
Ama a tu prójimo.
Haz el bien y deja hablar a los hombres.
Ama a los buenos, compadece a los
débiles, huye de los malvados; más no odies a nadie.
Habla respetuosamente a los grandes,
prudentemente a tus iguales, sinceramente a tus amigos y con ternura a los pobres.
No adules jamás a tu Hermano, porque es una traición y si tu hermano te adula, desconfía, no te corrompa.
Escucha siempre la voz de tu conciencia.
Sé el padre de los pobres; cada suspiro que tu dureza les arranque, será una maldición que caerá sobre tu cabeza.
Respeta al extranjero y al viajero, porque su posición los hace sagrados para ti.
Evita las disputas y prevé los insultos, poniendo la razón de por medio.
Respeta a las mujeres; jamás abuses de su debilidad y muere antes que deshonrarlas. Si el Gran Arquitecto del Universo te da un hijo, dale las gracias por el depósito
que te confía, porque en lo adelante , tú serás para ese niño la imagen de la Divinidad. Has que hasta los diez años te tema, hasta los veinte te ame y hasta la
muerte te respete. Hasta los diez años sé su maestro, hasta los veinte su
padre y hasta la muerte su amigo.
Enseña a tus hijos buenos principios antes
que buenas maneras, que te deban una doctrina esclarecida mejor que una frívola
elegancia. Que sean mejor hombres honrados que hombres hábiles.
Lee y aprovecha. Ve e imita. Reflexiona y trabaja y que todo redunde en
beneficio de tus Hermanos para tu propia utilidad.
Sé siempre contento para todo y de todo.
Jamás juzgues ligeramente las acciones de los
hombres, perdonándolas o condenándolas.
Dios, El Gran Arquitecto del Universo es el único que puede valorar sus obras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario