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‘Dijo Elokim: Haya luz y hubo luz.’ Génesis 1:3

Que la gran luz del entendimiento ilumine nuestros cerebros y purifique nuestros corazones , a fin de que en un ambiente de intelectualidad y de perfecta fraternidad , nos entreguemos a buscar los senderos de nuestra propia superación. Eusebio Baños Gómez

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LA LUZ PRESTADA - El Espía de DIOS

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domingo, 23 de mayo de 2010

LA ROSA DE PARACELSO. JORGE LUIS BORGES.

En su taller, que abarcaba las dos habitaciones del sótano, Paracelso pidió a su Dios, a su indeterminado Dios, a cualquier Dios, que le enviara un discípulo. Atardecía. El escaso fuego de la chimenea arrojaba sombras irregulares. Levantarse para encender la lámpara de hierro era demasiado trabajo. Paracelso, distraído por la fatiga, olvidó su plegaria. La noche había borrado los polvorientos alambiques y el atanor cuando golpearon la puerta. El hombre, soñoliento, se levantó, ascendió la breve escalera de caracol y abrió una de sus hojas. Entró un desconocido. También estaba muy cansado. Paracelso le indicó un banco; el otro se sentó y esperó. Durante un tiempo no cambiaron una palabra.
 El maestro fue el primero que habló.
 -Recuerdo caras del Occidente y caras del Oriente -dijo no sin cierta pompa-. No recuerdo la tuya. ¿Quién eres y qué deseas de mí?
 -Mi nombre es lo de menos -replicó el otro-. Tres días y tres noches he caminado para entrar en tu casa. Quiero ser tu discípulo. Te traigo todos mis haberes.
 Sacó un talego y lo volcó sobre la mesa. Las monedas eran muchas y de oro. Lo hizo con la mano derecha. Paracelso le había dado la espalda para encender la lámpara. Cuando se dio vuelta advirtió que la mano izquierda sostenía una rosa. La rosa lo inquietó.
 Se recostó, juntó la punta de los dedos y dijo:
 -Me crees capaz de elaborar la piedra que trueca todos los elementos en oro y me ofreces oro. No es oro lo que busco, y si el oro te importa, no serás nunca mi discípulo.
 -E1 oro no me importa -respondió el otro-. Estas monedas no son más que una prueba de mi voluntad de trabajo. Quiero que me enseñes el Arte. Quiero recorrer a tu lado el camino que conduce a la Piedra.
 Paracelso dijo con lentitud:
 -El camino es la Piedra. El punto de partida es la Piedra. Si no entiendes estas palabras, no has empezado aún a entender. Cada paso que darás es la meta.
 El otro lo miró con recelo. Dijo con voz distinta:
 -Pero, ¿hay una meta?
 Paracelso se rió.
 -Mis detractores, que no son menos numerosos que estúpidos, dicen que no y me llaman un impostor. No les doy la razón, pero no es imposible que sea un iluso. Sé que «hay» un Camino.
 Hubo un silencio, y dijo el otro:
 -Estoy listo a recorrerlo contigo, aunque debamos caminar muchos años. Déjame cruzar el desierto. Déjame divisar siquiera de lejos la tierra prometida, aunque los astros no me dejen pisarla. Quiero una prueba antes de emprender el camino.
 -¿Cuándo? -dijo con inquietud Paracelso.
 -Ahora mismo- dijo con brusca decisión el discípulo.
 Habían empezado hablando en latín; ahora en alemán.
 El muchacho elevó en el aire la rosa.
 -Es fama -dijo- que puedes quemar una rosa y hacerla resurgir de la ceniza, por obra de tu arte. Déjame ser testigo de ese prodigio. Eso te pido, y te daré después mi vida entera.
 -Eres muy crédulo -dijo el maestro-. No he menester de la credulidad; exijo la fe.
 El otro insistió.
 -Precisamente porque no soy crédulo quiero ver con mis ojos la aniquilación y la resurrección de la rosa.
 Paracelso la había tomado, y al hablar jugaba con ella.
 -Eres crédulo -dijo-. ¿Dices que soy capaz de destruirla?
 -Nadie es incapaz de destruirla- dijo el discípulo.
 -Estás equivocado. ¿Crees, por ventura, que algo puede ser devuelto a la nada? ¿Crees que el primer Adán en el Paraíso pudo haber destruido una sola flor o una brizna de hierba?
 -No estamos en el Paraíso -dijo tercamente el muchacho-; aquí, bajo la luna, todo es mortal.
 Paracelso se había puesto en pie.
 -¿En qué otro sitio estamos? ¿Crees que la divinidad puede crear un sitio que no sea el Paraíso? ¿Crees que la Caída es otra cosa que ignorar que estamos en el Paraíso?
 -Una rosa puede quemarse -dijo con desafío el discípulo.
 -Aún queda fuego en la chimenea -dijo Paracelso-. Si arrojaras esta rosa a las brasas, creerías que ha sido consumida y que la ceniza es verdadera. Te digo que la rosa es eterna y que sólo su apariencia puede cambiar. Me bastaría una palabra para que la vieras de nuevo.
 -¿Una palabra? -dijo con extrañeza el discípulo-. El atanor está apagado y están llenos de polvo los alambiques. ¿Qué harías para que resurgiera?
 Paracelso le miró con tristeza.
 -El atanor está apagado -repitió- y están llenos de polvo los alambiques. En este tramo de mi larga jornada uso de otros instrumentos.
 -No me atrevo a preguntar cuáles son  -dijo el otro con astucia o con humildad.
 -Hablo del que usó la divinidad para crear los cielos y la tierra y el invisible Paraíso en que estamos y que el pecado original nos oculta. Hablo de la Palabra que nos enseña la ciencia de la Cábala.
 El discípulo dijo con frialdad:
 -Te pido la merced de mostrarme la desaparición y aparición de la rosa. No me importa que operes con alquitaras o con el Verbo.
 Paracelso reflexionó. Al cabo dijo:
 -Si yo lo hiciera, dirías que se trata de una apariencia impuesta por la magia de tus ojos. El prodigio no te daría la fe que buscas. Deja, pues, la rosa.
 El joven lo miró, siempre receloso. El maestro alzó la voz y le dijo:
 -Además, ¿quién eres tú para entrar en la casa de un maestro y exigirle un prodigio? ¿Qué has hecho para merecer semejante don?
 El otro replicó tembloroso:
 -Ya sé que no he hecho nada. Te pido en nombre de los muchos años que estudiaré a tu sombra que me dejes ver la ceniza y después la rosa. No te pediré nada más. Creeré en el testimonio de mis ojos.
 Tomó con brusquedad la rosa encarnada que Paracelso había dejado sobre el pupitre y la arrojó a las llamas. El color se perdió y sólo quedó un poco de ceniza. Durante un instante infinito esperó las palabras y el milagro.
 Paracelso no se había inmutado. Dijo con curiosa llaneza:
 -Todos los médicos y todos los boticarios de Basilea afirman que soy un embaucador. Quizá están en lo cierto. Ahí está la ceniza que fue la rosa y que no lo será.
 El muchacho sintió vergüenza. Paracelso era un charlatán o un mero visionario y él, un intruso, había franqueado su puerta y lo obligaba ahora a confesar que sus famosas artes mágicas eran vanas.
 Se arrodilló, y le dijo:
 -He obrado imperdonablemente. Me ha faltado la fe, que el Señor exigía de los creyentes. Deja que siga viendo la ceniza. Volveré cuando sea más fuerte y seré tu discípulo y al cabo del Camino veré la rosa.
 Hablaba con genuina pasión, pero esa pasión era la piedad que le inspiraba el viejo maestro, tan venerado, tan agredido, tan insigne y por ende tan hueco. ¿Quién era él, Johannes Grisebach, para descubrir con mano sacrílega que detrás de la máscara no había nadie?
         Dejarle las monedas de oro sería una limosna. Las retomó al salir. Paracelso lo acompañó hasta el pie de la escalera y le dijo que en esa casa siempre sería bienvenido. Ambos sabían que no volverían a verse.
 Paracelso se quedó solo. Antes de apagar la lámpara y de sentarse en el fatigado sillón, volcó el tenue puñado de ceniza en la mano cóncava y dijo una palabra en voz baja. La rosa resurgió.
                                                                             Jorge Luis Borges
 
