a su mirada en su esencia y según sus leyes. Pero ello no ocurrirá mientras la persona en cuestión se deje prender por espejismos e ilusiones. Sería peligroso para ella que su imaginación o sus prejuicios ofuscasen su razón. Los fantasiosos y los soñadores no tienen condiciones para el ocultismo, como tampoco las tienen los supersticiosos. Nunca se repetirá esto bastante. La ensoñación, la imaginación desbocada, la superstición son los peores enemigos que acechan al discípulo en su tránsito por el sendero del conocimiento espiritual. No se figuren ustedes, sin embargo, que la poesía de la vida, el don de entusiasmo se les va a escapar por haber leído sobre el umbral de la puerta que lleva a la segunda prueba estas palabras. "Abandona todo prejuicio", y sobre la puerta que conduce a la primera, estas otras: "sin buen sentido a toda prueba, todos los pasos son vanos".

Si el candidato ha progresado suficientemente en este sentido, le espera la tercera prueba. Aquí, él no percibe ya ningún objetivo exterior. Todo está en sus manos. Se encuentra en una situación donde nada le impulsa a actuar. Está completamente solo para encontrar su camino y no hay en torno suyo ningún ser ni ninguna cosa que le pueda influenciar. Nada ni nadie podrán darle fuerza dentro de sí, pronto se encontrará en el mismo lugar en que se encontraba antes. Pero es preciso decir que, entre los que han salido airosos de las pruebas anteriores, hay pocos que no sean capaces de encontrar esta fuerza. O bien se ha quedado uno en el camino en una de las etapas precedentes, o bien se triunfa también ahora. Lo esencial consiste en ver con claridad sobre el terreno, porque aquí es preciso encontrar su Yo superior en el verdadero sentido de la palabra. Hace falta decidirse rápidamente a seguir en todo la indicación del espíritu. Ya no hay tiempo para deliberar o para plantearse dudas. 

El más breve momento de vacilación demostraría que todavía no se está maduro. Todo lo que impida prestar oídos a los consejos del espíritu debe ser esforzadamente superado. La cualidad de la que es absolutamente necesario dar testimonio en esta situación es la presencia de ánimo, que es precisamente también la cualidad que, en esta fase de la evolución, se trata de llevar a la perfección. Todo lo que conduzca a pensar o a actuar por costumbre o por reflejo desaparece. Para no sentirse paralizado es necesario no perderse a sí mismo, porque no le queda a uno más punto de apoyo que uno mismo. Ninguno de aquellos que lean estas líneas sin estar familiarizados con estos temas debe dejarse desanimar por la prueba de verse arrojado sobre sí mismo de esta manera. Porque el que la supera conoce una profunda felicidad.

Aquí, al igual que en los otros casos, la vida ordinaria es ya para muchos hombres una disciplina oculta. Para aquellos que en la vida se han vuelto capaces de tomar una rápida decisión sin vacilar ante situaciones que se presenten de improviso, la propia existencia constituye de por sí una escuela. Las situaciones más favorables son aquellas de las que es imposible salir si no se toma una decisión sobre la marcha. Si, en un caso en que un minuto de vacilación podría causar una desgracia, ustedes son capaces de tomar una decisión inmediatamente, y si esta rapidez de decisión se ha convertido en parte integrante de vuestro ser, ya han adquirido ustedes, inconscientemente, la madurez necesaria para afrontar la tercera prueba, porque ésta está destinada precisamente a perfeccionar la presencia del ánimo.

En las escuelas de ocultismo a esta prueba se la denomina "la prueba del aire", porque el candidato se encuentra privado tanto del apoyo sólido de los impulsos venidos de fuera como de la ayuda de las percepciones espirituales de formas, colores, sonidos, etc., adquiridos en el curso de la preparación y de la iluminación. Queda reducido exclusivamente a sí mismo, a sus propias fuerzas.

Si el discípulo ha pasado satisfactoriamente esta prueba, entonces adquiere el derecho a penetrar en el "templo de los conocimientos superiores". No haremos más que rozar someramente lo que habría que decir en este punto. Lo que espera al discípulo es a menudo representado como una especie de juramento que debe prestar; un juramento de no traicionar las enseñanzas secretas. Pero estas expresiones de "juramento" y "traición" no son en absoluto conformes a la realidad; pueden inclusive inducir a error. Porque en ningún modo se trata de un juramento en el sentido ordinario de la palabra: se trata más bien de una experiencia que afecta a esta etapa del desarrollo. Se aprende como poner en práctica, al servicio de la humanidad, las enseñanzas recibidas. Sólo entonces se empieza a comprender el verdadero sentido del universo. No se trata de callar las verdades superiores, sino más bien de saber cómo defenderlas con todo el tacto necesario.

Saber lo que es preciso callar es algo muy diferente. Esta notable cualidad se adquiere muy especialmente respecto a temas de los que hemos hablado con anterioridad y sobre todo de la manera en que se ha hablado de ellos. Sería un mal iniciado el que no pusiese sus conocimientos ocultos al servicio de la humanidad en la mayor medida posible. En este dominio, no hay otro obstáculo para las comunicaciones que se pueden hacer que la incomprensión de aquél a quienes se dirigen. Sin duda alguna, los misterios superiores no están ahí para servir de tema de cualquier discurso, pero no está "prohibido" hablar de ellos a quien se haya elevado hasta este grado de evolución. Ningún hombre, ningún ser le impone en este sentido un juramento. Todo se pone en manos del sentido de la responsabilidad del iniciado. En cada situación, es a él mismo a quien toca resolver sobre lo que debe hacer con lo que sabe, y la palabra "juramento" significa simplemente que ha alcanzado la madurez necesaria para tener esta responsabilidad.

Si el candidato adquiere esta madurez, recibe lo que simbólicamente se llama "bebida del olvido", es decir, que llega a poseer el secreto de actuar sin dejarse en ningún instante turbar por la memoria inferior. Es indispensable para el iniciado, porque siempre debe tener plena confianza en el presente inmediato; debe poder rasgar el velo del recuerdo que se interpone entre el hombre y los hechos en cada instante de su vida. Si juzgo lo que se me presenta hoy según mis experiencias de ayer, me expongo a múltiples errores. Naturalmente, esto no quiere decir que sea preciso renunciar a la experiencia que la vida nos ha dado. Hay que servirse de ella de la mejor manera posible. Pero, como iniciado, se debe poder juzgar por sí mismo cada nuevo acontecimiento, y dejarlo actuar libremente sobre el espíritu, sin dejarse turbar por los recuerdos del pasado. Es necesario, que a cada instante yo esté dispuesto a lo que un ser o una cosa me pueda aportar como revelación enteramente nueva. Si evalúo lo nuevo según lo antiguo, estoy sujeto a error. Sin embargo, el recuerdo de las experiencias antiguas me resulta de una extrema utilidad, porque me permite ver lo nuevo. Si yo no tuviese ya una cierta experiencia de las cosas, es probable que determinadas cualidades de un objeto o de un ser que se presenten a mí se me escapasen por completo. La experiencia debe servir precisamente para ver lo nuevo, pero para juzgarlo según lo antiguo. El iniciado adquiere a este respecto facultades muy precisas que le revelan muchas cosas que permanecen enteramente ocultas para el no iniciado.

La segunda bebida que se ofrece al iniciado es la "bebida del recuerdo". Gracias a ella, le resulta posible tener siempre presentes en el espíritu las verdades superiores. La memoria ordinaria no bastaría para ello. Es preciso "hacerse uno" con estas verdades. No basta con conocerlas, deben integrarse con toda naturalidad en la acción viva como el alimento o la bebida en la vida física. Deben convertirse en ejercicio, en costumbre, en inclinación. Ya no debe ser necesario reflexionar sobre ellas en el sentido ordinario de la palabra. Deben expresarse por lo que es el hombre mismo, expandirse por todo su ser y convertirse en algo así como las funciones vitales de su organismo. De esta manera, realizará cada vez más espiritualmente el objetivo para el que la naturaleza le ha constituido físicamente.

Gracias a Rudolph Steiner
 

Twitter