BREVE BIOGRAFÍA DEL GRAN MAESTRO
No pretende ser exhaustiva sino marcar algunos hechos y obras, no todas.
1899-El 24 de agosto nació JORGE LUIS BORGES en la ciudad de Buenos Aires, ARGENTINA. Hijo de Jorge Guillermo Borges, abogado y profesor de psicología y de Leonor Acevedo Haedo. Borges no asistió a la escuela hasta los nueve años. Su padre había encargado su educación a una institutriz inglesa, la señorita Tink.
1914-Tiene dieciséis años cuando su familia viaja a Europa, visitando Londres, París y el norte de Italia antes de establecerse en Ginebra, suiza. Mientras Europa sufre la Primer Guerra Mundial, Borges comenzó su bachillerato en el "Liceo Jean Calvin". Allí aprendió el francés, el alemán y el latín.
1915-A los diecisiete años se inicia en la lectura de textos cabalísticos. Lee "El Golem" del escritor rosacruz Gustav Meyrink.
1921-La familia de Borges regresó a Buenos Aires. Tiene veintidós años. Intenta publicar la revista "Prisma".
1922-Con Macedonio Fernández funda la revista de vanguardia "Proa".
1923- Publica "FERVOR DE BUENOS AIRES". Comienza a volcar sus inquietudes metafísicas. La soledad y la muerte son temas fundamentales así como la meditación sobre el tiempo.
1925- Tiene veintiséis años. Publica "LUNA DE ENFRENTE" e "INQUISICIONES".
1926- Publica "EL TAMAÑO DE MI ESPERANZA".
1928-Publica "EL IDIOMA DE LOS ARGENTINOS".
1929-Publica "CUADERNO SAN MARTÍN". Borges tiene treinta años.
1930-Publica "EVARISTO CARRIEGO".
1932-Publica "DISCUSIÓN". Abundan los textos filosóficos y la cábala.
1935-Publica "HISTORIA UNIVERSAL DE LA INFAMIA".
1936-Publica "HISTORIA DE LA ETERNIDAD"
1940-Afirma en el mes de julio que sólo le es posible leer las fantasías cosmogónicas de Olaf Stapledon, obras de teología o de metafísica.
1941-Aparece publicado "EL JARDÍN DE SENDEROS QUE SE BIFURCAN".
1942-En colaboración con Bioy Casares publica "SEIS PROBLEMAS PARA DON ISIDRO PARODI".
1943-Publica "POEMAS-1922/1943".
1944-Publica "FICCIONES".
1945-Escribe la obra cabalística "EL ALEPH".
1946-En colaboración con Bioy Casares publica "UN MODELO PARA LA MUERTE" y "DOS FANTASÍAS MEMORABLES".
1947-Publica "NUEVA REFUTACIÓN DEL TIEMPO".
1949-Publica "EL ALEPH".
1951-Aparece "LA MUERTE Y LA BRÚJULA".
1952-Publica "OTRAS INQUISICIONES".
1957-En colaboración con Margarita Guerrero publica "MANUAL DE ZOOLOGÍA FANTÁSTICA".
1960-Publica "EL HACEDOR". En colaboración con Bioy Casares publica "LIBRO DEL CIELO Y DEL INFIERNO".
1961-Publica "ANTOLOGÍA PERSONAL".
1966-Publica "OBRA POÉTICA-1923/1966"
1968-Publica "EL LIBRO DE LOS SERES IMAGINARIOS".
1969-Publica "ELOGIO DE LA SOMBRA".
1970-Publica "EL INFORME DE BRODIE"
1972-Publica "EL ORO DE LOS TIGRES".
1975-Publica "PRÓLOGOS CON UN PRÓLOGO DE PRÓLOGOS" , "EL LIBRO DE ARENA" y "LA ROSA PROFUNDA"
1976-Publica "LA MONEDA DE HIERRO", "LIBRO DE SUEÑOS" y "QUÉ ES EL BUDISMO".
1977-Publica "HISTORIA DE LA NOCHE" y "BORGES, ROSA Y AZUL".
1981-Publica el texto cabalístico "LA CIFRA".
1982-Publica "NUEVE ENSAYOS DANTESCOS".
1986-Muere el 14 de junio en Ginebra, Suiza, a los 86 años.

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